domingo, 9 de febrero de 2014

La “inteligencia militar”: una fachada mediática

Julio César Carrión Castro
Universidad del Tolima




La cruz gamada volteó en el espacio y siendo ya signo de infamia en los países liberados, se trocó en ídolo devorador en la tierra colombiana…

Jorge Zalamea

El sueño de las escalinatas

Para resaltar el continuismo, la permanencia y consolidación de un régimen mafioso y fascista que se niega a desaparecer, y que, por el contrario, nos lleva a la consideración de que pareciera que vivimos un eterno y nebuloso presente cargado de crímenes y engaños, organizados por el propio Estado, quiero volver a editar este texto mío que el viernes 2 de marzo del año 1990, -veinte días antes del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa candidato presidencial de la Unión Patriótica- el periódico Combate de la ciudad de Ibagué publicó. Entonces, creíamos todavía en la validez del humanismo, de la racionalidad y la esperanza…

A pesar de todo, asumo que tiene plena vigencia y actualidad, luego de 24 años de persistencia del paramilitarismo en Colombia, auspiciado por unas fuerzas militares corruptas, que le cobijan y amparan, garantizándoles mediante múltiples triquiñuelas y argucias una permanente impunidad…

Un clamor de solidaridad y esperanza

Miles de colombianos, los militantes y simpatizantes de la Unión Patriótica, están hoy privados del amparo de la ley.

A pesar de que existen convincentes pruebas sobre la participación de las fuerzas armadas en una generalizada política de muerte y terror para intimidar y eliminar la oposición política legal que representa la U.P., el gobierno de Virgilio Barco insiste en presentar estos constantes asesinatos como desligados completamente de la responsabilidad estatal. En esta época pre-electoral pretende mostrar ante la opinión pública internacional, una falsa imagen de imparcialidad. Falaz empresa en la que es secundado por un periodismo claudicante y arrodillado que no duda en tergiversar la realidad con tal de garantizar “una buena prensa” al publicitado aspirante al Nobel de la Paz.

El gobierno plantea obstinadamente que las denuncias de los asiduos asesinatos de dirigentes y seguidores de la Unión Patriótica obedecen a propósitos electorales, atribuye la matanza de civiles indefensos a presuntos enfrentamientos entre las fuerzas de la izquierda; pretexto que tiene sus antecedentes en el nefando cuatrienio de Turbay Ayala, quien negaba las desapariciones, las torturas y demás violaciones a los Derechos Humanos, aduciendo que en Colombia el único perseguido era él, y responsabilizando a los detenidos políticos de auto-torturarse, con el propósito de desprestigiar su gobierno.

El ministro de defensa, Óscar Mejía Botero, su incondicional mandatario, Virgilio Barco y su testaferro Lemos Simonds, en un calculado montaje de desinformación, porfiadamente insisten en decir que se vienen dando plenas garantías de participación a todas las fuerzas políticas y que hay un normal desarrollo de la contienda electoral, a pesar de la magnitud que alcanza el hecho de que en lo que va corrido del presente año la U.P. ha sufrido más de 60 asesinatos.

El homicidio político efectuado por los paramilitares, como vía de intimidación o neutralización a la oposición, es un fenómeno ampliamente conocido en la América Latina: Chile, Uruguay, Brasil, Argentina, Guatemala y otros países que han soportado el incontrolado poder de un militarismo fascista, dolorosamente nos han mostrado esta cruel realidad. Una ya secular tradición de asesinatos, torturas y desapariciones, vinculadas a las fuerzas militares y de policía en estos martirizados países hermanos, nos permite colegir racionalmente, como reiteradamente lo han planteado organismos independientes, imparciales y de gran solvencia moral, como Amnistía Internacional que “la única conclusión posible es que las violaciones de derechos humanos a gran escala no son meramente toleradas por las fuerzas armadas colombianas, sino que se inscriben en una política deliberada de asesinatos políticos”.

Pero, además, la Unión Patriótica está en capacidad de demostrar la participación en estos crímenes de los altos mandos militares, a quienes señala con sus nombres propios, en una declaración fechada el 27 de febrero. Allí se denuncia a los generales Harold Bedoya, Adolfo Clavijo y Gil Colorado, como responsables directos del exterminio de sus militantes. Ya tiene claro la Unión Patriótica que “los paramilitares son los mismos militares”, como recientemente lo señalara Diego Montaña Cuellar en una entrevista televisada y como lo ha reconocido la pusilánime y oportunista Procuraduría. Esta criminal parcialidad que compromete a las fuerzas militares y de seguridad, supuestamente instituidas para “velar por la vida, honra y bienes” de todos los nacionales, la cínica confianza con que actúan los escuadrones de la muerte y la total impunidad en que permanecen estos crímenes, con un gobierno que discute, no acerca del condigno castigo a los comprometidos en estas muertes, sino, sobre la contabilidad de los asesinatos, atribuyéndole a la Unión Patriótica, disparatadamente, sólo “querer llamar la atención con propósitos electorales”.

Toda esta situación ha llevado a la Unión Patriótica ha señalar la negligencia y la complicidad del gobierno de Barco en esta empresa criminal, a retirarse de un fingido tribunal de garantías electorales establecido sólo para engañar a la opinión pública y a suspender su participación en la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y el M19. Como dice la Declaración: “No nos digamos mentiras, aquí no hay paz”.

Pero, la Unión Patriótica considera que aún no es tarde. Se tiene la convicción y la certeza histórica de que la muerte y las tinieblas del presente, tendrán que replegarse, abriendo paso al humanismo, a la racionalidad y a la esperanza…Ese es el sentido de la invocación a la solidaridad que significa su consigna “Venga esa mano país”, porque la U.P. cree con Gabriel García Márquez que todavía es posible la construcción de “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Caja de Herramientas Edición N° 00386 – Semana del 7 al 13 de Febrero– 2014

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