Mauricio Castaño H.
Historiador – http://colombiakritica.blogspot.com/
Entre la guerra y la paz, en espíritus tranquilos, no hay duda por cual decidirse. Pero, qué se entiende por una y otra. Las particularidades aparecen en la medida en que se indaga en cada sociedad, en sus gentes que la conforman, en la develación de sus costumbres, creencias, mitos, en cómo viven, trabajan, producen, cómo satisfacen sus deseos. Qué lugar ocupan en los modos de producción, en las formas de distribución y de consumo. Cada quién se manifestará dependiendo del mundo que le ha tocado vivir, que padece o imagina.
Quienes han tenido alguna relación sensata con la política o la guerra, les cuesta entender cómo una gran mayoría del pueblo colombiano y de los electores oscilan entre el pesimismo y la guerra, entre el abstencionismo del sesenta por ciento y una especie de querer dar un ultimátum en estas justas electorales presidenciables. Sus gritos bélicos están inspirados por quienes creen que los conflictos se resolverán con el fuego salidos de las metrallas de aquí y de allá, tanto de las fuerzas legales del estado como de los sanguinarios grupos de ultraderecha.
Y cada vez en esta polarización política hay una tendencia alta en preferir los senderos que llevan a la violencia, a las soluciones desesperadas e inmediatistas no ajenas a la violencia intrafamiliar que registra más del cuarenta y ocho por ciento. En la confrontación con las guerrillas de izquierda, ha surtido un efecto de temor generalizado, miedos que aún no han sido tramitados, que aún no han sanado como para experimentar reconciliaciones o perdones.
La necesidad de paz no ha irrigado las almas ciudadanas, la burocracia de gobierno, en su excesivo centralismo ha sido negligente, poco creativa para difundir estos propósitos, estos mandatos constitucionales. Nada de eso ha sucedido, más bien esa inmensa masa del pueblo colombiano se refugia en la desesperanza y se aferra a los mesías que prometen liberación, un punto final en las atormentadas y miserables vidas, sin importar que los arrastren al matadero.
Nutre también las preferencias bélicas la inequidad desesperanzadora y el oportunismo de quienes ganan y concentran las riquezas con tales juegos. En el país la gran mayoría es muy pobre, y unos pocos mantienen exagerados privilegios. Las representaciones de los miedos de estos seres que trabajan, producen, distribuyen y consumen, han sido catalizadas, han sido endosadas a las guerrillas izquierdistas que las emulan con un demonio temible, esto por un lado, y en otro recodo están los sectores más vulnerados que viven en la desidia, en nada ni en nadie creen, sus vidas las sortean cada día con algún bocado que arrebatan a la exigua existencia. Su pesimismo lo reflejan en su música preferida de despecho. Delatan desgracias con esos odios elaborados en estos cánticos populares al igual que sus gestos expresados a través de sus ritos y creencias, muestran este ser atormentado que apenas araña lo muy mínimo requerido para subsistir.
Se tiene entonces que en sus conductas, el pueblo colombiano se nutre de violencia, y cada cuanto son avivadas con seres de espíritus sin paz, incluso hacen de ello negocios rentables. Hace algunas décadas el mundo conoció los holocaustos de la guerra, la gran masa aclamaba a Hitler, asimilado a un vulgar dios salvador. Hoy es vergüenza de la humanidad. Colombia no se queda atrás en sus capítulos de muerte. Cada sociedad es distinta, no bastan hechos de barbarie que dejen lecciones aprendidas, Nadie experimenta por cabeza ajena.
Y más aún, el hombre hace tiempo se le proclamó su mayoría de edad para que tomara en sus manos su propia vida, forjara con sus pares más cercanos, con la sociedad en la que le ha tocado vivir, su propio destino, y prescindiera de falsos profetas que prometen salvación. Se destruye, pero también hay momentos en que surge lo más bello de la condición humana. Sólo resta decidirse. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
sábado, 31 de mayo de 2014
Desigualdad versus Democracia
Mauricio Uribe López
Profesor universitario
“El desequilibrio entre ricos y pobres –decía el historiador griego Plutarco- es la más vieja y más dañina enfermedad de toda república”. El libro del economista francés Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century (El Capital en el Siglo XX)1, publicado en 2013 y traducido al inglés en 2014, hace resonar en la actualidad aquella afirmación del mundo romano del siglo I. En palabras del propio Piketty (2004, Introducción, Párrafo 2):
“Cuando la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital supera la tasa de crecimiento del producto y el ingreso, como sucedió en el siglo XIX, y parece muy probable que suceda de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas.”
El libro se basa en una investigación llevada a cabo durante quince años. Piketty y sus colaboradores se sumergieron en un enorme volumen de información empírica que cubre tres siglos y más de veinte países. Su objetivo: buscar los hechos, patrones y mecanismos que ayudan a explicar las tendencias históricas de la desigualdad. Para ello, Piketty recopiló y usó dos tipos de datos: i) sobre la desigualdad en la distribución del ingreso y ii) sobre la desigualdad en la distribución de la riqueza. Los primeros los obtiene con base en información sobre impuestos sobre la renta y las cuentas nacionales, y los segundos con base en información sobre impuestos a la propiedad.
Aunque la difusión del conocimiento es una fuerza poderosa que comprime las brechas de ingreso (convergencia), otras fuerzas la contrarrestan y promueven la desigualdad (divergencia). Los principales hallazgos de la investigación tienen que ver con las segundas. En primer lugar, encuentra que durante la Edad de Oro del Capitalismo o los Trente Glorieuses (1945-1975), se redujo la participación del decil más rico en el ingreso total, pero que, desde los años ochenta, ésta ha aumentado dramáticamente. En el caso de Estados Unidos, pero también de otros países, ello tiene mucho que ver con el exagerado incremento de los ingresos de los directores ejecutivos de las corporaciones privadas. Al interior del diez por ciento, los ingresos del uno por ciento más rico crecen más rápido. Al respecto señala Piketty (Introducción, Sección 10, Párrafo 5):
“Una posible explicación de esto es que las habilidades y la productividad de esos altos directivos aumentaron súbitamente en relación con las de los demás trabajadores. Otra explicación, que me resulta más plausible y compatible con la evidencia, es que los altos ejecutivos tienen, en general, el poder de fijar su propia remuneración, en algunos casos sin límite, y en muchos casos sin relación clara con su productividad”
Sin embargo, lo que el economista francés identifica como la principal fuerza de divergencia está relacionada con el capital. Usando como indicador de la relación capital / ingreso, el número de años de ingreso nacional que se requieren para adquirir el stock de riqueza privada del país representado por la tierra, las propiedades inmobiliarias y el capital industrial y el financiero, Piketty muestra que en Europa, en 1950, ese stock representaba entre dos y tres años de ingreso nacional. En 2010, entre cuatro y seis años. Ese aumento está relacionado con el declive del crecimiento económico. En otras palabras, lo que el aumento de la relación capital / ingreso expresa es una desigualdad fundamental: que la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g): r > g.
A pesar de críticas fuertes como la del geógrafo marxista David Harvey quien cuestiona la noción de capital de Piketty, recalcando que el capital no es una cosa o un conjunto de cosas sino un proceso, el planteamiento de Piketty tiene el enorme mérito de sacar la cuestión de la desigualdad de la gaveta en la que la metieron quienes se dedicaron a defender agendas minimalistas como los objetivos de desarrollo del milenio, ignorando las nocivas consecuencias de las exageradas desigualdades y la necesidad de agendas redistributivas.
Amparados en la falsa expectativa creada por la curva de Kuznets, muchos “hacedores de política” han aplazado y embolatado las reformas redistributivas con el argumento de que, a la larga, el crecimiento económico es la marea que levanta todos los botes. Desde hace varias décadas el crecimiento en buena parte del mundo no sólo está en declive sino que es compatible con el exagerado aumento de las grandes fortunas, y el desempleo y la desprotección social.
Piketty, plantea que la mejor forma de contener las fuerzas que promueven la desigualdad es mediante la tributación progresiva. Ese mensaje es muy pertinente para el caso colombiano en el que coinciden una abyecta desigualdad y bajos niveles de tributación efectiva por cuenta de las innumerables e injustificadas exenciones. En la década de los noventa, Jorge Arturo Bernal Medina, notable promotor de la lucha contra la desigualdad y quien fuera director de Viva la Ciudadanía y de la Corporación Región, lideró el planteamiento de una agenda redistributiva para Colombia. Es hora de retomar esas propuestas en lugar de continuar por el camino minimalista de las políticas asistenciales. Una democracia no puede aguantar tanta desigualdad.
Referencia
Piketty, T. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Cambridge, London: The Belknap Press of Harvard University Press. [Kindle Version, Amazon.com]Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
1 Este comentario no es una reseña del libro de Piketty. Es apenas una impresión preliminar basada en una revisión de su introducción y en el reconocimiento de la importancia que tiene, para nosotros en Colombia, estudiar con detenimiento esta obra que ya parece haber empezado a convertirse en referencia obligada en los debates contemporáneos sobre la desigualdad.
Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.
Profesor universitario
“El desequilibrio entre ricos y pobres –decía el historiador griego Plutarco- es la más vieja y más dañina enfermedad de toda república”. El libro del economista francés Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century (El Capital en el Siglo XX)1, publicado en 2013 y traducido al inglés en 2014, hace resonar en la actualidad aquella afirmación del mundo romano del siglo I. En palabras del propio Piketty (2004, Introducción, Párrafo 2):
“Cuando la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital supera la tasa de crecimiento del producto y el ingreso, como sucedió en el siglo XIX, y parece muy probable que suceda de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas.”
El libro se basa en una investigación llevada a cabo durante quince años. Piketty y sus colaboradores se sumergieron en un enorme volumen de información empírica que cubre tres siglos y más de veinte países. Su objetivo: buscar los hechos, patrones y mecanismos que ayudan a explicar las tendencias históricas de la desigualdad. Para ello, Piketty recopiló y usó dos tipos de datos: i) sobre la desigualdad en la distribución del ingreso y ii) sobre la desigualdad en la distribución de la riqueza. Los primeros los obtiene con base en información sobre impuestos sobre la renta y las cuentas nacionales, y los segundos con base en información sobre impuestos a la propiedad.
Aunque la difusión del conocimiento es una fuerza poderosa que comprime las brechas de ingreso (convergencia), otras fuerzas la contrarrestan y promueven la desigualdad (divergencia). Los principales hallazgos de la investigación tienen que ver con las segundas. En primer lugar, encuentra que durante la Edad de Oro del Capitalismo o los Trente Glorieuses (1945-1975), se redujo la participación del decil más rico en el ingreso total, pero que, desde los años ochenta, ésta ha aumentado dramáticamente. En el caso de Estados Unidos, pero también de otros países, ello tiene mucho que ver con el exagerado incremento de los ingresos de los directores ejecutivos de las corporaciones privadas. Al interior del diez por ciento, los ingresos del uno por ciento más rico crecen más rápido. Al respecto señala Piketty (Introducción, Sección 10, Párrafo 5):
“Una posible explicación de esto es que las habilidades y la productividad de esos altos directivos aumentaron súbitamente en relación con las de los demás trabajadores. Otra explicación, que me resulta más plausible y compatible con la evidencia, es que los altos ejecutivos tienen, en general, el poder de fijar su propia remuneración, en algunos casos sin límite, y en muchos casos sin relación clara con su productividad”
Sin embargo, lo que el economista francés identifica como la principal fuerza de divergencia está relacionada con el capital. Usando como indicador de la relación capital / ingreso, el número de años de ingreso nacional que se requieren para adquirir el stock de riqueza privada del país representado por la tierra, las propiedades inmobiliarias y el capital industrial y el financiero, Piketty muestra que en Europa, en 1950, ese stock representaba entre dos y tres años de ingreso nacional. En 2010, entre cuatro y seis años. Ese aumento está relacionado con el declive del crecimiento económico. En otras palabras, lo que el aumento de la relación capital / ingreso expresa es una desigualdad fundamental: que la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g): r > g.
A pesar de críticas fuertes como la del geógrafo marxista David Harvey quien cuestiona la noción de capital de Piketty, recalcando que el capital no es una cosa o un conjunto de cosas sino un proceso, el planteamiento de Piketty tiene el enorme mérito de sacar la cuestión de la desigualdad de la gaveta en la que la metieron quienes se dedicaron a defender agendas minimalistas como los objetivos de desarrollo del milenio, ignorando las nocivas consecuencias de las exageradas desigualdades y la necesidad de agendas redistributivas.
Amparados en la falsa expectativa creada por la curva de Kuznets, muchos “hacedores de política” han aplazado y embolatado las reformas redistributivas con el argumento de que, a la larga, el crecimiento económico es la marea que levanta todos los botes. Desde hace varias décadas el crecimiento en buena parte del mundo no sólo está en declive sino que es compatible con el exagerado aumento de las grandes fortunas, y el desempleo y la desprotección social.
Piketty, plantea que la mejor forma de contener las fuerzas que promueven la desigualdad es mediante la tributación progresiva. Ese mensaje es muy pertinente para el caso colombiano en el que coinciden una abyecta desigualdad y bajos niveles de tributación efectiva por cuenta de las innumerables e injustificadas exenciones. En la década de los noventa, Jorge Arturo Bernal Medina, notable promotor de la lucha contra la desigualdad y quien fuera director de Viva la Ciudadanía y de la Corporación Región, lideró el planteamiento de una agenda redistributiva para Colombia. Es hora de retomar esas propuestas en lugar de continuar por el camino minimalista de las políticas asistenciales. Una democracia no puede aguantar tanta desigualdad.
Referencia
Piketty, T. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Cambridge, London: The Belknap Press of Harvard University Press. [Kindle Version, Amazon.com]Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
1 Este comentario no es una reseña del libro de Piketty. Es apenas una impresión preliminar basada en una revisión de su introducción y en el reconocimiento de la importancia que tiene, para nosotros en Colombia, estudiar con detenimiento esta obra que ya parece haber empezado a convertirse en referencia obligada en los debates contemporáneos sobre la desigualdad.
Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.
Abstencionismo, oportunismo y pragmatismo cínico
Julio César Carrión Castro
Universidad del Tolima
“...cuando la agresión ideológica del sistema es alta, cuando los medios de comunicación son la única fábrica de opinión, cuando coordinarse y movilizarse se criminaliza y reprime, cuando la miseria de las poblaciones crece… hay una búsqueda -en la que está mucha gente- de herramientas que permitan la lucha. En esa búsqueda queremos estar. No es tanto el votar o no votar, sino qué hacemos entre convocatoria y convocatoria electoral y en qué condiciones nos “enfrentamos” a las mismas”.
APOYO-MUTUO.ORG
Los medios de comunicación se han convertido en el principal instrumento de orientación de las masas populares. Los manipuladores de la “opinión pública” conducen como rebaños a las multitudes, ya sea de consumidores o de sufragantes, hacia los objetivos que desean los empresarios, los buhoneros, los mercachifles, los politiqueros o los detentadores del poder. Dichos medios son instrumentos de control y de regulación social al servicio de los grupos hegemónicos. La desinformación y la propaganda que constantemente emiten, son armas muy eficaces para lograr la apatía, el resentimiento, el desprecio por los valores culturales y por la auténtica participación política, son los más eficientes mecanismos para alcanzar el condicionamiento psicológico generalizado.
La llamada “democracia”, sus valores, antaño reputados como fundamentos del quehacer de los políticos y los académicos, ha sido sustituida, sin pena ni gloria, por la constante manipulación de eso que aún se suele denominar como “la opinión pública”, por parte de unas empresas de la comunicación puestas al servicio de los intereses del mercado y del poder, que únicamente buscan establecer la homogeneidad cultural y el pensamiento único.
Gracias a la “información” que manipulan los medios de comunicación, se logró el aislamiento ciudadano de lo comunitario y de la política activa, se logró reducir la “participación política” a mera participación electorera.
Un nuevo tipo de “demócratas” y “revolucionarios”, fabricados mediáticamente, pululan en el mundillo académico y farandulero manteniendo viva la ilusión de una fantasmagórica democracia. Las llamadas jornadas electorales, promovidas por los grupos hegemónicos y sus medios de comunicación, son una especie de terapias grupales y personales, de encuentros anónimos de descarga emocional, no de esfuerzos tendientes a generar nuevos horizontes para la política, ni a la construcción de movimientos de repudio a la razón instrumental o a la razón de Estado que pesan sobre los ciudadanos.
La sumatoria de dos formas de ilusos, elaborados por los medios de comunicación y la politiquería: por un lado los abstencionistas y por otro los electoreros, ha dado como resultado la inacción y el descrédito de una izquierda, antaño fundamentada en la validez de la utopía socialista y hoy tristemente reducida a velar por un pragmatismo cínico que le permite a sus "lideres" pergeñar ventajas personales y continuar teniendo imagen.
En un intento por rescatar la vieja vocación ética, en que se sustentaba el socialismo posible, sería positivo, un debate, a propósito del sinnúmero de análisis, supuestamente "académico-marxistas", que están surgiendo ahora como explicación al tremendo abstencionismo (de más del 60 % de la población en el último certamen) y al desprecio con que los sectores populares han respondido a la farsa electoral (castigado de paso a los movimientos "de izquierda" que han promovido esta actividad, como si la contienda electorera fuera la única opción para los revolucionarios, como si a eso se redujera toda la política), es bueno recordarles a los mediáticos legitimadores del poder establecido, a los trepadores del escalafón docente, a los farsantes y faránduleros "revolucionarios de academia", dedicados a la opinión política de momento y quienes han llevado hasta el paroxismo las descalificaciones, incluso con la desfachatez de señalar como “idiotas” o irracionales a los promotores del voto en blanco, a los impulsadores de las acciones de nulidad y a los abstencionistas, estas palabras de Estanislao Zuleta:
“Parafraseando podría decirse que hay algo peor que el marxismo vulgar, y es el marxismo profesoral. Aquí todas las tesis pueden ser admitidas y sopesadas con máxima ecuanimidad, precisamente porque se descarta de antemano que puedan convertirse en luchas reales. Toda pasión por construir un mundo nuevo ha desaparecido lo mismo que toda indignación por la infamia de la vida capitalista, tanto de su miseria como de su riqueza, de sus derrotados como de sus exitosos. Al contrario puede abandonarse todo romanticismo revolucionario y toda utopía. El soñador ha entrado al fin en la edad de la razón, se ha instalado sólidamente en la realidad y puede estar seguro de que su nueva disciplina, la marxología científica, es una especialidad bastante rentable en el capitalismo”. (Zuleta, E. Ensayos sobre Marx, Percepción, Medellín, 1987, p. 191.)
Por otra parte son estos mismos “teóricos” y “académicos” que se atrincheran en los medios de comunicación, los defensores de una concepción, supuestamente astuta y bien intencionada, que se presenta como única opción en materia del quehacer político, y que pide a los ciudadanos, a los electores, optar por "el menos peor" de los candidatos en una contienda electoral. Desde hace ya mucho tiempo estas catastróficas tesis le hacen daño a la izquierda, llevando a la carencia de eticidad y al descrédito, a los dirigentes de una supuesta "izquierda", acomodaticia y trepadora, que realmente han terminado pidiéndole a sus militantes renunciar a los sueños y las utopías, en favor de ventajas coyunturales de carácter personal o grupal. Se trata de un pragmatismo cínico que constituye una vergüenza histórica, para los promotores del socialismo, ahora transformados en revolucionarios que no desean la revolución, sino el conformismo y el acomodamiento; líderes que se acercan a sus mediatizados sufragantes, con tesis, programas electoreros y propuestas de alianzas estratégicas con los enemigos, a decir que no existe alternativa distinta a la del acercamiento pragmático, con miras a la obtención de la paz o la futura “revolución”, siempre en espera.
