Sumándose a las celebraciones y homenajes que se realizan en todo el país en el marco del año José Barros, y para conmemorar el centenario de su nacimiento, el Centro de Documentación Musical de la Biblioteca Nacional de Colombia le dedica la Pieza del Mes de octubre a la cumbia Violencia, en la versión del grupo Colombita, cuya grabación se realizó en el marco del Ciclo de Conciertos de Música con Tempo Colombiano que se lleva a cabo en la sala Germán Arciniegas de la Biblioteca Nacional de Colombia, en coordinación con el Programa de Estímulos del Ministerio de Cultura.
“Violencia, maldita violencia […]”
“[…] Violencia, por qué no permites que reine la paz”.
“[…] Violencia, por qué no permites que reine la paz”.
Pocas personas relacionan las desoladoras frases del coro de esta cumbia con el mismo compositor de La Piragua, El Gallo Tuerto, El Pescador y Las Pilanderas, obras insignes del repertorio colombiano, cuyo carácter festivo y alegre no solo conquistó el interior del país y varios rincones de Latinoamérica, sino que, desde mediados de los años cincuenta, transformó el imaginario musical colombiano. El 2015 ha sido declarado el año José Barros, al celebrarse el centenario del natalicio de este compositor nacido en El Banco (Magdalena), lugar que inspiró gran parte de su obra. No obstante, el espíritu aventurero del compositor colombiano lo llevó a distintas ciudades del país, como Barrancabermeja, Medellín, Cali y Bogotá, donde abrió su inspiración a otros géneros diferentes a la cumbia de su municipio natal.
Desde temprana edad, José Benito Barros Palomino aprendió a tocar varios instrumentos, entre ellos, la guitarra, medio de sostenimiento familiar luego del fallecimiento de sus padres. Al salir de su tierra natal, llegó a Barrancabermeja, donde logró integrarse con grupos que tocaban en los bares del municipio. Tiempo después, ya en Medellín, ganó un concurso de canción inédita de la Voz de Antioquia con la cumbia El Minero. Posteriormente, en Bogotá, compartió la escena musical de los años cincuenta con otros compositores, como Lucho Bermúdez y Pacho Galán, quienes llevaron la música de la costa al interior. Ya en la década del sesenta, por problemas de salud debió regresar a su municipio de origen, y quince años más tarde con algunos amigos deciden organizar el Festival de la Cumbia de El Banco, que hoy se conoce como Festicumbia, y de la Fundación José Barros Palomino en cabeza de su hija Veruschka Barros. Como se mencionó, el contacto con otros compositores y sus viajes a otras ciudades de Colombia y a países como Argentina, Panamá y México hacen que su obra sea muy variada: incluye cumbias, paseos, porros, pasillos, boleros, tangos, rancheras, currulaos, puyas, merengues y garabatos.
“Oigo un llanto que atraviesa el espacio
Para llegar a Dios […]”
Para llegar a Dios […]”
Así comienza la letra de Violencia, una cumbia que ha sido principalmente conocida por la versión grabada de Los Black Stars en la voz de Gabriel Romero, oriundo de Medellín, del LP De Moda producido por el sello discográfico Sonolux. A finales de los años setenta, aparece el disco de la joven Leonor González Mina, La Negra Grande de Colombia, quien realiza una versión de esta cumbia y es el motivo por el cual la agrupación Colombita la selecciona como una de las piezas que se encuentran en las colecciones del Centro de Documentación Musical para incluirla en su propuesta de concierto del Premio Ciclo de Conciertos Música con Tempo Colombiano del año 2014.
El grupo Colombita está integrado por guitarra, bandola, voz y multipercusión, un formato poco común para interpretar este tipo de repertorio. Al preguntarle a Sofía Elena Sánchez, directora musical de la agrupación, el porqué de la elección de esa cumbia, y no otra obra de José Barros, menciona que el criterio de selección respondió al vínculo con la versión de Leonor González Mina, por su calidad musical, la voz joven, por ser una propuesta interesante para ser una cantadora del pacífico que empezaba a ser reconocida en el medio musical de la época así como por tener un arreglo e instrumentación singulares, aunque hasta el momento no se ha podido determinar quién fue el arreglista porque el LP no contiene información al respecto. Además, la sonoridad y estética del arreglo no corresponden al sonido convencional de las instrumentaciones de los arreglistas que usualmente contrataban las disqueras de la época, por tener un corte más moderno e innovador, aunque respetuoso del género.
La relevancia que la versión de Mina otorga al texto y cómo la instrumentación acompaña la palabra contrastan con la versión festiva de Los Black Stars, pues si bien se trata de una cumbia, no ostenta un carácter alegre. Ante la imposibilidad de emular o imitar el arreglo del LP, debido al formato instrumental utilizado, lo importante era lograr una versión al estilo Colombita. Sin embargo, la sonoridad característica de la guitarra y la bandola no se ajustaba; por lo tanto, no habría cuerdas en el tema, así que las intérpretes de estos instrumentos, imitando el estilo de bullerengue de forma más ritual, se dedicarían a realizar los coros. El resultado fue una versión simple: solo la voz principal, la percusión acompañante, los coros y las palmas, a manera de responsorial. Algo interesante de esta versión, en palabras de la guitarrista y directora musical Sofía Elena, es que “pudieron liberarse de los instrumentos y bailar, lo cual les dio mayor libertad de expresión y, desde la música, la oportunidad de sentar su voz de protesta ante la violencia que nos agobia”.
Esta versión y el resto del concierto pueden consultarse en el Centro de Documentación Musical, realizando la búsqueda en el catálogo en línea de