La Revista “Alternativa” en 1976, Preguntaba a Estanislao Zuleta: ¿Hasta qué punto el centro de la actividad y los análisis políticos de la izquierda deben estar polarizados por el problema elecciones-abstención, siendo esta una actividad efímera? Y el maestro Zuleta, con diáfana claridad les respondió: “Nosotros sostenemos que esa es una disyuntiva miserable en un análisis político. Y no creemos en ninguna virtud de la abstención. En Colombia la izquierda se ha engañado muchas veces con el poder de los abstencionistas. Camilo pensó que eran votos para la izquierda, y sigue creyéndose, que la abstención puede ser organizada. Me parece tan ingenuo hacerse ilusiones en las elecciones como hacérselas en la abstención. Porque la capacidad efectiva de las masas se expresa en organizaciones reales para enfrentar la explotación...”.
El apoliticismo, la apatía, el desencanto de las masas frente a los asuntos públicos y ciudadanos ahora se compensa, resignadamente, por parte de estos “académicos” e “intelectuales” de izquierda, mediante el placebo de la “participación virtual”. No es gratuito, en estas condiciones de precariedad democrática, de despolitización, de desprestigio de la actividad política, de suplantación de los líderes y de la fatuidad de esa llamada “sociedad civil”, que se proponga como una nueva opción de rescate de los lazos solidarios y de restablecimiento de la comunidad perdida en medio de esta fragmentación universal, el apoyo “revolucionario”, a los caudillos mejor establecidos, más carismáticos, más “pantalleros”, a los “programas” más publicitados, más “convenientes” para los grupúsculos de una izquierda vergonzosamente fracturada el mil empresitas electorales, con la esperanza de que sus perspectivas mediáticas logren superar las ya marchitas movilizaciones populares.
Toda esa miseria política que los medios siguen denominando “democracia”, nos ha llevado hasta la más sucia cloaca electorera. Muchos de los candidatos, disfrazados de izquierda o de derecha, se declaran demócratas, así sean golpistas o fascistas. Dicen estar en santa cruzada por los “valores de la democracia” y el respeto por el “Estado de derecho” y por la paz...
Tratado de la promiscuidad:
“Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario...”
En una clara manifestación de consistencia teórica e intelectual, característica de los nuevos líderes de la “izquierda” colombiana, el ex-candidato presidencial de la Alianza Verde (promiscua aglutinación de expresiones políticas como el Partido Verde y el movimiento de los Progresistas), el Doctor Enrique Peñalosa, ha dicho que deja en libertad a sus militantes para que voten en la próxima jornada electoral, a favor o en contra de lo que representan sus anteriores competidores, porque, a fin de cuentas, según él lo considera, no existen diferencias, y por tanto da lo mismo Uribe (es decir Zuluaga) que Santos; que es igual mantener los diálogos de paz, que promover el continuismo de la guerra.
Este tipo de tesis tan clarificadoras, nos permite entender la coherencia que acompaña a la “izquierda” colombiana, ya tan lejana de las movilizaciones populares y de la auténtica lucha por el socialismo. Escuchamos planteamientos, expresados a plenitud y diáfanamente, por los activistas de las diversas empresas electorales de esa izquierda oportunista y acomodaticia, en las voces de prestigiosos revolucionarios de parlamento, de prensa y de academia que nos agobian permanentemente, desde los medios de comunicación. Se busca desarrollar, exclusivamente en el escenario electoral, un ficticio debate acerca de las alianzas estratégicas, el abstencionismo, el voto en blanco o el supuesto rechazo a lo único que saben hacer: campañas electoreras... Estos aventajados teóricos mediáticos y faranduleros, que borraron de sus programas toda referencia a la lucha de clases y a la revolución ¿querrán, siguiendo la propuesta de Gatopardo, cambiar algo para que todo siga igual? Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Universidad del Tolima
“...cuando la agresión ideológica del sistema es alta, cuando los medios de comunicación son la única fábrica de opinión, cuando coordinarse y movilizarse se criminaliza y reprime, cuando la miseria de las poblaciones crece… hay una búsqueda -en la que está mucha gente- de herramientas que permitan la lucha. En esa búsqueda queremos estar. No es tanto el votar o no votar, sino qué hacemos entre convocatoria y convocatoria electoral y en qué condiciones nos “enfrentamos” a las mismas”.
APOYO-MUTUO.ORG
Los medios de comunicación se han convertido en el principal instrumento de orientación de las masas populares. Los manipuladores de la “opinión pública” conducen como rebaños a las multitudes, ya sea de consumidores o de sufragantes, hacia los objetivos que desean los empresarios, los buhoneros, los mercachifles, los politiqueros o los detentadores del poder. Dichos medios son instrumentos de control y de regulación social al servicio de los grupos hegemónicos. La desinformación y la propaganda que constantemente emiten, son armas muy eficaces para lograr la apatía, el resentimiento, el desprecio por los valores culturales y por la auténtica participación política, son los más eficientes mecanismos para alcanzar el condicionamiento psicológico generalizado.
La llamada “democracia”, sus valores, antaño reputados como fundamentos del quehacer de los políticos y los académicos, ha sido sustituida, sin pena ni gloria, por la constante manipulación de eso que aún se suele denominar como “la opinión pública”, por parte de unas empresas de la comunicación puestas al servicio de los intereses del mercado y del poder, que únicamente buscan establecer la homogeneidad cultural y el pensamiento único.
Gracias a la “información” que manipulan los medios de comunicación, se logró el aislamiento ciudadano de lo comunitario y de la política activa, se logró reducir la “participación política” a mera participación electorera.
Un nuevo tipo de “demócratas” y “revolucionarios”, fabricados mediáticamente, pululan en el mundillo académico y farandulero manteniendo viva la ilusión de una fantasmagórica democracia. Las llamadas jornadas electorales, promovidas por los grupos hegemónicos y sus medios de comunicación, son una especie de terapias grupales y personales, de encuentros anónimos de descarga emocional, no de esfuerzos tendientes a generar nuevos horizontes para la política, ni a la construcción de movimientos de repudio a la razón instrumental o a la razón de Estado que pesan sobre los ciudadanos.
La sumatoria de dos formas de ilusos, elaborados por los medios de comunicación y la politiquería: por un lado los abstencionistas y por otro los electoreros, ha dado como resultado la inacción y el descrédito de una izquierda, antaño fundamentada en la validez de la utopía socialista y hoy tristemente reducida a velar por un pragmatismo cínico que le permite a sus "lideres" pergeñar ventajas personales y continuar teniendo imagen.
En un intento por rescatar la vieja vocación ética, en que se sustentaba el socialismo posible, sería positivo, un debate, a propósito del sinnúmero de análisis, supuestamente "académico-marxistas", que están surgiendo ahora como explicación al tremendo abstencionismo (de más del 60 % de la población en el último certamen) y al desprecio con que los sectores populares han respondido a la farsa electoral (castigado de paso a los movimientos "de izquierda" que han promovido esta actividad, como si la contienda electorera fuera la única opción para los revolucionarios, como si a eso se redujera toda la política), es bueno recordarles a los mediáticos legitimadores del poder establecido, a los trepadores del escalafón docente, a los farsantes y faránduleros "revolucionarios de academia", dedicados a la opinión política de momento y quienes han llevado hasta el paroxismo las descalificaciones, incluso con la desfachatez de señalar como “idiotas” o irracionales a los promotores del voto en blanco, a los impulsadores de las acciones de nulidad y a los abstencionistas, estas palabras de Estanislao Zuleta:
“Parafraseando podría decirse que hay algo peor que el marxismo vulgar, y es el marxismo profesoral. Aquí todas las tesis pueden ser admitidas y sopesadas con máxima ecuanimidad, precisamente porque se descarta de antemano que puedan convertirse en luchas reales. Toda pasión por construir un mundo nuevo ha desaparecido lo mismo que toda indignación por la infamia de la vida capitalista, tanto de su miseria como de su riqueza, de sus derrotados como de sus exitosos. Al contrario puede abandonarse todo romanticismo revolucionario y toda utopía. El soñador ha entrado al fin en la edad de la razón, se ha instalado sólidamente en la realidad y puede estar seguro de que su nueva disciplina, la marxología científica, es una especialidad bastante rentable en el capitalismo”. (Zuleta, E. Ensayos sobre Marx, Percepción, Medellín, 1987, p. 191.)
Por otra parte son estos mismos “teóricos” y “académicos” que se atrincheran en los medios de comunicación, los defensores de una concepción, supuestamente astuta y bien intencionada, que se presenta como única opción en materia del quehacer político, y que pide a los ciudadanos, a los electores, optar por "el menos peor" de los candidatos en una contienda electoral. Desde hace ya mucho tiempo estas catastróficas tesis le hacen daño a la izquierda, llevando a la carencia de eticidad y al descrédito, a los dirigentes de una supuesta "izquierda", acomodaticia y trepadora, que realmente han terminado pidiéndole a sus militantes renunciar a los sueños y las utopías, en favor de ventajas coyunturales de carácter personal o grupal. Se trata de un pragmatismo cínico que constituye una vergüenza histórica, para los promotores del socialismo, ahora transformados en revolucionarios que no desean la revolución, sino el conformismo y el acomodamiento; líderes que se acercan a sus mediatizados sufragantes, con tesis, programas electoreros y propuestas de alianzas estratégicas con los enemigos, a decir que no existe alternativa distinta a la del acercamiento pragmático, con miras a la obtención de la paz o la futura “revolución”, siempre en espera.
La Revista “Alternativa” en 1976, Preguntaba a Estanislao Zuleta: ¿Hasta qué punto el centro de la actividad y los análisis políticos de la izquierda deben estar polarizados por el problema elecciones-abstención, siendo esta una actividad efímera? Y el maestro Zuleta, con diáfana claridad les respondió: “Nosotros sostenemos que esa es una disyuntiva miserable en un análisis político. Y no creemos en ninguna virtud de la abstención. En Colombia la izquierda se ha engañado muchas veces con el poder de los abstencionistas. Camilo pensó que eran votos para la izquierda, y sigue creyéndose, que la abstención puede ser organizada. Me parece tan ingenuo hacerse ilusiones en las elecciones como hacérselas en la abstención. Porque la capacidad efectiva de las masas se expresa en organizaciones reales para enfrentar la explotación...”.
El apoliticismo, la apatía, el desencanto de las masas frente a los asuntos públicos y ciudadanos ahora se compensa, resignadamente, por parte de estos “académicos” e “intelectuales” de izquierda, mediante el placebo de la “participación virtual”. No es gratuito, en estas condiciones de precariedad democrática, de despolitización, de desprestigio de la actividad política, de suplantación de los líderes y de la fatuidad de esa llamada “sociedad civil”, que se proponga como una nueva opción de rescate de los lazos solidarios y de restablecimiento de la comunidad perdida en medio de esta fragmentación universal, el apoyo “revolucionario”, a los caudillos mejor establecidos, más carismáticos, más “pantalleros”, a los “programas” más publicitados, más “convenientes” para los grupúsculos de una izquierda vergonzosamente fracturada el mil empresitas electorales, con la esperanza de que sus perspectivas mediáticas logren superar las ya marchitas movilizaciones populares.
Toda esa miseria política que los medios siguen denominando “democracia”, nos ha llevado hasta la más sucia cloaca electorera. Muchos de los candidatos, disfrazados de izquierda o de derecha, se declaran demócratas, así sean golpistas o fascistas. Dicen estar en santa cruzada por los “valores de la democracia” y el respeto por el “Estado de derecho” y por la paz...
Tratado de la promiscuidad:
“Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario...”
En una clara manifestación de consistencia teórica e intelectual, característica de los nuevos líderes de la “izquierda” colombiana, el ex-candidato presidencial de la Alianza Verde (promiscua aglutinación de expresiones políticas como el Partido Verde y el movimiento de los Progresistas), el Doctor Enrique Peñalosa, ha dicho que deja en libertad a sus militantes para que voten en la próxima jornada electoral, a favor o en contra de lo que representan sus anteriores competidores, porque, a fin de cuentas, según él lo considera, no existen diferencias, y por tanto da lo mismo Uribe (es decir Zuluaga) que Santos; que es igual mantener los diálogos de paz, que promover el continuismo de la guerra.
Este tipo de tesis tan clarificadoras, nos permite entender la coherencia que acompaña a la “izquierda” colombiana, ya tan lejana de las movilizaciones populares y de la auténtica lucha por el socialismo. Escuchamos planteamientos, expresados a plenitud y diáfanamente, por los activistas de las diversas empresas electorales de esa izquierda oportunista y acomodaticia, en las voces de prestigiosos revolucionarios de parlamento, de prensa y de academia que nos agobian permanentemente, desde los medios de comunicación. Se busca desarrollar, exclusivamente en el escenario electoral, un ficticio debate acerca de las alianzas estratégicas, el abstencionismo, el voto en blanco o el supuesto rechazo a lo único que saben hacer: campañas electoreras... Estos aventajados teóricos mediáticos y faranduleros, que borraron de sus programas toda referencia a la lucha de clases y a la revolución ¿querrán, siguiendo la propuesta de Gatopardo, cambiar algo para que todo siga igual? Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Elecciones, aristocracias y democracia
Alfonso Cuéllar Solano
Filósofo político, ex asesor de la ANUC
Las recientes elecciones han puesto de presente los fenómenos de la movilidad social y por tanto, hemos visto desfilar los más diversos análisis, muchos de estos centrados en los comportamientos de las clases medias y bajas, pero hay una omisión lamentable, como lo constituye, el análisis de las viejas y sobre todo de las nuevas “aristocracias” que ocupan hoy en día los estratos más elevados de la pirámide social. La votación por Zuluaga, esto es, por Uribe, indica que hay un sector de neo-aristócratas que han venido procurándose legitimación social y política y aunque provenientes del lado de los más variados negocios ilícitos: desde, el narcotráfico, la corrupción, las pirámides, las dolosas manipulaciones financieras, el contrabando, minería legal e ilegal, los sanandresitos, las exportaciones ficticias y toda una serie de comercios que se han multiplicado en serie a lo largo y ancho del país y a quienes les asiste, claro está, el derecho a expresarse políticamente. Lo deplorable es que lo hagan de la mano de las ideologías atrasadas y reaccionarias, pero, este es el resultado del espejo en que se miran: el de la pseudoaristocracia tradicional, una de cuyas escisiones de da la mano como es el caso de Pacho Santos, el expresidente Pastrana, los Gómez Martínez en Antioquia, los coqueteos de Peñalosa y la vertiente de Enrique Gómez Hurtado. Y de otro se dan la mano con reducidos sectores de lo que denominan la izquierda y también, de los grupos guerrilleros y no se diga, de los residuos de las autodefensas paramilitares.
La movilidad social también está expresada en un ascenso vertiginoso de clases medias, untadas con los comportamientos ilegales que mencioné antes, que tienen como abrigo común la lumpenización de sus componentes como lo dejó en evidencia el famoso caso “Colmenares”, aunque provengan de la expansión del sistema educativo y sobretodo del acceso a la universidad. La vieja pseudoaristocracia de las clases altas cerró filas a medias alrededor de Santos, pero tanto en ella como en los neos, “late un segundo corazón monárquico”, tal es el caso por ejemplo de Vargas Lleras y toda ese desfile de “delfines” por la Casa de Nariño y los Ministerios, que como “príncipes” aprenden las claves del manejo de la política en la administración.
Desde tiempo atrás y como consecuencia del fenómeno paramilitar y guerrillero, el poder local, pasó a manos de estos poderes fácticos en busca de su reconocimiento político y lo hicieron a través de la intimidación y de la corrupción de la escasa democracia municipal, prestándose para apoyar a una escala amplia una u otra tendencia de las aristocracias más elevadas. Par ello, pusieron a su disposición sus recursos y el bandidaje y el republicanismo y la democracia liberal que practicaron algunos de estos aristócratas Conservadores y Liberales se trocó en la tentación de dejar ver que les latía un “segundo corazón monárquico” y afanosamente buscaron su “Rey” para entronizarlo en el poder, por el tiempo que él quisiera y para ello inventaron las reelecciones.
Por otra parte la profusión de “Reinas” de todos los pelajes y sus “Cortes” financiadas por el dinero caliente, ha puesto en evidencia la carencia de un “Rey”, con la parafernalia que estos implica y que no podría ser llenado por el “rey vallenato”, pues Diomedes no daba la medida. La “monarquía escondida” ha transportado esta circunstancia a la jerarquía política, esto es, el representante de la Hacienda, no del Ubérrimo, sino de cualesquiera otra, como el ideal para personificar al “patrón” y que con su congénita pobreza de lenguaje solo sepa pronunciar las palabras que solo tienen que ver con órdenes y que nos esté visitando con cierta frecuencia, al tenor de los “consejos comunitarios” y los regalitos como demostración de su bondad, un lenguaje de sencillas metáforas para imponer el poder.
En la hacienda colombiana y en casi toda Latinoamérica subyace la “imagen jerárquica” del mundo del catolicismo, que se ha entronizado en las creencias de cada quien, y esto es lo que le da calado a las ideas pre modernas de Uribe. Es el cuadro de costumbres que nos pinta El rejo de enlazar que nos ata al patrón como paradigma de seguridad.
Apertura política
Precisamente, cuando percibimos vientos de apertura política de uno de los portaestandartes de la “aristocracia tradicional” y que por fin después de cien años se busca dar “entrada” a nuevas fuerzas políticas, que no son solamente las que puedan representar a las guerrillas, y que se quiere desarrollar un ejercicio civilizado de la política y de compartir el poder; cuando se vislumbran tendencias hacia la superación de los niveles aberrantes de inequidad y desigualdad, y hay una corriente encabezada por la Iglesia que trabaja arduamente por la reconciliación de todos los colombianos, los usufructuarios del negocio de la violencia, entre ellos, sectores de los jueces, policías, generales, comerciantes-especuladores, terratenientes ganaderos y toda clase de corruptos, sacan a flote sus ambiciones monárquicas y preparan un escenario como si estuviera próxima la coronación del monarca Uribe en cabeza de su testaferro Zuluaga.
Tras un largo itinerario de abandono de las ideas liberales por parte de los Conservadores y de numerosos Liberales, se le ha hecho el quite a la modernidad, para esquivar la razón en pro de las diversas variaciones de la jerarquía católica, configurando así, un modelo de parroquia, donde el Presidente es sinónimo de obispo y los manzanillos y caudillos locales ofician como párrocos y el Parlamento hace coro catedralicio.
La materia prima de que disponen los sociólogos para desentrañar las características de esa neo-aristocracia, autoritaria y antidemocrática por la que quieren que voten los colombianos, hay que buscarla en las páginas sociales de los periódicos y de la revistas de farándula, que reseñan con amplio despliegue, por su puesto pagado, los acontecimientos que no encuentra diferencias con los de los “arribistas” que tanto desprecia la aristocracia y a los que se refiere a menudo como de vulgares imitadores, pero con los cuales se ha venido entretejiendo en un mestizaje evidente. Hay una muestra en las tres bodas, que así lo indican. La primera, la de Jerónimo y la Cabrales en el hotel que sabemos de Cartagena, otra, la de “Fritanga” en una Isla caribeña y la tercera la de la hija del Procurador Ordoñez. En la lista de invitados había muchas coincidencias, pues es la aristocracia de Cartagena, tan parecida a la bogotana y siempre venida a menos, hasta que encontró este negocio del cual vivir refrendando a estos aparecidos.
No produce sino desazón, saber que sólo con un examen o mejor con una disección de estas nuevas realidades y existencias sociales, es que se puede desbrozar el matiz que deja pasar una luz para el progreso de Colombia, cuando se descubre que Santos, no es Ordoñez, ni Fritanga, pero tampoco Jerónimo y es la sutileza de estos matices lo que decide el curso político de los próximos 20 años del país. No es hora de ambigüedades, como la de renunciar a ser líderes o jefes y en un acto de cobardía política, renunciar a reconocer estos matices. Hace unos 20 años el profesor Llinás anunciaba que “Colombia es una Cenicienta que quiere ir al baile de los países desarrollados”. Por eso, el Proceso de Paz tiene que ver con la vida democrática del país. Desde la Guerra de los Mil Días el país reclama a gritos la institucionalización de la entrada para las nuevas fuerzas políticas. Entonces cuando estaba excluido el partido Liberal de la participación parlamentaria por ser minoría. Con el transcurso del tiempo ganaron ese derecho y el de hacer parte del gobierno, pero las inequidades y desigualdades persisten en la vida política, social y económica. Hoy no se trata de definir quien representará a los indígenas, a las comunidades negras, a los campesinos, a las barriadas de nuestras ciudades, que llevan 100 años de ocultamiento. Más bien, lo que corresponde es que estas fuerzas tengan una oportunidad institucional de gobernar, de ejercer una parte del poder y de contribuir a construir la nación.
Hace más de 20 años el maestro Rafael Gutiérrez Girardot había constatado la tragedia y hoy estamos abocados a cambiarla,
“… los paramilitares, que sin saber por qué defienden con estilo de Capone los fundamentos morales y culturales de esa monarquía y, consiguientemente, sus jefes públicamente secretos, that is, la clarecía militar necrófila y sus víctimas: los “desaparecidos” de una u otra manera y la transformación de los defensores de la nación, por mandato constitucional, en sus ocupantes y verdugos; todo esto desplazó a un segundo plano las “aristocracias” hispanoamericanas y hasta la más provinciana, y por eso tenaz: la bogotana y sus imitaciones como la de Popayán o la de Medellín. Pero el desplazamiento no implica que hayan desaparecido sus hábitos y su ejemplo.”1
Los despistados de siempre no encuentran diferencias, ni matices, pero los colombianos los han identificado, no puede ser que si las cosas están mal, nuestra contribución sea a que se empeoren. Esto no es dar muestras de ninguna consideración por este pobre país. Me uno más bien a la corriente progresista que muestra su disposición ejercer el poder y a profundizar la democracia. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Filósofo político, ex asesor de la ANUC
Las recientes elecciones han puesto de presente los fenómenos de la movilidad social y por tanto, hemos visto desfilar los más diversos análisis, muchos de estos centrados en los comportamientos de las clases medias y bajas, pero hay una omisión lamentable, como lo constituye, el análisis de las viejas y sobre todo de las nuevas “aristocracias” que ocupan hoy en día los estratos más elevados de la pirámide social. La votación por Zuluaga, esto es, por Uribe, indica que hay un sector de neo-aristócratas que han venido procurándose legitimación social y política y aunque provenientes del lado de los más variados negocios ilícitos: desde, el narcotráfico, la corrupción, las pirámides, las dolosas manipulaciones financieras, el contrabando, minería legal e ilegal, los sanandresitos, las exportaciones ficticias y toda una serie de comercios que se han multiplicado en serie a lo largo y ancho del país y a quienes les asiste, claro está, el derecho a expresarse políticamente. Lo deplorable es que lo hagan de la mano de las ideologías atrasadas y reaccionarias, pero, este es el resultado del espejo en que se miran: el de la pseudoaristocracia tradicional, una de cuyas escisiones de da la mano como es el caso de Pacho Santos, el expresidente Pastrana, los Gómez Martínez en Antioquia, los coqueteos de Peñalosa y la vertiente de Enrique Gómez Hurtado. Y de otro se dan la mano con reducidos sectores de lo que denominan la izquierda y también, de los grupos guerrilleros y no se diga, de los residuos de las autodefensas paramilitares.
La movilidad social también está expresada en un ascenso vertiginoso de clases medias, untadas con los comportamientos ilegales que mencioné antes, que tienen como abrigo común la lumpenización de sus componentes como lo dejó en evidencia el famoso caso “Colmenares”, aunque provengan de la expansión del sistema educativo y sobretodo del acceso a la universidad. La vieja pseudoaristocracia de las clases altas cerró filas a medias alrededor de Santos, pero tanto en ella como en los neos, “late un segundo corazón monárquico”, tal es el caso por ejemplo de Vargas Lleras y toda ese desfile de “delfines” por la Casa de Nariño y los Ministerios, que como “príncipes” aprenden las claves del manejo de la política en la administración.
Desde tiempo atrás y como consecuencia del fenómeno paramilitar y guerrillero, el poder local, pasó a manos de estos poderes fácticos en busca de su reconocimiento político y lo hicieron a través de la intimidación y de la corrupción de la escasa democracia municipal, prestándose para apoyar a una escala amplia una u otra tendencia de las aristocracias más elevadas. Par ello, pusieron a su disposición sus recursos y el bandidaje y el republicanismo y la democracia liberal que practicaron algunos de estos aristócratas Conservadores y Liberales se trocó en la tentación de dejar ver que les latía un “segundo corazón monárquico” y afanosamente buscaron su “Rey” para entronizarlo en el poder, por el tiempo que él quisiera y para ello inventaron las reelecciones.
Por otra parte la profusión de “Reinas” de todos los pelajes y sus “Cortes” financiadas por el dinero caliente, ha puesto en evidencia la carencia de un “Rey”, con la parafernalia que estos implica y que no podría ser llenado por el “rey vallenato”, pues Diomedes no daba la medida. La “monarquía escondida” ha transportado esta circunstancia a la jerarquía política, esto es, el representante de la Hacienda, no del Ubérrimo, sino de cualesquiera otra, como el ideal para personificar al “patrón” y que con su congénita pobreza de lenguaje solo sepa pronunciar las palabras que solo tienen que ver con órdenes y que nos esté visitando con cierta frecuencia, al tenor de los “consejos comunitarios” y los regalitos como demostración de su bondad, un lenguaje de sencillas metáforas para imponer el poder.
En la hacienda colombiana y en casi toda Latinoamérica subyace la “imagen jerárquica” del mundo del catolicismo, que se ha entronizado en las creencias de cada quien, y esto es lo que le da calado a las ideas pre modernas de Uribe. Es el cuadro de costumbres que nos pinta El rejo de enlazar que nos ata al patrón como paradigma de seguridad.
Apertura política
Precisamente, cuando percibimos vientos de apertura política de uno de los portaestandartes de la “aristocracia tradicional” y que por fin después de cien años se busca dar “entrada” a nuevas fuerzas políticas, que no son solamente las que puedan representar a las guerrillas, y que se quiere desarrollar un ejercicio civilizado de la política y de compartir el poder; cuando se vislumbran tendencias hacia la superación de los niveles aberrantes de inequidad y desigualdad, y hay una corriente encabezada por la Iglesia que trabaja arduamente por la reconciliación de todos los colombianos, los usufructuarios del negocio de la violencia, entre ellos, sectores de los jueces, policías, generales, comerciantes-especuladores, terratenientes ganaderos y toda clase de corruptos, sacan a flote sus ambiciones monárquicas y preparan un escenario como si estuviera próxima la coronación del monarca Uribe en cabeza de su testaferro Zuluaga.
Tras un largo itinerario de abandono de las ideas liberales por parte de los Conservadores y de numerosos Liberales, se le ha hecho el quite a la modernidad, para esquivar la razón en pro de las diversas variaciones de la jerarquía católica, configurando así, un modelo de parroquia, donde el Presidente es sinónimo de obispo y los manzanillos y caudillos locales ofician como párrocos y el Parlamento hace coro catedralicio.
La materia prima de que disponen los sociólogos para desentrañar las características de esa neo-aristocracia, autoritaria y antidemocrática por la que quieren que voten los colombianos, hay que buscarla en las páginas sociales de los periódicos y de la revistas de farándula, que reseñan con amplio despliegue, por su puesto pagado, los acontecimientos que no encuentra diferencias con los de los “arribistas” que tanto desprecia la aristocracia y a los que se refiere a menudo como de vulgares imitadores, pero con los cuales se ha venido entretejiendo en un mestizaje evidente. Hay una muestra en las tres bodas, que así lo indican. La primera, la de Jerónimo y la Cabrales en el hotel que sabemos de Cartagena, otra, la de “Fritanga” en una Isla caribeña y la tercera la de la hija del Procurador Ordoñez. En la lista de invitados había muchas coincidencias, pues es la aristocracia de Cartagena, tan parecida a la bogotana y siempre venida a menos, hasta que encontró este negocio del cual vivir refrendando a estos aparecidos.
No produce sino desazón, saber que sólo con un examen o mejor con una disección de estas nuevas realidades y existencias sociales, es que se puede desbrozar el matiz que deja pasar una luz para el progreso de Colombia, cuando se descubre que Santos, no es Ordoñez, ni Fritanga, pero tampoco Jerónimo y es la sutileza de estos matices lo que decide el curso político de los próximos 20 años del país. No es hora de ambigüedades, como la de renunciar a ser líderes o jefes y en un acto de cobardía política, renunciar a reconocer estos matices. Hace unos 20 años el profesor Llinás anunciaba que “Colombia es una Cenicienta que quiere ir al baile de los países desarrollados”. Por eso, el Proceso de Paz tiene que ver con la vida democrática del país. Desde la Guerra de los Mil Días el país reclama a gritos la institucionalización de la entrada para las nuevas fuerzas políticas. Entonces cuando estaba excluido el partido Liberal de la participación parlamentaria por ser minoría. Con el transcurso del tiempo ganaron ese derecho y el de hacer parte del gobierno, pero las inequidades y desigualdades persisten en la vida política, social y económica. Hoy no se trata de definir quien representará a los indígenas, a las comunidades negras, a los campesinos, a las barriadas de nuestras ciudades, que llevan 100 años de ocultamiento. Más bien, lo que corresponde es que estas fuerzas tengan una oportunidad institucional de gobernar, de ejercer una parte del poder y de contribuir a construir la nación.
Hace más de 20 años el maestro Rafael Gutiérrez Girardot había constatado la tragedia y hoy estamos abocados a cambiarla,
“… los paramilitares, que sin saber por qué defienden con estilo de Capone los fundamentos morales y culturales de esa monarquía y, consiguientemente, sus jefes públicamente secretos, that is, la clarecía militar necrófila y sus víctimas: los “desaparecidos” de una u otra manera y la transformación de los defensores de la nación, por mandato constitucional, en sus ocupantes y verdugos; todo esto desplazó a un segundo plano las “aristocracias” hispanoamericanas y hasta la más provinciana, y por eso tenaz: la bogotana y sus imitaciones como la de Popayán o la de Medellín. Pero el desplazamiento no implica que hayan desaparecido sus hábitos y su ejemplo.”1
Los despistados de siempre no encuentran diferencias, ni matices, pero los colombianos los han identificado, no puede ser que si las cosas están mal, nuestra contribución sea a que se empeoren. Esto no es dar muestras de ninguna consideración por este pobre país. Me uno más bien a la corriente progresista que muestra su disposición ejercer el poder y a profundizar la democracia. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
La reelección de Uribe
Fernando Dorado
Activista social
Los resultados electorales del 25 de mayo/2014 trastocaron todo. El triunfo inesperado de las fuerzas uribistas 44% (Zuluaga, 29% + Ramírez, 15%) cambian drásticamente la situación política del país. La amenaza fascista se torna realidad y se prenden las alarmas.
La debilidad del presidente Santos refleja la precariedad de la democracia colombiana. La abstención se acercó al 60%, el voto en blanco obtuvo un 6% y la izquierda logró un 15% de la votación. El escepticismo, la apatía y la falta de credibilidad en la clase política contrastan con la inconformidad creciente que no es canalizada plenamente por ninguna corriente política.
Todo el mundo sabe que Zuluaga es el candidato de Uribe y que el ex-presidente va a ser el verdadero gobernante. Eso no lo duda nadie. Incluso la fuerza de esa candidatura se fundaba en esa certidumbre. Ellos nunca lo ocultaron. Sus contradictores creían que iban a ridiculizar y debilitar a Zuluaga acusándolo de ser títere o marioneta de Uribe. Ocurrió todo lo contrario. Es que en la práctica el pueblo que votó a Zuluaga estaba reeligiendo a Uribe.
¿Para qué quiere el gobierno Uribe? Tiene varios objetivos: 1. Consolidar su poder; 2. Eternizarse en el gobierno; 3. Auto-absolverse; 4. Sabotear los diálogos de Paz y azuzar la guerra; 5. Cerrar la democracia y exterminar la oposición; y 6. Desestabilizar la región.
1. Consolidar su poder: Desde que Uribe diseñó su proyecto político en 1994 de “la refundación de la Nación”, su objetivo no sólo era derrotar a la guerrilla sino instaurar un “Estado Comunitario Corporativo”, basado en el totalitarismo, manejado por el “príncipe”, sin intermediarios pero apoyado en una corte de mandaderos dispuestos a cooptar todas las instancias del Estado.
Así, su objetivo inmediato al llegar nuevamente al gobierno será reforzar al debilitado Procurador, apoderarse totalmente de los órganos de la Justicia y de Control, reorganizar sus fuerzas en el Ejército y Policía, recrear y ordenar los grupos paramilitares existentes, y fortalecer sus relaciones internacionales con la derecha estadounidense, latinoamericana y mundial para conseguir un apoyo consistente para detener el “proyecto castro-chavista”.
2. Eternizarse en el gobierno: El plan de Uribe al llegar al gobierno en 2002 fue proyectado hasta el 2025. El referendo de 2003 era su primer paso pero fue derrotado por las fuerzas democráticas. Después no dudó en violar la legalidad para aprobar la reelección y estuvo a punto de conseguir su continuidad hacia un tercer mandato.
En esa dirección actuará de inmediato. La reelección indefinida es su meta y ya en el poder va a tratar de convocar una Asamblea Constituyente o Constitucional para conseguir ese objetivo. Es capaz de buscar el apoyo popular para revocar el actual Congreso, ya que está en minoría. Eso lo hará si no consigue hacer mayorías recurriendo a la “mermelada”, la coerción o el chantaje. Ya ha demostrado que es capaz de todo.
3. Auto-absolverse: Desde antes de ser un reconocido político Álvaro Uribe Vélez ha estado involucrado en actividades ilegales. Así lo indican todos los prontuarios en que está comprometido. Importantes cabecillas paramilitares han reconocido que Uribe era su principal jefe o comandante. El problema es que sabe tanto y tiene tal cantidad de pruebas contra sus cómplices cercanos y no tan cercanos, que ha logrado salir airoso frente a una débil justicia que respeta la inmunidad de que goza el ex-presidente y además, no tiene – por ahora – ni la voluntad ni las herramientas para juzgarlo.
Uribe pretende limpiar cualquier tipo de pruebas de los crímenes y delitos que se realizaron durante su gobierno. Para ello tendrá que hacer cosas más graves e ilegales que las que ya realizó en sus 8 años de gobierno o durante su estadía en la gobernación de Antioquia. No va a dudar un instante porque su principal preocupación es la Corte Penal Internacional. Eso es lo que lo trasnocha y va a torcer las normas y los hechos para auto-exculparse.
4. Sabotear los diálogos de paz y azuzar la guerra: Uribe siempre ha soñado con el exterminio de la guerrilla a sangre y fuego. En los primeros 4 años de su gobierno creyó haber logrado la derrota de la insurgencia en el plano militar con la ayuda de los grupos paramilitares. El triunfo final quería hacerlo con las fuerzas militares oficiales para convertirse en el “César colombiano”. En los siguientes años lo iba logrando con golpes contundentes a las FARC que se mantenía en la guerra de posiciones, pero a partir de 2006 la guerrilla cambió la estrategia y regresó a la guerra de guerrillas, asimilando los golpes.
Ahora pretende que con toda la inteligencia, información, logística e infiltración que ha desarrollado el ejército y la policía, va a poder concretar sus sueños. Si es necesario, no va a dudar en implementar la estrategia exitosa que utilizó Fujimori contra Sendero Luminoso. Son las “rondas campesinas” aprovechando el cansancio existente entre la población de amplias zonas rurales. En muchas regiones la gente está fastidiada con el régimen impuesto por las FARC, su autoritarismo, la aplicación de impuestos, las normas inconsultas, las presiones y el reclutamiento forzado. Además, Uribe pretende aprovechar el estado de ánimo derrotista que puede surgir entre los combatientes después de que se rompan los diálogos y promover la deserción.
5. Cerrar la democracia y exterminar la oposición: El “Estado Comunitario Corporativo” de Uribe es una especie de “democracia directa” pero controlada desde arriba. Es la utilización extrema de una aparente “participación comunitaria” planificada desde los organismos empresariales corporativos, limitada exclusivamente a aspectos logísticos y operativos de carácter local. La eficiencia y efectividad del fascismo pensadas para una república tropical que según la visión uribista-paisa-clerical, lo que necesita es disciplina y orden.
Para hacerlo necesita liquidar la oposición. Si acusó a Juan Manuel Santos de ser un agente del “castro-chavismo”… ¿qué se puede esperar del tratamiento que va dar a los verdaderos izquierdistas? De un régimen uribista cebado de venganza y odio hasta los tuétanos no se puede esperar nada bueno. Uribe está motivado por el desquite y su cuenta de cobro es de sangre y horror. Las fuerzas de extrema-derecha están al acecho, son del tipo del “hacker Sepúlveda”, se consideran héroes y su tarea inmediata es desaparecer a los opositores. Por eso, la indecisión de los dirigentes del Polo y Verdes no tiene más explicación que estar asentada en una enorme ingenuidad y falta de visión política.
6. Desestabilizar la región: Está claro que tanto el imperio como la mayoría de la Gran Burguesía transnacionalizada están comprometidas con una “paz a su medida”. Pero ellos no se complican. Si las condiciones políticas internas del país le dan el gobierno al uribismo, no van a dudar un instante en reforzar ese poder y utilizarlo a fondo. Así ha actuado el imperialismo siempre. A veces intervienen en una dirección u otra, pero si no lo consiguen, rápidamente se acomodan y apoyan al triunfador para defender y consolidar sus intereses. Lo han hecho en Egipto, Túnez y muchos países de África en donde juegan a tres bandas. Si tienen que seguir instrumentalizando a su favor el conflicto armado, lo van a hacer con gusto y con toda la infraestructura disponible.
Uribe está comprometido a fondo con la ultraderecha fascista de Venezuela apoyada por grandes empresarios y centros de pensamiento estratégico de Miami, Madrid, y otras capitales latinoamericanas. Va a utilizar al gobierno colombiano para desestabilizar las relaciones con los países vecinos donde avanzan reformas democráticas con ciertos devaneos socialistas. Está dispuesto y decidido a ponerse al servicio de un plan intervencionista estadounidense que ante los fracasos que ha tenido en Siria y Ucrania, vuelve los ojos sobre la región que siempre ha considerado su “patio trasero”.
Conclusión
Por ello llamamos a “votar por Santos contra Uribe”. Esta decisión se fundamenta en que no le creemos nada a Santos pero sí le creemos todo a Uribe. Apoyamos a Santos para detener y derrotar a Uribe. Votamos por Santos para poder hacerle una oposición en el marco de la Constitución Política. Rechazamos a Uribe (Zuluaga) porque ya lo conocemos y sabemos cuáles son sus alcances. Zuluaga parece emular a Uribe cuando ha demostrado que es capaz de infiltrar al ejército, interceptar las comunicaciones del gobierno y de sus contradictores, y mentir descaradamente cuando ha sido pillado en flagrancia.
Votamos por Santos, pero no nos hacemos ninguna ilusión. La terminación del conflicto armado y la verdadera Paz sólo podrá ser conseguida si derrotamos la amenaza inmediata del uribismo fascista. Sólo lo lograremos si construimos la más amplia unidad entre las fuerzas independientes, alternativas, progresistas, de izquierda, liberales y conservadores demócratas, para defender la precaria democracia existente y poder ampliarla con nuestra acción consciente y organizada.
La debilidad de Santos refleja la precariedad de la democracia colombiana. El zorro y el lobo uribista están al acecho para cazarla y destruirla. Los pastores y canes amaestrados debemos estar alerta, organizados y preparados para defenderla. La Nación espera que los dirigentes más conscientes prioricen la defensa de la democracia para poder “salir de las FARC” por la vía de la concertación y construir las condiciones de la verdadera Paz, que pasan por las grandes transformaciones económicas, sociales y políticas que requiere el pueblo y el país.
Estas dos semanas que quedan son determinantes para el pueblo y la Nación. Si las fuerzas democráticas de tipo popular actúan con diligencia, unidad y claridad, quedarán en condiciones de avanzar en el inmediato futuro. Corren también el riesgo de dejarse cooptar por acuerdos y promesas. Pero hoy, es el riesgo menor. La amenaza uribista es más letal. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Activista social
Los resultados electorales del 25 de mayo/2014 trastocaron todo. El triunfo inesperado de las fuerzas uribistas 44% (Zuluaga, 29% + Ramírez, 15%) cambian drásticamente la situación política del país. La amenaza fascista se torna realidad y se prenden las alarmas.
La debilidad del presidente Santos refleja la precariedad de la democracia colombiana. La abstención se acercó al 60%, el voto en blanco obtuvo un 6% y la izquierda logró un 15% de la votación. El escepticismo, la apatía y la falta de credibilidad en la clase política contrastan con la inconformidad creciente que no es canalizada plenamente por ninguna corriente política.
Todo el mundo sabe que Zuluaga es el candidato de Uribe y que el ex-presidente va a ser el verdadero gobernante. Eso no lo duda nadie. Incluso la fuerza de esa candidatura se fundaba en esa certidumbre. Ellos nunca lo ocultaron. Sus contradictores creían que iban a ridiculizar y debilitar a Zuluaga acusándolo de ser títere o marioneta de Uribe. Ocurrió todo lo contrario. Es que en la práctica el pueblo que votó a Zuluaga estaba reeligiendo a Uribe.
¿Para qué quiere el gobierno Uribe? Tiene varios objetivos: 1. Consolidar su poder; 2. Eternizarse en el gobierno; 3. Auto-absolverse; 4. Sabotear los diálogos de Paz y azuzar la guerra; 5. Cerrar la democracia y exterminar la oposición; y 6. Desestabilizar la región.
1. Consolidar su poder: Desde que Uribe diseñó su proyecto político en 1994 de “la refundación de la Nación”, su objetivo no sólo era derrotar a la guerrilla sino instaurar un “Estado Comunitario Corporativo”, basado en el totalitarismo, manejado por el “príncipe”, sin intermediarios pero apoyado en una corte de mandaderos dispuestos a cooptar todas las instancias del Estado.
Así, su objetivo inmediato al llegar nuevamente al gobierno será reforzar al debilitado Procurador, apoderarse totalmente de los órganos de la Justicia y de Control, reorganizar sus fuerzas en el Ejército y Policía, recrear y ordenar los grupos paramilitares existentes, y fortalecer sus relaciones internacionales con la derecha estadounidense, latinoamericana y mundial para conseguir un apoyo consistente para detener el “proyecto castro-chavista”.
2. Eternizarse en el gobierno: El plan de Uribe al llegar al gobierno en 2002 fue proyectado hasta el 2025. El referendo de 2003 era su primer paso pero fue derrotado por las fuerzas democráticas. Después no dudó en violar la legalidad para aprobar la reelección y estuvo a punto de conseguir su continuidad hacia un tercer mandato.
En esa dirección actuará de inmediato. La reelección indefinida es su meta y ya en el poder va a tratar de convocar una Asamblea Constituyente o Constitucional para conseguir ese objetivo. Es capaz de buscar el apoyo popular para revocar el actual Congreso, ya que está en minoría. Eso lo hará si no consigue hacer mayorías recurriendo a la “mermelada”, la coerción o el chantaje. Ya ha demostrado que es capaz de todo.
3. Auto-absolverse: Desde antes de ser un reconocido político Álvaro Uribe Vélez ha estado involucrado en actividades ilegales. Así lo indican todos los prontuarios en que está comprometido. Importantes cabecillas paramilitares han reconocido que Uribe era su principal jefe o comandante. El problema es que sabe tanto y tiene tal cantidad de pruebas contra sus cómplices cercanos y no tan cercanos, que ha logrado salir airoso frente a una débil justicia que respeta la inmunidad de que goza el ex-presidente y además, no tiene – por ahora – ni la voluntad ni las herramientas para juzgarlo.
Uribe pretende limpiar cualquier tipo de pruebas de los crímenes y delitos que se realizaron durante su gobierno. Para ello tendrá que hacer cosas más graves e ilegales que las que ya realizó en sus 8 años de gobierno o durante su estadía en la gobernación de Antioquia. No va a dudar un instante porque su principal preocupación es la Corte Penal Internacional. Eso es lo que lo trasnocha y va a torcer las normas y los hechos para auto-exculparse.
4. Sabotear los diálogos de paz y azuzar la guerra: Uribe siempre ha soñado con el exterminio de la guerrilla a sangre y fuego. En los primeros 4 años de su gobierno creyó haber logrado la derrota de la insurgencia en el plano militar con la ayuda de los grupos paramilitares. El triunfo final quería hacerlo con las fuerzas militares oficiales para convertirse en el “César colombiano”. En los siguientes años lo iba logrando con golpes contundentes a las FARC que se mantenía en la guerra de posiciones, pero a partir de 2006 la guerrilla cambió la estrategia y regresó a la guerra de guerrillas, asimilando los golpes.
Ahora pretende que con toda la inteligencia, información, logística e infiltración que ha desarrollado el ejército y la policía, va a poder concretar sus sueños. Si es necesario, no va a dudar en implementar la estrategia exitosa que utilizó Fujimori contra Sendero Luminoso. Son las “rondas campesinas” aprovechando el cansancio existente entre la población de amplias zonas rurales. En muchas regiones la gente está fastidiada con el régimen impuesto por las FARC, su autoritarismo, la aplicación de impuestos, las normas inconsultas, las presiones y el reclutamiento forzado. Además, Uribe pretende aprovechar el estado de ánimo derrotista que puede surgir entre los combatientes después de que se rompan los diálogos y promover la deserción.
5. Cerrar la democracia y exterminar la oposición: El “Estado Comunitario Corporativo” de Uribe es una especie de “democracia directa” pero controlada desde arriba. Es la utilización extrema de una aparente “participación comunitaria” planificada desde los organismos empresariales corporativos, limitada exclusivamente a aspectos logísticos y operativos de carácter local. La eficiencia y efectividad del fascismo pensadas para una república tropical que según la visión uribista-paisa-clerical, lo que necesita es disciplina y orden.
Para hacerlo necesita liquidar la oposición. Si acusó a Juan Manuel Santos de ser un agente del “castro-chavismo”… ¿qué se puede esperar del tratamiento que va dar a los verdaderos izquierdistas? De un régimen uribista cebado de venganza y odio hasta los tuétanos no se puede esperar nada bueno. Uribe está motivado por el desquite y su cuenta de cobro es de sangre y horror. Las fuerzas de extrema-derecha están al acecho, son del tipo del “hacker Sepúlveda”, se consideran héroes y su tarea inmediata es desaparecer a los opositores. Por eso, la indecisión de los dirigentes del Polo y Verdes no tiene más explicación que estar asentada en una enorme ingenuidad y falta de visión política.
6. Desestabilizar la región: Está claro que tanto el imperio como la mayoría de la Gran Burguesía transnacionalizada están comprometidas con una “paz a su medida”. Pero ellos no se complican. Si las condiciones políticas internas del país le dan el gobierno al uribismo, no van a dudar un instante en reforzar ese poder y utilizarlo a fondo. Así ha actuado el imperialismo siempre. A veces intervienen en una dirección u otra, pero si no lo consiguen, rápidamente se acomodan y apoyan al triunfador para defender y consolidar sus intereses. Lo han hecho en Egipto, Túnez y muchos países de África en donde juegan a tres bandas. Si tienen que seguir instrumentalizando a su favor el conflicto armado, lo van a hacer con gusto y con toda la infraestructura disponible.
Uribe está comprometido a fondo con la ultraderecha fascista de Venezuela apoyada por grandes empresarios y centros de pensamiento estratégico de Miami, Madrid, y otras capitales latinoamericanas. Va a utilizar al gobierno colombiano para desestabilizar las relaciones con los países vecinos donde avanzan reformas democráticas con ciertos devaneos socialistas. Está dispuesto y decidido a ponerse al servicio de un plan intervencionista estadounidense que ante los fracasos que ha tenido en Siria y Ucrania, vuelve los ojos sobre la región que siempre ha considerado su “patio trasero”.
Conclusión
Por ello llamamos a “votar por Santos contra Uribe”. Esta decisión se fundamenta en que no le creemos nada a Santos pero sí le creemos todo a Uribe. Apoyamos a Santos para detener y derrotar a Uribe. Votamos por Santos para poder hacerle una oposición en el marco de la Constitución Política. Rechazamos a Uribe (Zuluaga) porque ya lo conocemos y sabemos cuáles son sus alcances. Zuluaga parece emular a Uribe cuando ha demostrado que es capaz de infiltrar al ejército, interceptar las comunicaciones del gobierno y de sus contradictores, y mentir descaradamente cuando ha sido pillado en flagrancia.
Votamos por Santos, pero no nos hacemos ninguna ilusión. La terminación del conflicto armado y la verdadera Paz sólo podrá ser conseguida si derrotamos la amenaza inmediata del uribismo fascista. Sólo lo lograremos si construimos la más amplia unidad entre las fuerzas independientes, alternativas, progresistas, de izquierda, liberales y conservadores demócratas, para defender la precaria democracia existente y poder ampliarla con nuestra acción consciente y organizada.
La debilidad de Santos refleja la precariedad de la democracia colombiana. El zorro y el lobo uribista están al acecho para cazarla y destruirla. Los pastores y canes amaestrados debemos estar alerta, organizados y preparados para defenderla. La Nación espera que los dirigentes más conscientes prioricen la defensa de la democracia para poder “salir de las FARC” por la vía de la concertación y construir las condiciones de la verdadera Paz, que pasan por las grandes transformaciones económicas, sociales y políticas que requiere el pueblo y el país.
Estas dos semanas que quedan son determinantes para el pueblo y la Nación. Si las fuerzas democráticas de tipo popular actúan con diligencia, unidad y claridad, quedarán en condiciones de avanzar en el inmediato futuro. Corren también el riesgo de dejarse cooptar por acuerdos y promesas. Pero hoy, es el riesgo menor. La amenaza uribista es más letal. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Y de pronto… ya no es relevante la confianza inversionista
Jaime Alberto Rendón Acevedo
Centro de Estudios en Desarrollo y Territorio Universidad de La Salle
Sin duda alguna esta campaña electoral ha sido la más rara de todas. No solamente han desaparecido los grandes temas, en apariencia las preocupaciones sobre el acontecer diario de nuestras vidas, sino que en medio de escándalos, ilícitos y cualquier cantidad de actos propios de quienes tiene una ética y una moral al servicio de su ego, la gente ha salido a votar a plena consciencia: si en efecto, se votó con criterio, pero ante todo sin importar que por quien se votara estuviera cuestionado, ya investigado, que detrás de él existiera un manto de dudas, de personajes sombríos. Ni modo, parece que a buena parte de la población le gusta que alguien hable duro, que “sea verraco” y enfrente al que sea, aunque ello implique lo que ya ha sucedido.
Colombia es un país de tradiciones, donde las buenas maneras y costumbres hacen gala de buen comportamiento. En la economía esto ha sido una constante, hemos preferido cualquier cosa menos a dejar de cumplir con nuestros deberes, por ejemplo el pago de las deudas o los compromisos adquiridos con los organismos multilaterales. Con el advenimiento de las reformas estructurales, las aperturas, los TLC y demás artilugios para el libre mercado, hemos implementado las más bondadosas políticas para posibilitar la Inversión Extranjera Directa y la presencia de empresas transnacionales en el país. Para ello, el entonces presidente Uribe, diseñó mecanismos como los acuerdos de estabilidad jurídica o diferentes exenciones tributarias, entre otras, con las cuales concurrimos como sociedad a la protección de estos grandes capitales.
Ante esto, obviamente, ganamos una gran presencia en los contextos internacionales. Nos convertimos en un país que no solo garantiza altas tasas de ganancia para las empresas extranjeras (y las grandes nacionales claro está) sino que toda su estructura estatal se rediseñó para facilitar el desenvolvimiento económico de estos grandes capitales. De hecho fuimos de los pocos países de América Latina, por no decir el único, que no implementó controles a los mercados de capitales posibilitando la revaluación de la moneda; nos hemos hecho felicitar por el FMI y con todo esto nos convertimos en una especie de paraíso para los inversionistas.
Desde el Gobierno de Pastrana ha sido así, Uribe lo que hizo fue profundizarlo (todos dos con la ayuda de Martha Lucía Ramírez) y Santos aunque de manera tímida, como todo lo suyo, ha matizado en algunas cosas, fundamentalmente en lo que tiene que ver con nuevos acuerdos de zonas francas o estabilidad jurídica.
Siempre se nos ha dicho que todo esto, ser buenos y no generar escándalos, como la renegociación de los contratos de hidrocarburos en Bolivia o la expulsión del Banco Mundial del Ecuador tras demostrárseles que estaban especulando con la deuda externa; era la mejor estrategia para que se nos considerara como un país serio, para que los inversionistas encontraran en este país un lugar de inversión y tras ello, lograr la generación de empleos, la transferencia de tecnologías y conocimiento. Siempre nos hemos preocupado por el qué dirán de nosotros, y en economía esto ha sido una constante histórica.
Por esto, el tema de la confianza inversionista se convirtió en un propósito nacional. Las élites respaldaron el discurso uribista y toda la sociedad empezó a marchar en torno a lo que deberían ser las facilidades que se les daría, a generar las condiciones óptimas para que el país fuera considerado un lugar de inversión, con reconocimiento mundial. Nadie, absolutamente nadie, debía salirse del libreto. Cualquier palabra mal dicha, cualquier acto irreverente, fue considerado traición.
Y ahora, ante las necesidades de poder, cuando la lucha por la presidencia no es fácil, todos aquellos discursos se han olvidado y, por el contrario, las huestes uribistas con el mismo Patrón a la cabeza, han salido a dar lo mejor y peor de si, a mostrar al país como infantil, a decir que se acabará la propiedad privada, que Colombia ya hace parte de una endemoniada conspiración comunista internacional y Santos, de un momento a otro se ha convertido en el artífice de tan macabro proceso. Qué tontería la de ellos pero es peor aún nuestra ingenuidad.
Pero ellos como decía Jaime Garzón, los adalides de la democracia y las buenas costumbres, actúan para la defensa de país, ellos son los salvadores, sus palabras asesinas son propias de quien ama y protege, no tienen ningún otro propósito. Nosotros deberemos agradecer semejantes favores. Sin embargo ya es hora de preguntarnos ¿Y qué pensarán los inversionistas internacionales?
Inicialmente, sentirán pánico, mientras llega el nuevo Gobierno, le ponen trabas al proceso de diálogo, los capitales emigrarán y la revaluación seguirá golpeando a la industria, al campo y a todos. Se asustarán los inversionistas por un probable recrudecimiento de la violencia mientras las partes se muestran los dientes, el armamento y la gran capacidad para hacernos daño.
Luego, pasados un par de años y un proceso constituyente, se volverán a generar más y mejores medidas para los inversionistas que retornarán con ahínco a recuperar el tiempo perdido. El presidente Zuluaga, mostrará resultados y una renovada confianza del capital. Él ya sabe de eso, por eso lo eligieron el mejor ministro, como a todos, que bien le dijo Santos. No fue por algo diferente: por obediente y dadivoso. Las FARC volverán a lo único que saben hacer: más daño. Seguimos a expensas de unos y otros, desde hace algunos años, muchos para mí, son las FARC quienes han decidido quien preside a este país.
Así, con uno más mesurado (Santos) que los otros (Uribe – Zuluaga) el modelo de desarrollo y en particular el modelo económico no cambiará, seguiremos por la misma senda que nos ha sido trazada desde sitios diferentes. Hoy estos “debates” tan mezquinos hacen que el capital este alerta, pero a los protagonistas los tiene sin cuidado que su actuar los haga ver como simples gamonales de una república banana. Pero el día pasará, el sol volverá a salir y seguiremos postrados revolcándonos en nuestras propias miserias, mientras en el poder se reparten lo que a todos pertenece.
Por esto, no por otra cosa, prefiero que las negociaciones sigan su curso, que logren culminar, espero, con éxito, y el conflicto deje de contar con un actor de mucho peso. Mi voto será entonces una apuesta por la negociación política del conflicto, y ante todo, para evitarle al país, algunos, muchos años de dictadura uribista disfrazada de verraquera paisa. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Centro de Estudios en Desarrollo y Territorio Universidad de La Salle
Sin duda alguna esta campaña electoral ha sido la más rara de todas. No solamente han desaparecido los grandes temas, en apariencia las preocupaciones sobre el acontecer diario de nuestras vidas, sino que en medio de escándalos, ilícitos y cualquier cantidad de actos propios de quienes tiene una ética y una moral al servicio de su ego, la gente ha salido a votar a plena consciencia: si en efecto, se votó con criterio, pero ante todo sin importar que por quien se votara estuviera cuestionado, ya investigado, que detrás de él existiera un manto de dudas, de personajes sombríos. Ni modo, parece que a buena parte de la población le gusta que alguien hable duro, que “sea verraco” y enfrente al que sea, aunque ello implique lo que ya ha sucedido.
Colombia es un país de tradiciones, donde las buenas maneras y costumbres hacen gala de buen comportamiento. En la economía esto ha sido una constante, hemos preferido cualquier cosa menos a dejar de cumplir con nuestros deberes, por ejemplo el pago de las deudas o los compromisos adquiridos con los organismos multilaterales. Con el advenimiento de las reformas estructurales, las aperturas, los TLC y demás artilugios para el libre mercado, hemos implementado las más bondadosas políticas para posibilitar la Inversión Extranjera Directa y la presencia de empresas transnacionales en el país. Para ello, el entonces presidente Uribe, diseñó mecanismos como los acuerdos de estabilidad jurídica o diferentes exenciones tributarias, entre otras, con las cuales concurrimos como sociedad a la protección de estos grandes capitales.
Ante esto, obviamente, ganamos una gran presencia en los contextos internacionales. Nos convertimos en un país que no solo garantiza altas tasas de ganancia para las empresas extranjeras (y las grandes nacionales claro está) sino que toda su estructura estatal se rediseñó para facilitar el desenvolvimiento económico de estos grandes capitales. De hecho fuimos de los pocos países de América Latina, por no decir el único, que no implementó controles a los mercados de capitales posibilitando la revaluación de la moneda; nos hemos hecho felicitar por el FMI y con todo esto nos convertimos en una especie de paraíso para los inversionistas.
Desde el Gobierno de Pastrana ha sido así, Uribe lo que hizo fue profundizarlo (todos dos con la ayuda de Martha Lucía Ramírez) y Santos aunque de manera tímida, como todo lo suyo, ha matizado en algunas cosas, fundamentalmente en lo que tiene que ver con nuevos acuerdos de zonas francas o estabilidad jurídica.
Siempre se nos ha dicho que todo esto, ser buenos y no generar escándalos, como la renegociación de los contratos de hidrocarburos en Bolivia o la expulsión del Banco Mundial del Ecuador tras demostrárseles que estaban especulando con la deuda externa; era la mejor estrategia para que se nos considerara como un país serio, para que los inversionistas encontraran en este país un lugar de inversión y tras ello, lograr la generación de empleos, la transferencia de tecnologías y conocimiento. Siempre nos hemos preocupado por el qué dirán de nosotros, y en economía esto ha sido una constante histórica.
Por esto, el tema de la confianza inversionista se convirtió en un propósito nacional. Las élites respaldaron el discurso uribista y toda la sociedad empezó a marchar en torno a lo que deberían ser las facilidades que se les daría, a generar las condiciones óptimas para que el país fuera considerado un lugar de inversión, con reconocimiento mundial. Nadie, absolutamente nadie, debía salirse del libreto. Cualquier palabra mal dicha, cualquier acto irreverente, fue considerado traición.
Y ahora, ante las necesidades de poder, cuando la lucha por la presidencia no es fácil, todos aquellos discursos se han olvidado y, por el contrario, las huestes uribistas con el mismo Patrón a la cabeza, han salido a dar lo mejor y peor de si, a mostrar al país como infantil, a decir que se acabará la propiedad privada, que Colombia ya hace parte de una endemoniada conspiración comunista internacional y Santos, de un momento a otro se ha convertido en el artífice de tan macabro proceso. Qué tontería la de ellos pero es peor aún nuestra ingenuidad.
Pero ellos como decía Jaime Garzón, los adalides de la democracia y las buenas costumbres, actúan para la defensa de país, ellos son los salvadores, sus palabras asesinas son propias de quien ama y protege, no tienen ningún otro propósito. Nosotros deberemos agradecer semejantes favores. Sin embargo ya es hora de preguntarnos ¿Y qué pensarán los inversionistas internacionales?
Inicialmente, sentirán pánico, mientras llega el nuevo Gobierno, le ponen trabas al proceso de diálogo, los capitales emigrarán y la revaluación seguirá golpeando a la industria, al campo y a todos. Se asustarán los inversionistas por un probable recrudecimiento de la violencia mientras las partes se muestran los dientes, el armamento y la gran capacidad para hacernos daño.
Luego, pasados un par de años y un proceso constituyente, se volverán a generar más y mejores medidas para los inversionistas que retornarán con ahínco a recuperar el tiempo perdido. El presidente Zuluaga, mostrará resultados y una renovada confianza del capital. Él ya sabe de eso, por eso lo eligieron el mejor ministro, como a todos, que bien le dijo Santos. No fue por algo diferente: por obediente y dadivoso. Las FARC volverán a lo único que saben hacer: más daño. Seguimos a expensas de unos y otros, desde hace algunos años, muchos para mí, son las FARC quienes han decidido quien preside a este país.
Así, con uno más mesurado (Santos) que los otros (Uribe – Zuluaga) el modelo de desarrollo y en particular el modelo económico no cambiará, seguiremos por la misma senda que nos ha sido trazada desde sitios diferentes. Hoy estos “debates” tan mezquinos hacen que el capital este alerta, pero a los protagonistas los tiene sin cuidado que su actuar los haga ver como simples gamonales de una república banana. Pero el día pasará, el sol volverá a salir y seguiremos postrados revolcándonos en nuestras propias miserias, mientras en el poder se reparten lo que a todos pertenece.
Por esto, no por otra cosa, prefiero que las negociaciones sigan su curso, que logren culminar, espero, con éxito, y el conflicto deje de contar con un actor de mucho peso. Mi voto será entonces una apuesta por la negociación política del conflicto, y ante todo, para evitarle al país, algunos, muchos años de dictadura uribista disfrazada de verraquera paisa. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Lo que hay que hacer en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
Ruth Maritza Quevedo
Economista y Candidata a Magister en
Ordenamiento Urbano Regional Universidad Nacional de Colombia
Que Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga representen lo mismo en términos de la aplicación de políticas de corte neoliberal, proyecto al que nos oponemos los sectores progresistas y de izquierda, importa poco a la hora de decidir en esta coyuntura, votar como opción presidencial a Juan Manuel Santos.
El no muy santo Juan Manuel carga los pecados de haber hecho parte del segundo gobierno de su entonces amigo Álvaro Uribe Vélez en la cartera del ministerio de Defensa, y de haber sido uno de los promotores de su partido (el de la U). O sea que si bien el actual presidente además es responsable moral y políticamente en el diseño e implementación del proyecto político militar de la seguridad democrática, representa un riesgo mucho menor que el que representa Oscar Iván Zuluaga en el poder.
Al parecer Zuluaga selló con sangre su juramento de lealtad al ahora senador Álvaro Uribe, tanto como para asumir incluso su impostura. Lo que preocupa es el parecido de Zuluaga y Uribe en su capacidad para desestabilizar la región desde una postura de ultraderecha y su simpatía por las conductas ilegales y de terror para aniquilar la oposición política y social, que los sectores populares y de izquierda les representan. De manera que pensar en un gobierno con Zuluaga en la luz y Uribe y su combo en la sombra, es francamente aterrador.
Interesante sería que, como vienen proponiendo varias voces democráticas, el bloque progresista y de izquierda de este país, que cree y lucha incansable por las reformas sociales y económicas que Colombia necesita y que tiene gran potencial de definición electoral, sumara de manera articulada a la suscripción de un pacto no burocrático con Santos, para avanzar en las transformaciones que no necesariamente deberán pasar por la Habana y que son los verdaderos hechos de Paz. Una agenda mínima, que pueden ser emprendida de inmediato por el gobierno de Santos, pasa por i) el respaldo al proceso de paz, el cumplimiento de los acuerdos de la Habana, así como la incorporación del ELN y del conjunto de la sociedad al proceso de dialogo ii) El impulso a un proceso nacional pedagógico para la Paz y la reconciliación nacional, que debe pasar por la reflexión frente al papel de los medios de comunicación para la Paz, iii) Como consecuencia de lo anterior la sociedad colombiana en su conjunto podrá pensar, proponer y construir la Colombia soñada. En este escenario que debe ser inmediato, tales fuerzas deberán comprometer a sus colectividades con la participación electoral por medio de acciones concretas de campaña y no solo con saludos televisados de los líderes.
Hemos vistos movimientos de los actores políticos en este sentido unos con mayor coherencia que otros; Gustavo Petro y un sector del progresismo anticipó y casi que apalancó la derrota de la candidata del PDA y prefirió confundir a su electorado yendo por la campaña ganadora desde la primera vuelta; la UP luego de deliberar internamente como órgano colectivo para la segunda vuelta, decidió apoyar el proceso de Paz, es decir apoyar el voto por Santos, pero distanciarse claramente del programa de los dos candidatos, igual decisión tomó la Marcha Patriótica; el PDA por su parte sigue, expresando la fuerza del MOIR a su interior, a pesar de que la candidata Clara López comienza a verse como una figura que se suma al sector más progresista del partido. El drama del PDA a nuestro modo de ver es que su composición de fuerzas no le permite actuar con vitalidad y soltura en la coyuntura política, favorable para una propuesta alternativa que sea capaz de ocupar el espacio del inconformismo ciudadano.
Que estamos en un momento histórico es una verdad de a puño, pensar en ocho años de obscurantismo de ultraderecha, terminar con los avances del proceso de paz, así los cálculos electorales de Zuluaga digan lo contrario, volver a la seguridad democrática y profundizar el modelo de libre mercado puede conllevar al país a un nuevo largo ciclo de deterioro democrático y profundización de la guerra con consecuencias inestimables.
Un día el profesor Raúl Alameda Ospina habló sobre las tareas de los demócratas y las tareas de los revolucionarios, en alusión a un texto de Lenin. Justo en este momento la tarea tanto de unos como de otros es realizar un frente común por la Paz, es impulsar la salida negociada al conflicto armado, es bloquear las aspiraciones de la ultra derecha en el poder y es no ser ingenuos. Es bien cierto que no nos gusta Santos, porque representa la rancia oligarquía nacional, que en parte es responsable de la creación de este monstruo que se les salió o de las manos, a quienes hoy les conviene este pacto. Pero menos nos gusta la guerra y es nuestra responsabilidad actuar en contra de ella, más allá de los cálculos electorales o cualquier otra consideración. En esos términos está la cosa. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Economista y Candidata a Magister en
Ordenamiento Urbano Regional Universidad Nacional de Colombia
Que Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga representen lo mismo en términos de la aplicación de políticas de corte neoliberal, proyecto al que nos oponemos los sectores progresistas y de izquierda, importa poco a la hora de decidir en esta coyuntura, votar como opción presidencial a Juan Manuel Santos.
El no muy santo Juan Manuel carga los pecados de haber hecho parte del segundo gobierno de su entonces amigo Álvaro Uribe Vélez en la cartera del ministerio de Defensa, y de haber sido uno de los promotores de su partido (el de la U). O sea que si bien el actual presidente además es responsable moral y políticamente en el diseño e implementación del proyecto político militar de la seguridad democrática, representa un riesgo mucho menor que el que representa Oscar Iván Zuluaga en el poder.
Al parecer Zuluaga selló con sangre su juramento de lealtad al ahora senador Álvaro Uribe, tanto como para asumir incluso su impostura. Lo que preocupa es el parecido de Zuluaga y Uribe en su capacidad para desestabilizar la región desde una postura de ultraderecha y su simpatía por las conductas ilegales y de terror para aniquilar la oposición política y social, que los sectores populares y de izquierda les representan. De manera que pensar en un gobierno con Zuluaga en la luz y Uribe y su combo en la sombra, es francamente aterrador.
Interesante sería que, como vienen proponiendo varias voces democráticas, el bloque progresista y de izquierda de este país, que cree y lucha incansable por las reformas sociales y económicas que Colombia necesita y que tiene gran potencial de definición electoral, sumara de manera articulada a la suscripción de un pacto no burocrático con Santos, para avanzar en las transformaciones que no necesariamente deberán pasar por la Habana y que son los verdaderos hechos de Paz. Una agenda mínima, que pueden ser emprendida de inmediato por el gobierno de Santos, pasa por i) el respaldo al proceso de paz, el cumplimiento de los acuerdos de la Habana, así como la incorporación del ELN y del conjunto de la sociedad al proceso de dialogo ii) El impulso a un proceso nacional pedagógico para la Paz y la reconciliación nacional, que debe pasar por la reflexión frente al papel de los medios de comunicación para la Paz, iii) Como consecuencia de lo anterior la sociedad colombiana en su conjunto podrá pensar, proponer y construir la Colombia soñada. En este escenario que debe ser inmediato, tales fuerzas deberán comprometer a sus colectividades con la participación electoral por medio de acciones concretas de campaña y no solo con saludos televisados de los líderes.
Hemos vistos movimientos de los actores políticos en este sentido unos con mayor coherencia que otros; Gustavo Petro y un sector del progresismo anticipó y casi que apalancó la derrota de la candidata del PDA y prefirió confundir a su electorado yendo por la campaña ganadora desde la primera vuelta; la UP luego de deliberar internamente como órgano colectivo para la segunda vuelta, decidió apoyar el proceso de Paz, es decir apoyar el voto por Santos, pero distanciarse claramente del programa de los dos candidatos, igual decisión tomó la Marcha Patriótica; el PDA por su parte sigue, expresando la fuerza del MOIR a su interior, a pesar de que la candidata Clara López comienza a verse como una figura que se suma al sector más progresista del partido. El drama del PDA a nuestro modo de ver es que su composición de fuerzas no le permite actuar con vitalidad y soltura en la coyuntura política, favorable para una propuesta alternativa que sea capaz de ocupar el espacio del inconformismo ciudadano.
Que estamos en un momento histórico es una verdad de a puño, pensar en ocho años de obscurantismo de ultraderecha, terminar con los avances del proceso de paz, así los cálculos electorales de Zuluaga digan lo contrario, volver a la seguridad democrática y profundizar el modelo de libre mercado puede conllevar al país a un nuevo largo ciclo de deterioro democrático y profundización de la guerra con consecuencias inestimables.
Un día el profesor Raúl Alameda Ospina habló sobre las tareas de los demócratas y las tareas de los revolucionarios, en alusión a un texto de Lenin. Justo en este momento la tarea tanto de unos como de otros es realizar un frente común por la Paz, es impulsar la salida negociada al conflicto armado, es bloquear las aspiraciones de la ultra derecha en el poder y es no ser ingenuos. Es bien cierto que no nos gusta Santos, porque representa la rancia oligarquía nacional, que en parte es responsable de la creación de este monstruo que se les salió o de las manos, a quienes hoy les conviene este pacto. Pero menos nos gusta la guerra y es nuestra responsabilidad actuar en contra de ella, más allá de los cálculos electorales o cualquier otra consideración. En esos términos está la cosa. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
El debate presidencial y las dinámicas del conflicto armado
Luis Eduardo Celis
Investigador de Derechos Humanos
Primera parte
Cursada la primera vuelta Presidencial, es bueno preguntarse por algunas dimensiones del conflicto armado que tienen que ver con este hecho político de la mayor importancia para Colombia.
La primera anotación que debe darnos aliento para seguir en la brega de cerrar esta confrontación armada de medio siglo, es que las elecciones del domingo 25 de mayo fueron las menor interferidas por la acción guerrillera de las últimas tres décadas. El domingo en que se desarrollaron las elecciones que dieron como ganador a Belisario Betancur en mayo de 1982, fueron más movidas y con acción guerrillera y ni que decir de ahí para adelante.
Sobre el tema de la tregua, el Observatorio sobre conflicto armado en Colombia de la Fundación Paz & Reconciliación concluyó que durante los 10 días de la tregua anunciada por las FARC, en el marco del proceso electoral, se presentaron 3 acciones armadas, dos por iniciativa de la Fuerza Pública y una en la cual existen dudas sobre la forma en la que se produjo el hecho.
La tregua que de manera unilateral decretaron FARC y ELN; que cumplieron, es una muestra del interés de las guerrillas de jugar políticamente, distensionando el conflicto y mostrando una capacidad de mando y control que permanentemente se les cuestiona, pero que una y otra vez las FARC, en las treguas anteriores, la tozuda realidad evidencia que una cosa son los hechos y otra la crítica sin fundamento, FARC y ELN mantienen su cohesión interna y la capacidad de frenar o activar su accionar.
Otro tema interesante a considerar, es cómo se mantiene la tendencia, en todas las elecciones Presidenciales desde 2002 en los departamentos de mayor intensidad del conflicto, donde de manera amplia gana el Uribismo, esto ha pasado en Arauca, Guaviare, Putumayo, Caquetá, Huila y Meta, lo cual debe ser leído como la fatiga y hastío ante tanta violencia, el único departamento donde el conflicto armado es intenso y gana el Presidente Santos, es el Cauca, que se puede explicar por una dinámica social que ha resistido a la guerra y que toma total distancia con el Uribismo.
Sobre la Costa Caribe, donde ganó el paramilitarismo una confrontación entre 1995 y 2003, desalojando o arrinconando a pequeños bolsones a la guerrilla, hay que hilar con mayor finura por que en los siete departamentos gana el presidente Juan Manuel Santos, sin excepción, lo cual llevaría a preguntarnos si es que las dinámicas de la parapolítica han sido controladas, disminuidas o se han asimilado a un presente, donde cambien de ropaje político, según conveniencias concretas y han dejado a un lado su discurso contrainsurgente y están más en la asimilación a una legalidad que les permita ejercer su poder con mayor discreción.
En un escenario de negociaciones en curso con las FARC y una mesa pendiente con el ELN y en un debate presidencial que continúa, es previsible una nueva declaratoria de tregua conjunta en el mismo formato, anunciada con poca anterioridad y cumplida.
El conflicto armado y sus perspectivas de resolución negociada, han copado el centro del debate presidencial y estamos asistiendo a un “acomodamiento” del Uribismo, pero ese es un tema para la próxima semana. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Investigador de Derechos Humanos
Primera parte
Cursada la primera vuelta Presidencial, es bueno preguntarse por algunas dimensiones del conflicto armado que tienen que ver con este hecho político de la mayor importancia para Colombia.
La primera anotación que debe darnos aliento para seguir en la brega de cerrar esta confrontación armada de medio siglo, es que las elecciones del domingo 25 de mayo fueron las menor interferidas por la acción guerrillera de las últimas tres décadas. El domingo en que se desarrollaron las elecciones que dieron como ganador a Belisario Betancur en mayo de 1982, fueron más movidas y con acción guerrillera y ni que decir de ahí para adelante.
Sobre el tema de la tregua, el Observatorio sobre conflicto armado en Colombia de la Fundación Paz & Reconciliación concluyó que durante los 10 días de la tregua anunciada por las FARC, en el marco del proceso electoral, se presentaron 3 acciones armadas, dos por iniciativa de la Fuerza Pública y una en la cual existen dudas sobre la forma en la que se produjo el hecho.
La tregua que de manera unilateral decretaron FARC y ELN; que cumplieron, es una muestra del interés de las guerrillas de jugar políticamente, distensionando el conflicto y mostrando una capacidad de mando y control que permanentemente se les cuestiona, pero que una y otra vez las FARC, en las treguas anteriores, la tozuda realidad evidencia que una cosa son los hechos y otra la crítica sin fundamento, FARC y ELN mantienen su cohesión interna y la capacidad de frenar o activar su accionar.
Otro tema interesante a considerar, es cómo se mantiene la tendencia, en todas las elecciones Presidenciales desde 2002 en los departamentos de mayor intensidad del conflicto, donde de manera amplia gana el Uribismo, esto ha pasado en Arauca, Guaviare, Putumayo, Caquetá, Huila y Meta, lo cual debe ser leído como la fatiga y hastío ante tanta violencia, el único departamento donde el conflicto armado es intenso y gana el Presidente Santos, es el Cauca, que se puede explicar por una dinámica social que ha resistido a la guerra y que toma total distancia con el Uribismo.
Sobre la Costa Caribe, donde ganó el paramilitarismo una confrontación entre 1995 y 2003, desalojando o arrinconando a pequeños bolsones a la guerrilla, hay que hilar con mayor finura por que en los siete departamentos gana el presidente Juan Manuel Santos, sin excepción, lo cual llevaría a preguntarnos si es que las dinámicas de la parapolítica han sido controladas, disminuidas o se han asimilado a un presente, donde cambien de ropaje político, según conveniencias concretas y han dejado a un lado su discurso contrainsurgente y están más en la asimilación a una legalidad que les permita ejercer su poder con mayor discreción.
En un escenario de negociaciones en curso con las FARC y una mesa pendiente con el ELN y en un debate presidencial que continúa, es previsible una nueva declaratoria de tregua conjunta en el mismo formato, anunciada con poca anterioridad y cumplida.
El conflicto armado y sus perspectivas de resolución negociada, han copado el centro del debate presidencial y estamos asistiendo a un “acomodamiento” del Uribismo, pero ese es un tema para la próxima semana. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Votos, guerra y paz
Jaime Zuluaga Nieto
Docente Investigador Universidad Externado de Colombia
Sin duda, los resultados de las elecciones del 25 de mayo son desconcertantes y paradójicos. Cuando más sólidamente se avanza y más lejos se ha llegado en la construcción de un acuerdo con las FARC-EP para ponerle fin a la guerra, el electorado “castiga” el proceso votando en mayor proporción por el candidato que encarna la continuidad de la guerra. Pero esos no son los únicos resultados. Y paz o guerra no son los únicos determinantes en la distribución de los votos, hay otros. Por eso conviene dar una mirada de conjunto estas elecciones, antesala de una incierta segunda vuelta.
El resultado de la primera vuelta
El 2014 es un año electoral en América Latina. Panamá, Costa Rica, El Salvador ya eligieron presidentes. Brasil, Uruguay y Bolivia lo harán entre junio y octubre. A diferencia de la situación de algunos de estos países, en los que compiten o compitieron con opción de triunfo grupos de izquierda democrática, en Colombia las corrientes de izquierda democrática no fueron tercería viable. Aquí la presidencia se define entre la derecha: la opción reeleccionista autoclasificada como de centro, y la del Centro Democrático que agrupa a la extrema derecha. En la primera vuelta arrancó en punta, con el 29%, el Centro Democrático, seguido de la Unidad Nacional, la coalición de gobierno, con el 25%.
De las cinco fuerzas en contienda en la primera vuelta dos son críticas de la solución política negociada (Centro Democrático y Partido Conservador, dividido) y tres coinciden en su defensa (Unidad Nacional apoyada por el Progresismo, la coalición Polo Democrático/UP y la Alianza Verde) y se comprometen con la continuación del proceso de negociaciones en curso. Sumadas las dos primeras tuvieron alrededor de 6.1 millones de votos; sumadas las segundas alrededor de 6.3 millones de votos. La división es clara y se refleja en el equilibrio entre las dos candidaturas mayoritarias que pasaron a segunda vuelta. Hay dos diferencias que cuentan y que pueden alterar este relativo equilibrio: al Centro Democrático adhirió el Partido Conservador, fracción no reeleccionista; a la Unidad Nacional no adhirieron el PDA y la Alianza Verde aunque declararon que apoyan el proceso de paz.
Poca atención se ha prestado a lo que pasó con el PDA/UP y la Alianza Verde. Después de un mediocre resultado en las elecciones para Congreso el PDA recuperó espacio político y en su campaña pesaron la propuesta de paz y la demanda de cambio en el modelo de desarrollo. Dos millones de votos son un resultado sorprendente para un partido que manejó tan mal la crisis de la Alcaldía en Bogotá. A su vez la Alianza Verde, con una votación apreciable en las elecciones para Congreso en la que el electorado favoreció la crítica rigurosa a lo que representaron los ochos años de gobierno uribista, tuvo un bajo aunque decoroso desempeño. Probablemente la afectó su candidato sobre el que siempre flotó la impronta de un encubierto uribismo. Sumados los votos de estas dos corrientes, superan los del partido Conservador, dividido, y se acercan a las de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta. La señal es clara: hubo condiciones para una tercería como alternativa cierta y, una vez más, no fueron aprovechadas. Sus programas articulan paz, críticas al modelo de desarrollo, a la corrupción y a las relaciones entre legalidad e ilegalidad en el ejercicio del poder.
En el resultado electoral hay que tener en cuenta una serie de cuestiones: a)- en relación con el proceso de paz, es claro el fuerte rechazo a las FARC-EP por amplios sectores de la sociedad, fruto de sus formas de acción y de la construcción de ellas como enemigo de la sociedad durante la pasada administración. b)- En relación con la seguridad, la concepción de ésta basada en la militarización de la sociedad y en el poder intimidatorio de las armas no sólo produjo “confianza inversionista”, produjo otro tipo de confianza: en una democracia bajo tutela militar, que es lo que hoy reclaman millones de ciudadanos, particularmente de sectores medios de la población; el apoyo a la guerra mueve a sectores muy poderosos que se benefician de ella; muchos otros han terminado por entender que la guerra ha permitido conservar el statu quo y preservado sus privilegios. Estos factores, a y b, ayudan a entender por qué hoy no hay un copioso apoyo a la política de paz. Desde luego inciden otros factores como la ausencia de una pedagogía de paz y ambigüedades del gobierno como la permanente voz del Ministro de Defensa deslegitimándolo. c)- Respecto de la relación centro-regiones, algunas de las reformas, como la del régimen de regalías, le pasaron la cuenta al gobierno desde las regiones. d)- En relación con la política social las incoherencias entre el discurso que dice respetar la oposición, la movilización social y atender las demandas sociales y las políticas que efectivamente se adoptan.
Incidencia del resultado final de las elecciones en el proceso de paz
El triunfo inicial del Centro Democrático es una amenaza para el proceso de paz. Aquí la política de paz no es de Estado sino de gobierno y, por tanto, sujeto a las veleidades de éstos. Un eventual triunfo del Centro Democrático puede acabar con el proceso, así diga estar dispuesto a continuarlo agregándole condicionamientos. Difícilmente un proceso inherentemente complejo, soporta ese tipo de entrabamientos cuando se encuentra tan avanzado y su diseño ha mostrado ser eficaz.
Pero no solamente amenaza al proceso de paz. También a la precaria y maltrecha democracia colombiana: es el retorno del autoritarismo, de la desinstitucionalización, de las alianzas entre la legalidad y la ilegalidad y de la protección de las redes de poder económico y político que se preservaron en el cuestionado proceso de desmovilización de las estructuras militares del paramilitarismo; de la estigmatización y criminalización de los opositores, defensores/as de derechos humanos, luchadores/as por la paz y, muy seguramente, de los esfuerzos por acallar los pocos espacios de justicia que aún hay abiertos para poder absolver o sobreseer a quienes contribuyeron a convertir algunas instituciones del Estado en “empresas criminales”, como con propiedad las llamara en su momento el entonces Fiscal General de la Nación Mario Iguarán.
La reelección del Presidencial garantiza la continuidad del proceso. Es la mejor opción si se está por la salida política negociada, máxime cuando ya se ha avanzado tanto en la agenda acordada. Si el margen de victoria es estrecho, le reduciría hacia el futuro el margen de maniobra para moverse en las negociaciones, como quiera que en éstas es indispensable hacer concesiones de parte y parte. De allí la importancia de un respaldo político fuerte.
Qué pueden hacer los sectores democráticos y la izquierda democrática para contribuir a la salida política negociada de la guerra
Ya se desperdició, por las razones que fueren, la opción de una tercería de izquierda democrática en una coyuntura en la que la derecha se encuentra profundamente dividida. Eso dejó abierto el campo para que la presidencia se defina entre la derecha. Pero el que las opciones en segunda vuelta sean de derecha no significa que no haya diferencias entre ellas. Si no las hubiera, no estarían divididos. Por supuesto que no están divididos en todo: en materia de modelo de desarrollo tienen identificaciones sustanciales, pero en la forma de hacer política y de selección de aliados se dividen. Igualmente en la forma de ponerle fin a la guerra.
Estas diferencias cuentan en el presente y para el futuro. Hoy estamos cerca, como nunca antes, de ponerle fin a la guerra entre el Estado y las FARC-EP y muy seguramente con el ELN. Si ello se logra habrán por lo menos tres ganancias claras para la sociedad. En primer lugar, cesarán las atrocidades de esta guerra degradada que tanto afecta a la población civil. En segundo lugar, el gobierno se verá obligado a realizar las reformas y políticas acordadas en las negociaciones de paz para promover el desarrollo agrario integral, fortalecer la participación política y modificar la política antinarcóticos y lo que se logre acordar sobre el tratamiento a las víctimas. Por su parte las guerrillas, convertidas en movimientos políticos, tendrán que comprometerse con estas políticas y reformas y asumir sus responsabilidades ante el país. Por último, cambiarán radicalmente las condiciones para el desarrollo de las luchas sociales y políticas, desaparecerán los factores que han servido de pretexto para criminalizarlas y estigmatizarlas como expresiones de la subversión. Igualmente los sectores sociales dejarán de estar bajo la presencia intimidatoria de las armas de los grupos guerrilleros. Todo ello favorecerá a los sectores democráticos y de izquierda democrática para desarrollar la acción política con renovadas fuerzas y acercarse a sus objetivos de transformación y democratización de la sociedad.
No es la primera vez, y no será la última, en la que alianzas entre derecha e izquierda sirven para derrotar el extremismo de derecha militarista. Hoy debemos evitar retrocesos y abortar las posibilidades ciertas de salir de la guerra uniendo las fuerzas de todos los que, coherentemente, le jugamos a la salida política negociada. Eso nos une, otras cosas nos distancian. En un contexto de posconflicto armado habrán nuevas condiciones para confrontar esas diferencias de manera civilista. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Docente Investigador Universidad Externado de Colombia
Sin duda, los resultados de las elecciones del 25 de mayo son desconcertantes y paradójicos. Cuando más sólidamente se avanza y más lejos se ha llegado en la construcción de un acuerdo con las FARC-EP para ponerle fin a la guerra, el electorado “castiga” el proceso votando en mayor proporción por el candidato que encarna la continuidad de la guerra. Pero esos no son los únicos resultados. Y paz o guerra no son los únicos determinantes en la distribución de los votos, hay otros. Por eso conviene dar una mirada de conjunto estas elecciones, antesala de una incierta segunda vuelta.
El resultado de la primera vuelta
El 2014 es un año electoral en América Latina. Panamá, Costa Rica, El Salvador ya eligieron presidentes. Brasil, Uruguay y Bolivia lo harán entre junio y octubre. A diferencia de la situación de algunos de estos países, en los que compiten o compitieron con opción de triunfo grupos de izquierda democrática, en Colombia las corrientes de izquierda democrática no fueron tercería viable. Aquí la presidencia se define entre la derecha: la opción reeleccionista autoclasificada como de centro, y la del Centro Democrático que agrupa a la extrema derecha. En la primera vuelta arrancó en punta, con el 29%, el Centro Democrático, seguido de la Unidad Nacional, la coalición de gobierno, con el 25%.
De las cinco fuerzas en contienda en la primera vuelta dos son críticas de la solución política negociada (Centro Democrático y Partido Conservador, dividido) y tres coinciden en su defensa (Unidad Nacional apoyada por el Progresismo, la coalición Polo Democrático/UP y la Alianza Verde) y se comprometen con la continuación del proceso de negociaciones en curso. Sumadas las dos primeras tuvieron alrededor de 6.1 millones de votos; sumadas las segundas alrededor de 6.3 millones de votos. La división es clara y se refleja en el equilibrio entre las dos candidaturas mayoritarias que pasaron a segunda vuelta. Hay dos diferencias que cuentan y que pueden alterar este relativo equilibrio: al Centro Democrático adhirió el Partido Conservador, fracción no reeleccionista; a la Unidad Nacional no adhirieron el PDA y la Alianza Verde aunque declararon que apoyan el proceso de paz.
Poca atención se ha prestado a lo que pasó con el PDA/UP y la Alianza Verde. Después de un mediocre resultado en las elecciones para Congreso el PDA recuperó espacio político y en su campaña pesaron la propuesta de paz y la demanda de cambio en el modelo de desarrollo. Dos millones de votos son un resultado sorprendente para un partido que manejó tan mal la crisis de la Alcaldía en Bogotá. A su vez la Alianza Verde, con una votación apreciable en las elecciones para Congreso en la que el electorado favoreció la crítica rigurosa a lo que representaron los ochos años de gobierno uribista, tuvo un bajo aunque decoroso desempeño. Probablemente la afectó su candidato sobre el que siempre flotó la impronta de un encubierto uribismo. Sumados los votos de estas dos corrientes, superan los del partido Conservador, dividido, y se acercan a las de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta. La señal es clara: hubo condiciones para una tercería como alternativa cierta y, una vez más, no fueron aprovechadas. Sus programas articulan paz, críticas al modelo de desarrollo, a la corrupción y a las relaciones entre legalidad e ilegalidad en el ejercicio del poder.
En el resultado electoral hay que tener en cuenta una serie de cuestiones: a)- en relación con el proceso de paz, es claro el fuerte rechazo a las FARC-EP por amplios sectores de la sociedad, fruto de sus formas de acción y de la construcción de ellas como enemigo de la sociedad durante la pasada administración. b)- En relación con la seguridad, la concepción de ésta basada en la militarización de la sociedad y en el poder intimidatorio de las armas no sólo produjo “confianza inversionista”, produjo otro tipo de confianza: en una democracia bajo tutela militar, que es lo que hoy reclaman millones de ciudadanos, particularmente de sectores medios de la población; el apoyo a la guerra mueve a sectores muy poderosos que se benefician de ella; muchos otros han terminado por entender que la guerra ha permitido conservar el statu quo y preservado sus privilegios. Estos factores, a y b, ayudan a entender por qué hoy no hay un copioso apoyo a la política de paz. Desde luego inciden otros factores como la ausencia de una pedagogía de paz y ambigüedades del gobierno como la permanente voz del Ministro de Defensa deslegitimándolo. c)- Respecto de la relación centro-regiones, algunas de las reformas, como la del régimen de regalías, le pasaron la cuenta al gobierno desde las regiones. d)- En relación con la política social las incoherencias entre el discurso que dice respetar la oposición, la movilización social y atender las demandas sociales y las políticas que efectivamente se adoptan.
Incidencia del resultado final de las elecciones en el proceso de paz
El triunfo inicial del Centro Democrático es una amenaza para el proceso de paz. Aquí la política de paz no es de Estado sino de gobierno y, por tanto, sujeto a las veleidades de éstos. Un eventual triunfo del Centro Democrático puede acabar con el proceso, así diga estar dispuesto a continuarlo agregándole condicionamientos. Difícilmente un proceso inherentemente complejo, soporta ese tipo de entrabamientos cuando se encuentra tan avanzado y su diseño ha mostrado ser eficaz.
Pero no solamente amenaza al proceso de paz. También a la precaria y maltrecha democracia colombiana: es el retorno del autoritarismo, de la desinstitucionalización, de las alianzas entre la legalidad y la ilegalidad y de la protección de las redes de poder económico y político que se preservaron en el cuestionado proceso de desmovilización de las estructuras militares del paramilitarismo; de la estigmatización y criminalización de los opositores, defensores/as de derechos humanos, luchadores/as por la paz y, muy seguramente, de los esfuerzos por acallar los pocos espacios de justicia que aún hay abiertos para poder absolver o sobreseer a quienes contribuyeron a convertir algunas instituciones del Estado en “empresas criminales”, como con propiedad las llamara en su momento el entonces Fiscal General de la Nación Mario Iguarán.
La reelección del Presidencial garantiza la continuidad del proceso. Es la mejor opción si se está por la salida política negociada, máxime cuando ya se ha avanzado tanto en la agenda acordada. Si el margen de victoria es estrecho, le reduciría hacia el futuro el margen de maniobra para moverse en las negociaciones, como quiera que en éstas es indispensable hacer concesiones de parte y parte. De allí la importancia de un respaldo político fuerte.
Qué pueden hacer los sectores democráticos y la izquierda democrática para contribuir a la salida política negociada de la guerra
Ya se desperdició, por las razones que fueren, la opción de una tercería de izquierda democrática en una coyuntura en la que la derecha se encuentra profundamente dividida. Eso dejó abierto el campo para que la presidencia se defina entre la derecha. Pero el que las opciones en segunda vuelta sean de derecha no significa que no haya diferencias entre ellas. Si no las hubiera, no estarían divididos. Por supuesto que no están divididos en todo: en materia de modelo de desarrollo tienen identificaciones sustanciales, pero en la forma de hacer política y de selección de aliados se dividen. Igualmente en la forma de ponerle fin a la guerra.
Estas diferencias cuentan en el presente y para el futuro. Hoy estamos cerca, como nunca antes, de ponerle fin a la guerra entre el Estado y las FARC-EP y muy seguramente con el ELN. Si ello se logra habrán por lo menos tres ganancias claras para la sociedad. En primer lugar, cesarán las atrocidades de esta guerra degradada que tanto afecta a la población civil. En segundo lugar, el gobierno se verá obligado a realizar las reformas y políticas acordadas en las negociaciones de paz para promover el desarrollo agrario integral, fortalecer la participación política y modificar la política antinarcóticos y lo que se logre acordar sobre el tratamiento a las víctimas. Por su parte las guerrillas, convertidas en movimientos políticos, tendrán que comprometerse con estas políticas y reformas y asumir sus responsabilidades ante el país. Por último, cambiarán radicalmente las condiciones para el desarrollo de las luchas sociales y políticas, desaparecerán los factores que han servido de pretexto para criminalizarlas y estigmatizarlas como expresiones de la subversión. Igualmente los sectores sociales dejarán de estar bajo la presencia intimidatoria de las armas de los grupos guerrilleros. Todo ello favorecerá a los sectores democráticos y de izquierda democrática para desarrollar la acción política con renovadas fuerzas y acercarse a sus objetivos de transformación y democratización de la sociedad.
No es la primera vez, y no será la última, en la que alianzas entre derecha e izquierda sirven para derrotar el extremismo de derecha militarista. Hoy debemos evitar retrocesos y abortar las posibilidades ciertas de salir de la guerra uniendo las fuerzas de todos los que, coherentemente, le jugamos a la salida política negociada. Eso nos une, otras cosas nos distancian. En un contexto de posconflicto armado habrán nuevas condiciones para confrontar esas diferencias de manera civilista. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
La paz en la encrucijada
Alonso Ojeda Awad
Ex embajador de Colombia, Director Programa de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional
En la primera declaración radial que concedió el candidato ganador de la primera vuelta presidencial, Oscar Iván Zuluaga, manifestó, en forma taxativa, que de ser elegido Presidente de la República, en la segunda vuelta, suspenderá los diálogos de La Habana con las FARC-EP. En esta forma advirtió a la sociedad colombiana y a quienes trabajamos y soñamos con la paz que éste esperanzador esfuerzo adelantado por el presidente Santos, se terminará el 7 de agosto del presente año, si la insurgencia no acepta un cese unilateral al fuego y un sometimiento a la justicia.
Para quienes hemos venido haciendo un seguimiento sistemático y cotidiano a estas conversaciones es clara esta determinación. El candidato Uribista, desde inicios de la campaña, levantó la consigna de guerra al declarar en las plazas públicas que quienes votaran por él, podrían tener la seguridad que se plantearía un esquema de negociación con la insurgencia basado en la rendición total y en la aceptación de cárcel para los dirigentes de la guerrilla.
Ya no se necesita, para destruir estos esfuerzos de Paz, la colocación de alguna bomba sospechosa o el atentado a un dirigente nacional como ocurrió en pasadas situaciones. En este caso concreto, sin ambages ni dobleces, lo que se necesita es el triunfo del candidato Oscar Iván Zuluaga, quien al ganar procedería en consecuencia dando por terminado los diálogos de paz de La Habana.
Los distintos procesos de paz, iniciados en otros gobiernos, terminaron con rupturas abruptas sin consolidación de mínimos avances, fueron los casos de los presidentes Betancur, Gaviria y Pastrana.
En esta oportunidad ha sido diferente, la forma cuidadosa como inician los diálogos, con reglas muy claras de negociación como aquella de “nada está negociado mientras todo no esté negociado” fue la forma de blindar el proceso, pues garantiza la responsabilidad en los acuerdos y la firmeza en el cumplimiento de los mismos por parte de la insurgencia.
Otro elemento que muestra la madurez del proceso de Paz, fue haber logrado concertar una agenda de tan sólo cinco puntos, caracterizados por su concreción, a diferencia de la agenda del Caguan que eran 12 puntos, amplios, ambiciosos y sin reglas que definieran límites claros para el proceso de negociación, llevando tal vez a que la insurgencia se creara expectativas superiores a las realmente posibles.
Todo lo anterior muestra no sólo el compromiso indeclinable del presidente Juan Manuel Santos, sino además, el soporte técnico y la acción preventiva de poner correctivo a todas las fallas presentadas en experiencias anteriores, de tal forma que no fuese posible un fracaso por falta de preparación y desconocimiento de posibles desaciertos. Así las cosas, haber avanzado en el 60% de los puntos en negociación, se constituye en un logro sin precedentes históricos y un acumulado de inmenso valor que no se compadece con la afirmación de hoy, que hace de manera ligera el candidato Oscar Iván Zuluaga, al decir que el Proceso de Paz se suspende, sin el análisis mínimo de lo que significan los avances por su especificidad, en el camino recorrido, la fortaleza en lo ya alcanzado y el reconocimiento internacional.
Es ingenuidad o mala intención por parte del candidato Uribista, decir que él puede terminar la guerra que existe en Colombia que tantos muertos ha dejado de lado y lado, exigiéndole a la guerrilla cese unilateral del fuego y sometimiento a la justicia para entrar a negociar la paz. Entonces, dirá la insurgencia: y ¿los cincuenta años de lucha campesina dónde quedan? ¿Para qué sirvieron? No podemos olvidar que la negociación en la que se ha avanzado, es la forma de terminar una guerra y que todas las guerras terminan siempre en una mesa de negociación. Esto no es un invento del presidente Santos, es una constante histórica.
Por eso, respaldar al presidente Santos, votando el próximo domingo 15 de junio para la Presidencia de la República, garantizará la feliz culminación de los diálogos de paz y la posibilidad de implementar los Acuerdos construidos, que con seguridad, son un compendio de lineamientos de desarrollo económico, social y democrático para la sociedad colombiana.
Desde el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional, hemos dicho que serán las jóvenes, generaciones de colombianos, las que valorarán y reconocerán el esfuerzo de haber liberado a la nación de las garras de la guerra y la violencia.
Por esta razón, todos los colombianos, sin distingos de ninguna especie debemos levantarnos al unísono y constituir entre todos nosotros, El Frente Unido Por la Paz, que recoja los esfuerzos y los sueños de justicia social y de reconciliación que anidan en el alma colectiva de la sociedad colombiana y marchar a las urnas, en la segunda y definitiva vuelta, para votar copiosa y masivamente por el presidente Santos, para que ungido por nuestros votos y apoyo, conduzca a la nación colombiana al puerto seguro de nuestro destino.
Una nación en Paz y en franco desarrollo social será el premio luminoso que recibiremos quienes con generosidad, cariño y amor, hayamos procedido de esta manera. ¡Dios nos acompañe! Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Ex embajador de Colombia, Director Programa de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional
En la primera declaración radial que concedió el candidato ganador de la primera vuelta presidencial, Oscar Iván Zuluaga, manifestó, en forma taxativa, que de ser elegido Presidente de la República, en la segunda vuelta, suspenderá los diálogos de La Habana con las FARC-EP. En esta forma advirtió a la sociedad colombiana y a quienes trabajamos y soñamos con la paz que éste esperanzador esfuerzo adelantado por el presidente Santos, se terminará el 7 de agosto del presente año, si la insurgencia no acepta un cese unilateral al fuego y un sometimiento a la justicia.
Para quienes hemos venido haciendo un seguimiento sistemático y cotidiano a estas conversaciones es clara esta determinación. El candidato Uribista, desde inicios de la campaña, levantó la consigna de guerra al declarar en las plazas públicas que quienes votaran por él, podrían tener la seguridad que se plantearía un esquema de negociación con la insurgencia basado en la rendición total y en la aceptación de cárcel para los dirigentes de la guerrilla.
Ya no se necesita, para destruir estos esfuerzos de Paz, la colocación de alguna bomba sospechosa o el atentado a un dirigente nacional como ocurrió en pasadas situaciones. En este caso concreto, sin ambages ni dobleces, lo que se necesita es el triunfo del candidato Oscar Iván Zuluaga, quien al ganar procedería en consecuencia dando por terminado los diálogos de paz de La Habana.
Los distintos procesos de paz, iniciados en otros gobiernos, terminaron con rupturas abruptas sin consolidación de mínimos avances, fueron los casos de los presidentes Betancur, Gaviria y Pastrana.
En esta oportunidad ha sido diferente, la forma cuidadosa como inician los diálogos, con reglas muy claras de negociación como aquella de “nada está negociado mientras todo no esté negociado” fue la forma de blindar el proceso, pues garantiza la responsabilidad en los acuerdos y la firmeza en el cumplimiento de los mismos por parte de la insurgencia.
Otro elemento que muestra la madurez del proceso de Paz, fue haber logrado concertar una agenda de tan sólo cinco puntos, caracterizados por su concreción, a diferencia de la agenda del Caguan que eran 12 puntos, amplios, ambiciosos y sin reglas que definieran límites claros para el proceso de negociación, llevando tal vez a que la insurgencia se creara expectativas superiores a las realmente posibles.
Todo lo anterior muestra no sólo el compromiso indeclinable del presidente Juan Manuel Santos, sino además, el soporte técnico y la acción preventiva de poner correctivo a todas las fallas presentadas en experiencias anteriores, de tal forma que no fuese posible un fracaso por falta de preparación y desconocimiento de posibles desaciertos. Así las cosas, haber avanzado en el 60% de los puntos en negociación, se constituye en un logro sin precedentes históricos y un acumulado de inmenso valor que no se compadece con la afirmación de hoy, que hace de manera ligera el candidato Oscar Iván Zuluaga, al decir que el Proceso de Paz se suspende, sin el análisis mínimo de lo que significan los avances por su especificidad, en el camino recorrido, la fortaleza en lo ya alcanzado y el reconocimiento internacional.
Es ingenuidad o mala intención por parte del candidato Uribista, decir que él puede terminar la guerra que existe en Colombia que tantos muertos ha dejado de lado y lado, exigiéndole a la guerrilla cese unilateral del fuego y sometimiento a la justicia para entrar a negociar la paz. Entonces, dirá la insurgencia: y ¿los cincuenta años de lucha campesina dónde quedan? ¿Para qué sirvieron? No podemos olvidar que la negociación en la que se ha avanzado, es la forma de terminar una guerra y que todas las guerras terminan siempre en una mesa de negociación. Esto no es un invento del presidente Santos, es una constante histórica.
Por eso, respaldar al presidente Santos, votando el próximo domingo 15 de junio para la Presidencia de la República, garantizará la feliz culminación de los diálogos de paz y la posibilidad de implementar los Acuerdos construidos, que con seguridad, son un compendio de lineamientos de desarrollo económico, social y democrático para la sociedad colombiana.
Desde el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional, hemos dicho que serán las jóvenes, generaciones de colombianos, las que valorarán y reconocerán el esfuerzo de haber liberado a la nación de las garras de la guerra y la violencia.
Por esta razón, todos los colombianos, sin distingos de ninguna especie debemos levantarnos al unísono y constituir entre todos nosotros, El Frente Unido Por la Paz, que recoja los esfuerzos y los sueños de justicia social y de reconciliación que anidan en el alma colectiva de la sociedad colombiana y marchar a las urnas, en la segunda y definitiva vuelta, para votar copiosa y masivamente por el presidente Santos, para que ungido por nuestros votos y apoyo, conduzca a la nación colombiana al puerto seguro de nuestro destino.
Una nación en Paz y en franco desarrollo social será el premio luminoso que recibiremos quienes con generosidad, cariño y amor, hayamos procedido de esta manera. ¡Dios nos acompañe! Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Las dinámicas políticas en la segunda vuelta
Héctor Alonso Moreno Parra
Profesor asociado Universidad del Valle
Los partidos políticos tradicionales en Colombia, han tenido a lo largo de su historia una dinámica fraccional en la cual los llamados jefes naturales con un gran liderazgo nacional han estimulado las controversias políticas alrededor de las elecciones regionales y presidenciales en función de sus intereses particulares. Los elementos programáticos e ideológicos que caracterizan las identidades partidarias han sido relegadas por estos jefes naturales a simples consideraciones agitacionales en épocas de campañas electorales, como quiera que la esencia de sus activismos políticos, siempre han sido la de estimular las redes clientelares y la política transaccional en busca de sus mejores dividendos político-electorales.
Esta dinámica fraccional es la que les ha permitido a las elites conformar de manera transitoria ciertas redes de poder electoral afines a sus interés y lo que los ha estimulado a conformar partidos de armadura, producto no de su vocación política partidaria, ideológica y programática, sino de la necesidad del reacomodo de sus liderazgos nacionales con el propósito de cooptar el Estado para su propio provecho.
Así, en la vida política nacional, en particular en los años posteriores a la Constitución de 1991, se ha visto como en el escenario político han surgido partidos estimulados por esos grandes jefes nacionales con vocación presidencialista, herederos de la vieja configuración política nacional y regional del bipartidismo de los “ismos”. Movimientos y Partidos como el Partido de la Unidad Nacional, Cambio Radical, Primero Colombia, Centro Democrático, etc.; son apenas unas siglas de esa dinámica fraccional no ideológica ni programática en que han convertido algunos líderes nacionales del viejo bipartidismo Liberal- Conservador las estructuras partidarias del siglo XXI.
Para esos líderes nacionales lo que está en juego, hoy día, es el mantenimiento de sus redes de poder clientelar y sus reacomodos políticos en las nuevas dinámicas del mercado y la política, marcados por la globalización y el neoliberalismo. En tal sentido, mantener una situación de violencia y de conflicto político armado en la periferia del poder político, hoy como ayer, les resulta demasiado funcional para sus propósitos e interés de clase.
De tal manera, que ni el bipartidismo de ayer, ni las facciones partidarias de los movimientos y partidos de armadura de hoy, han sido históricamente los abanderados de la paz con justicia social. Ellos, hoy como ayer, tienen una gran responsabilidad histórica por los años de dolor y sufrimiento en que ha vivido parte de la población colombiana en los últimos sesenta años.
Pero, algo nuevo surge en el bosque en esta coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial, algo que la espesura de los arboles pareciera no dejar ver muy claramente y es el hecho que en Colombia también ha existido históricamente otra dinámica; ya no la fraccional de las elites políticas, sino, una moderna, integradora y democrática a favor de la construcción de una paz con justicia social, dinámica que ha venido ganado espacio de manera escalonada desde la propia Constitución de 1991. Los procesos anteriores de paz y las conversaciones con los gobiernos posteriores a la Constitución de 1991, incluido los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, con sus pactos con sectores del paramilitarismo y el narcotráfico, han ido fortaleciendo y estructurando esta nueva dinámica integradora democrática a favor de la paz y la solución negociada del conflicto político armado. Esa es la dinámica que marca el carácter de la época, es la que expresa la vocación de paz con justicia social de millones de colombianos que no han conocido un día de tranquilidad y paz en los últimos sesenta años.
Esas son entonces las dos dinámicas que se confrontan y están en juego en esta coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial. Definir la tendencia de estas dos dinámicas políticas en la presente coyuntura, dependerá de la gran capacidad que tengamos los colombianos de estimular la dinámica integradora en favor de la paz que tiene en la agenda de La Habana su programa de gobierno a través de unos puntos temáticos ya acordados, y que contiene acuerdos fundamentales definidos alrededor de la política de tierras, participación política y narcotráfico.
Estos temas, aún sin resolver, son parte de lo que ha constituido el alma o la esencia de los diferentes periodos de las violencias en los últimos sesenta años. Es importante recordar que la violencia de las épocas de Gaitán tenía, entre otras causas, en el problema de la distribución, uso y explotación de la tierra un gran combustible. De igual manera, la violencia que antecedió al pacto del frente nacional fue estimulada, en gran parte, por el tema de la ausencia de participación política y la falta de garantías políticas y ciudadanas e igualmente el tema del narcotráfico contribuyó en los años ochenta del siglo pasado a juntar en una sola las diferentes dinámicas de todas las violencias.
Son los diversos orígenes que expresan los temas de las violencias los que hoy día están siendo examinados programáticamente por delegados del gobierno y la insurgencia armada con miras a su posible superación por medio del diálogo civilizado con la vigilancia y acompañamiento, por supuesto, en gran parte de la Comunidad Internacional Latinoamericana, la Comunidad Europea y los propios Estados Unidos.
Ahora bien, la agenda que hoy discute el gobierno del presidente Santos con parte de la insurgencia armada, no es otra cosa, que la agenda irresuelta por parte de las élites a lo largo de los tres periodos de violencia anteriormente descritos. Esa agenda acordada, recoge la esencia de lo que ha sido parte del combustible que ha estimulado y alimentado el conflicto político armado en el país. Esos temas de la agenda de La Habana, que ha avanzado en más del 60%, es la propuesta para la solución de gran parte del histórico conflicto político armado en Colombia.
De ahí, que la coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial que se avecina no nos debe poner en una gran disyuntiva de lo que debemos defender en las calles y en las urnas el próximo domingo 15 de junio. O le permitimos continuar a sectores de los jefes naturales de los partidos de armadura el juego de su política histórica de la dinámica fraccional para cooptar el Estado con su teoría fascista del Estado comunitario a favor de sus intereses; o avanzamos con el pueblo colombiano, con los campesinos, los obreros, los estudiantes, las mujeres, los afrodescendientes, los indígenas, la comunidad Gay, los intelectuales y la izquierda democrática, junto a sectores democráticos y progresistas de todos los partidos y movimientos políticos, hacia la dinámica democrática integradora de la paz que es el mejor camino que nos permite continuar construyendo y afianzando una gran coalición democrática por la ampliación de la democracia y la paz con justicia social; y trabajar juntos por la consolidación de un verdadero Estado Social de Derecho tal y como lo diseñó la Constitución de 1991. Votar por Juan Manuel Santos, contribuye en la coyuntura a ese gran propósito nacional. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
Profesor asociado Universidad del Valle
Los partidos políticos tradicionales en Colombia, han tenido a lo largo de su historia una dinámica fraccional en la cual los llamados jefes naturales con un gran liderazgo nacional han estimulado las controversias políticas alrededor de las elecciones regionales y presidenciales en función de sus intereses particulares. Los elementos programáticos e ideológicos que caracterizan las identidades partidarias han sido relegadas por estos jefes naturales a simples consideraciones agitacionales en épocas de campañas electorales, como quiera que la esencia de sus activismos políticos, siempre han sido la de estimular las redes clientelares y la política transaccional en busca de sus mejores dividendos político-electorales.
Esta dinámica fraccional es la que les ha permitido a las elites conformar de manera transitoria ciertas redes de poder electoral afines a sus interés y lo que los ha estimulado a conformar partidos de armadura, producto no de su vocación política partidaria, ideológica y programática, sino de la necesidad del reacomodo de sus liderazgos nacionales con el propósito de cooptar el Estado para su propio provecho.
Así, en la vida política nacional, en particular en los años posteriores a la Constitución de 1991, se ha visto como en el escenario político han surgido partidos estimulados por esos grandes jefes nacionales con vocación presidencialista, herederos de la vieja configuración política nacional y regional del bipartidismo de los “ismos”. Movimientos y Partidos como el Partido de la Unidad Nacional, Cambio Radical, Primero Colombia, Centro Democrático, etc.; son apenas unas siglas de esa dinámica fraccional no ideológica ni programática en que han convertido algunos líderes nacionales del viejo bipartidismo Liberal- Conservador las estructuras partidarias del siglo XXI.
Para esos líderes nacionales lo que está en juego, hoy día, es el mantenimiento de sus redes de poder clientelar y sus reacomodos políticos en las nuevas dinámicas del mercado y la política, marcados por la globalización y el neoliberalismo. En tal sentido, mantener una situación de violencia y de conflicto político armado en la periferia del poder político, hoy como ayer, les resulta demasiado funcional para sus propósitos e interés de clase.
De tal manera, que ni el bipartidismo de ayer, ni las facciones partidarias de los movimientos y partidos de armadura de hoy, han sido históricamente los abanderados de la paz con justicia social. Ellos, hoy como ayer, tienen una gran responsabilidad histórica por los años de dolor y sufrimiento en que ha vivido parte de la población colombiana en los últimos sesenta años.
Pero, algo nuevo surge en el bosque en esta coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial, algo que la espesura de los arboles pareciera no dejar ver muy claramente y es el hecho que en Colombia también ha existido históricamente otra dinámica; ya no la fraccional de las elites políticas, sino, una moderna, integradora y democrática a favor de la construcción de una paz con justicia social, dinámica que ha venido ganado espacio de manera escalonada desde la propia Constitución de 1991. Los procesos anteriores de paz y las conversaciones con los gobiernos posteriores a la Constitución de 1991, incluido los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, con sus pactos con sectores del paramilitarismo y el narcotráfico, han ido fortaleciendo y estructurando esta nueva dinámica integradora democrática a favor de la paz y la solución negociada del conflicto político armado. Esa es la dinámica que marca el carácter de la época, es la que expresa la vocación de paz con justicia social de millones de colombianos que no han conocido un día de tranquilidad y paz en los últimos sesenta años.
Esas son entonces las dos dinámicas que se confrontan y están en juego en esta coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial. Definir la tendencia de estas dos dinámicas políticas en la presente coyuntura, dependerá de la gran capacidad que tengamos los colombianos de estimular la dinámica integradora en favor de la paz que tiene en la agenda de La Habana su programa de gobierno a través de unos puntos temáticos ya acordados, y que contiene acuerdos fundamentales definidos alrededor de la política de tierras, participación política y narcotráfico.
Estos temas, aún sin resolver, son parte de lo que ha constituido el alma o la esencia de los diferentes periodos de las violencias en los últimos sesenta años. Es importante recordar que la violencia de las épocas de Gaitán tenía, entre otras causas, en el problema de la distribución, uso y explotación de la tierra un gran combustible. De igual manera, la violencia que antecedió al pacto del frente nacional fue estimulada, en gran parte, por el tema de la ausencia de participación política y la falta de garantías políticas y ciudadanas e igualmente el tema del narcotráfico contribuyó en los años ochenta del siglo pasado a juntar en una sola las diferentes dinámicas de todas las violencias.
Son los diversos orígenes que expresan los temas de las violencias los que hoy día están siendo examinados programáticamente por delegados del gobierno y la insurgencia armada con miras a su posible superación por medio del diálogo civilizado con la vigilancia y acompañamiento, por supuesto, en gran parte de la Comunidad Internacional Latinoamericana, la Comunidad Europea y los propios Estados Unidos.
Ahora bien, la agenda que hoy discute el gobierno del presidente Santos con parte de la insurgencia armada, no es otra cosa, que la agenda irresuelta por parte de las élites a lo largo de los tres periodos de violencia anteriormente descritos. Esa agenda acordada, recoge la esencia de lo que ha sido parte del combustible que ha estimulado y alimentado el conflicto político armado en el país. Esos temas de la agenda de La Habana, que ha avanzado en más del 60%, es la propuesta para la solución de gran parte del histórico conflicto político armado en Colombia.
De ahí, que la coyuntura electoral de la segunda vuelta presidencial que se avecina no nos debe poner en una gran disyuntiva de lo que debemos defender en las calles y en las urnas el próximo domingo 15 de junio. O le permitimos continuar a sectores de los jefes naturales de los partidos de armadura el juego de su política histórica de la dinámica fraccional para cooptar el Estado con su teoría fascista del Estado comunitario a favor de sus intereses; o avanzamos con el pueblo colombiano, con los campesinos, los obreros, los estudiantes, las mujeres, los afrodescendientes, los indígenas, la comunidad Gay, los intelectuales y la izquierda democrática, junto a sectores democráticos y progresistas de todos los partidos y movimientos políticos, hacia la dinámica democrática integradora de la paz que es el mejor camino que nos permite continuar construyendo y afianzando una gran coalición democrática por la ampliación de la democracia y la paz con justicia social; y trabajar juntos por la consolidación de un verdadero Estado Social de Derecho tal y como lo diseñó la Constitución de 1991. Votar por Juan Manuel Santos, contribuye en la coyuntura a ese gran propósito nacional. Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía. Edición N° 00401 – Semana del 30 de Mayo al 5 de Junio – 2014
El voto debe ser por la Paz
Pedro Santana Rodríguez
Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
Los resultados electorales de las elecciones del 25 de mayo dieron como ganador en primera vuelta presidencial al candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, pese a todos los escándalos que rodean a su campaña electoral. Con una votación de 3’759.784 votos que equivalen al 29.26% del total de los votos válidos, Zuluaga le sacó un poco menos del 4% a Santos quien obtuvo 3’300.020 votos para un 25.68%. En tercer lugar se ubicó la candidata conservadora Martha Lucía Ramírez quien obtuvo 1’995.456 votos o sea el 15.53% mientras que Clara López Obregón del obtuvo 1’957.463 votos para un 15.23% y el colero en esta primera vuelta fue Enrique Peñalosa candidato de la Alianza Verde que sacó 1’065.078, o sea el 8.28%. Los votos en blanco sumaron un poco más del 6% de la votación total.
Las tres campañas que enarbolaron las banderas de la negociación del conflicto esto es Santos, López y Peñalosa sacaron un poco más del 49% del electorado. Las dos campañas guerreristas obtuvieron el 44.7% del total de los votos válidos.
Durante la presente semana los partidos políticos que no pasaron a la segunda vuelta tomaron sus decisiones. La candidata conservadora como era de esperarse adhirió a Oscar Iván Zuluaga, mientras que un importante número de sus parlamentarios anunciaron su respaldo a Santos. No obstante el respaldo de Martha Lucía Ramírez estuvo condicionado a que Zuluaga le bajara el tono a sus declaraciones según las cuales el 7 de agosto si llega a la Presidencia, suspendería el proceso de negociación que se adelanta en La Habana entre el gobierno y las FARC que ya ha arrojado un acuerdo en tres de los seis puntos de la agenda pactada. Las declaraciones que dio Zuluaga el día lunes en la mañana en rueda de prensa eran muy claras en el sentido que se suspenderían las negociaciones y las propuestas que esbozó hablaban más de una rendición sin condiciones que de una negociación con las guerrillas. Sin embargo, el día martes matizó su posición y reculó abiertamente para ganar la adhesión de Marta Lucía Ramírez quien luego fue nombrada como coordinadora de la campaña uribista. Como hemos dicho la propuesta de Paz sin impunidad, levantada por Zuluaga en la práctica pone obstáculos y talanqueras que hacen imposible el acuerdo con la guerrilla a la que no le confiere un carácter político sino una organización terrorista y un cartel del narcotráfico. El cambio a nuestro modo de ver lo que busca es mandar un mensaje electoral más que un verdadero cambio en torno a la negociación. Un eventual triunfo de Zuluaga nos alejaría, de eso no cabe la menor duda, del cierre del conflicto armado. Cualquier pretexto será usado por Zuluaga para reventar el proceso. Zuluaga quiere imponer a las FARC una rendición incondicional y esto llevará inevitablemente a la ruptura de la negociación.
En estas circunstancias tanto los Verdes de la Alianza como los Amarillos del Polo dejaron en libertad a sus electores pretextando que los programas de Zuluaga y Santos no los representan. Pudo más el radicalismo a la hora de las decisiones que una decisión sensata y realista. A nuestro juicio lo que procedía era un acuerdo programático con Santos en torno al tema de las negociaciones y de la Paz. Pesaron más los argumentos esgrimidos por los sectores más radicales según los cuáles Santos y Zuluaga son la misma cosa. Un análisis de la realidad no permite sostener esta tesis. Si bien como lo hemos expresado en otras ocasiones no hay diferencias profundas en el modelo de desarrollo si hay diferencias notables en temas como la política internacional, el respeto por la oposición, el acatamiento a las decisiones judiciales y la negociación del conflicto así como el reconocimiento a las víctimas. Estas diferencias nos inclinan a reconocer que en la coyuntura actual hay que decidirse por la Paz y esta propuesta la encarna el presidente candidato Santos. Con Santos el arribo a un acuerdo que cierre el conflicto armado es muy probable así como el inicio de negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional. Por ello, a nuestro modo de ver y como lo hicieron esta semana, los movimientos por la Paz debemos apoyar a Santos en esta segunda vuelta presidencial. Los sectores progresistas, a nuestro modo de ver, se equivocan al no mandar un mensaje claro como el que tomaron tanto la Unión Patriótica como la Marcha Patriótica de apoyar sin vacilaciones la propuesta de Santos en esta segunda vuelta. La izquierda pierde la posibilidad real de haber hecho un acuerdo programático perfectamente posible en torno al tema de las negociaciones como en temas sociales: educación, salud y la protección del agua amenazada por la minería en distintas regiones del país.
Las prácticas y nexos del uribismo son sectores armados ilegales ya se han puesto de manifiesto por ejemplo, en Urabá donde las bandas del neoparamilitarismo han hecho circular panfletos en que amenazan de nuevo a los reclamantes de tierras y les anuncian que no habrá más restitución de tierras y reivindicación de los derechos de las víctimas. Esto es lo que representa el candidato de la extrema derecha. Hay circunstancias como la actual en que no podemos guardar silencio y éstas circunstancias nos obligan a tomar partido. En mi caso concreto, votaré por la Paz.
Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.
Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
Los resultados electorales de las elecciones del 25 de mayo dieron como ganador en primera vuelta presidencial al candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, pese a todos los escándalos que rodean a su campaña electoral. Con una votación de 3’759.784 votos que equivalen al 29.26% del total de los votos válidos, Zuluaga le sacó un poco menos del 4% a Santos quien obtuvo 3’300.020 votos para un 25.68%. En tercer lugar se ubicó la candidata conservadora Martha Lucía Ramírez quien obtuvo 1’995.456 votos o sea el 15.53% mientras que Clara López Obregón del obtuvo 1’957.463 votos para un 15.23% y el colero en esta primera vuelta fue Enrique Peñalosa candidato de la Alianza Verde que sacó 1’065.078, o sea el 8.28%. Los votos en blanco sumaron un poco más del 6% de la votación total.
Las tres campañas que enarbolaron las banderas de la negociación del conflicto esto es Santos, López y Peñalosa sacaron un poco más del 49% del electorado. Las dos campañas guerreristas obtuvieron el 44.7% del total de los votos válidos.
Durante la presente semana los partidos políticos que no pasaron a la segunda vuelta tomaron sus decisiones. La candidata conservadora como era de esperarse adhirió a Oscar Iván Zuluaga, mientras que un importante número de sus parlamentarios anunciaron su respaldo a Santos. No obstante el respaldo de Martha Lucía Ramírez estuvo condicionado a que Zuluaga le bajara el tono a sus declaraciones según las cuales el 7 de agosto si llega a la Presidencia, suspendería el proceso de negociación que se adelanta en La Habana entre el gobierno y las FARC que ya ha arrojado un acuerdo en tres de los seis puntos de la agenda pactada. Las declaraciones que dio Zuluaga el día lunes en la mañana en rueda de prensa eran muy claras en el sentido que se suspenderían las negociaciones y las propuestas que esbozó hablaban más de una rendición sin condiciones que de una negociación con las guerrillas. Sin embargo, el día martes matizó su posición y reculó abiertamente para ganar la adhesión de Marta Lucía Ramírez quien luego fue nombrada como coordinadora de la campaña uribista. Como hemos dicho la propuesta de Paz sin impunidad, levantada por Zuluaga en la práctica pone obstáculos y talanqueras que hacen imposible el acuerdo con la guerrilla a la que no le confiere un carácter político sino una organización terrorista y un cartel del narcotráfico. El cambio a nuestro modo de ver lo que busca es mandar un mensaje electoral más que un verdadero cambio en torno a la negociación. Un eventual triunfo de Zuluaga nos alejaría, de eso no cabe la menor duda, del cierre del conflicto armado. Cualquier pretexto será usado por Zuluaga para reventar el proceso. Zuluaga quiere imponer a las FARC una rendición incondicional y esto llevará inevitablemente a la ruptura de la negociación.
En estas circunstancias tanto los Verdes de la Alianza como los Amarillos del Polo dejaron en libertad a sus electores pretextando que los programas de Zuluaga y Santos no los representan. Pudo más el radicalismo a la hora de las decisiones que una decisión sensata y realista. A nuestro juicio lo que procedía era un acuerdo programático con Santos en torno al tema de las negociaciones y de la Paz. Pesaron más los argumentos esgrimidos por los sectores más radicales según los cuáles Santos y Zuluaga son la misma cosa. Un análisis de la realidad no permite sostener esta tesis. Si bien como lo hemos expresado en otras ocasiones no hay diferencias profundas en el modelo de desarrollo si hay diferencias notables en temas como la política internacional, el respeto por la oposición, el acatamiento a las decisiones judiciales y la negociación del conflicto así como el reconocimiento a las víctimas. Estas diferencias nos inclinan a reconocer que en la coyuntura actual hay que decidirse por la Paz y esta propuesta la encarna el presidente candidato Santos. Con Santos el arribo a un acuerdo que cierre el conflicto armado es muy probable así como el inicio de negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional. Por ello, a nuestro modo de ver y como lo hicieron esta semana, los movimientos por la Paz debemos apoyar a Santos en esta segunda vuelta presidencial. Los sectores progresistas, a nuestro modo de ver, se equivocan al no mandar un mensaje claro como el que tomaron tanto la Unión Patriótica como la Marcha Patriótica de apoyar sin vacilaciones la propuesta de Santos en esta segunda vuelta. La izquierda pierde la posibilidad real de haber hecho un acuerdo programático perfectamente posible en torno al tema de las negociaciones como en temas sociales: educación, salud y la protección del agua amenazada por la minería en distintas regiones del país.
Las prácticas y nexos del uribismo son sectores armados ilegales ya se han puesto de manifiesto por ejemplo, en Urabá donde las bandas del neoparamilitarismo han hecho circular panfletos en que amenazan de nuevo a los reclamantes de tierras y les anuncian que no habrá más restitución de tierras y reivindicación de los derechos de las víctimas. Esto es lo que representa el candidato de la extrema derecha. Hay circunstancias como la actual en que no podemos guardar silencio y éstas circunstancias nos obligan a tomar partido. En mi caso concreto, votaré por la Paz.
Tomado de Caja de herramientas - Viva la ciudadanía.
viernes, 30 de mayo de 2014
ARRANCA EN FIRME LA CAMPAÑA POR LA PAZ EN LAS LOCALIDADES
FRENTE AMPLIO POR LA PAZ
TOMAS POR LA PAZ,
ARRANCA EN FIRME LA CAMPAÑA POR LA PAZ EN LAS LOCALIDADES
Bogotá, Mayo 30.- “Nuevas fuerzas de izquierda se han ido sumando en las últimas horas a la propuesta de voto por la paz impulsada desde Progresistas, y en las localidades reclaman nuestra presencia para explicar cuál es la paz que queremos”, explicó hoy el director de campaña por la paz de Progresistas, Jorge Rojas.
“Buscamos concertar a todas las ciudadanas y ciudadanos de la capital en torno a la paz”, dijo Rojas durante la Agora de Mujeres que convocó a varias fuerzas políticas este viernes en la noche en el auditorio Rogelio Salmona de las Torres del Parque, en el centro de la capital.
Anunció que se creó “el colectivo de jóvenes constructores de paz” que anhelan vivir en paz y no perecer en la guerra.
Así mismo, indicó que a partir de este sábado se iniciarán las “Tomas Ciudadanas por la Paz: sólo por la paz voto por Santos”, las cuales tienen por objetivo explicar en diferentes localidades como se hace realidad el derecho a la paz, actuando desde el respeto por la diferencia, la inclusión social, la educación, la salud, la reducción de la segregación, el diálogo y no la eliminación del contrario.
La primera de estas Tomas tendrá lugar mañana sábado 31 de mayo en Subazar de la localidad de Suba; el domingo primero de junio está convocada en la localidad de San Cristóbal, en la plaza del 20 de Julio; el lunes el punto de encuentro será en localidad de Kennedy, en la Plazoleta del antiguo Ley. Todas estas concentraciones ser realizarán a las 9:00 AM.
Durante el fin de semana el Frente Amplio por la Paz, iniciará su recorrido por la ciudad en apoyo al proceso de paz y al fortalecimiento de la democracia. Las tomas se irán extendiendo por toda la ciudad en los próximos días.
Lanzamiento ruta 680 y Extensión recorrido ruta C97
En el marco de la extensión y cumplimiento de las rutas completas del SITP, a partir de la otra semana estaremos lanzando el servicio 680 El Tuno – Salitre y extendiendo el servicioC97 hasta el barrio Lomas de la localidad de Rafael Uribe Uribe. A continuación, relacionamos los links que los enlazaran a los recorridos en mención.
Ruta 680: EL TUNO – SALITRE (USME) ¡ATENCIÓN USUARIOS! A partir del próximo sábado 31 de mayo, estaremos lanzando el servicio SITP 680. El recorrido partirá desde el barrio El Tuno en Usme y culminara en el sector de Salitre temporalmente. La ruta esta prevista en unos cuantos meses extenderla hasta el barrio La Estrellita de la localidad de Usaquén. Este servicio será prestado inicialmente con una flota de 17 buses con tipología de 50 pasajeros cada uno. Relacionamos la tabla de ruta TEMPORAL y los recorridos de ida y vuelta del servicio. Recorrido S-N: http://goo.gl/maps/ckCjg Recorrido N-S:http://goo.gl/maps/Q0xDC
CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES SEMANA AMBIENTAL LOCAL FUNDACIÓN CAMINO VERDE-FUNDCAVE-
FECHA HORA ACTIVIDAD
Martes 3 de Junio 7am a 10 am Cuarto Acuerdo ciudadano Quebrada la Chiguaza
Jueves 5 de Junio 8am a 11 am Limpieza borde Canal Albina
Viernes 6 de Junio 2pm a 5pm FORO SEMANA AMBIENTAL
Sábado 7 de Junio Todo el día Jornada de arborización
10am a 1pm Construccion de estructuras ecológicas con material recuperado.
Adopción de árboles
“EN CASO DE MUERTE” - Un montaje innovador de teatro musical - 4, 5 y 6 de Junio
EL INSTITUTO DISTRITAL DE LAS ARTES IDARTES PRESENTA:
Obra ganadora de la Beca de Creación Distrital 2013 - Gran Formato, del Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
EN EL TEATRO JORGE ELICÉR GAITÁN
“EN CASO DE MUERTE”
la más reciente creación de L’Explose.
Un montaje innovador de teatro musical
4, 5 y 6 de Junio
8:00 p. m.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a ver? ¿Hasta dónde somos capaces de mostrar?
EN CASO DE MUERTE, una obra que explora el teatro musical, a partir del texto homónimo escrito por Juliana Reyes bajo la dirección de Tino Fernández, llega del 4 al 6 de junio al Teatro Jorge Eliécer Gaitán. L’Explose presenta 20 artistas en escena que fusionan teatro, danza y música en un solo escenario; una reflexión sobre la cultura del espectáculo.
El actor Ulises Gonzales da vida a Robert, un personaje público quien por presión política y social se ve obligado a tomar decisiones extremas, dejando a su familia y amigos en manos de los medios de comunicación, quienes convierten en un circo mediático la tragedia familiar. El actor estará acompañado en escena de reconocidas figuras como Mónica Giraldo, Natalia Bedoya, José Miel, Carlos Alberto Pinzón y Carlos Aguilar.
En tiempos donde todo es contado, donde se espectaculariza la realidad, donde estamos inmersos en la frivolidad y un show mediático que busca el escándalo y hacer atractivo para las masas cualquier hecho ¿cómo se contaría un duelo en el que aparentemente no hay nada que mostrar?, pues sólo queda el dolor, ese que va hacia adentro, ese que inmoviliza y enmudece. Ahí es donde el drama musical irrumpe en la intimidad, para contar lo inenarrable, para hacer divertida la tristeza. EN CASO DE MUERTE es una mirada sobre la realidad, crítica y sarcástica, pero también bastante divertida.
L’Explose es una compañía cuyo lenguaje se ha consolidado a partir de la multidisciplinariedad y esta producción no es la excepción, la historia central estará acompañada por la composición musical de Nicolás Montaña, Carlos Reyes Lega y Natalia Bedoya y las letras de las canciones de Juliana Reyes. Además habrá un coro conformado por los bailarines Gadiel López, Andrés Lagos, Ángel Ávila y Wilman Romero; los cantantes Camilo Colmenares, Marco Antonio Gualdrón, Luis Carlos Hernández y Germán Pinilla, junto a los músicos Carlos Reyes, William Suárez, Luis Chereno, Andrés Calle y Juan Camilo Anzola.
Con el fin de promover la creación distrital en el campo de las artes escénicas, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo realizan desde el 2012 concursos de becas de creación de pequeño, mediano y gran formato en artes escénicas. A través de estas ayudas se busca estimular propuestas de diferentes géneros y tendencias.
En caso de muerte, de L’Explose, fue la obra ganadora en 2013 en la categoría de gran formato. El texto de Juliana Reyes, convertido en una pieza de teatro musical, donde la rigurosidad y los detalles resaltan a los ojos del espectador, reflexiona sobre la vida del espectáculo en un marco contemporáneo, en donde no hay diferencia entre lo público y lo privado, convirtiendo todo en show mediático por medio del amarillismo de la prensa y los grandes medios de comunicación.
Juliana Reyes
Autora
Directora de teatro y dramaturga. Inició su formación en Bellas Artes y la complementó con estudios de Interpretación Gestual en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). Ha escrito entre otras, las obras Ad portas, porque hay amores que matan, Al salir de la crisálida y Manuela en blanco y negro, texto con el que obtuvo una mención especial en el Premio Nacional de Dramaturgia del Festival de Artes de Cali. En el 2010 recibió la Beca Nacional de Composición Literaria y Musical del Ministerio de Cultura, con el proyecto Puro Cuento, y desde entonces se ha destacado como letrista de canciones. Desde hace 15 años realiza la dramaturgia de las obras de L’Explose
Tino Fernández
Director
Nació en España, estudió arte dramático en Madrid y luego orientó sus conocimientos hacia la danza. Se instaló en París en 1983, donde estudió danza contemporánea y clásica con los maestros Jacques Patarozzi, Eléonore Ambash, Catherine Diverrés y Emmanuelle Lyon. Como bailarín trabajó con diversos coreógrafos como Jean Marc Colet, Francois Larochevaliére, Gilles Mussard y Catherine Berbessou. En 1991 creó la Compañía L’Explose en París. En 1995 trasladó la sede de la Compañía a Bogotá, Colombia.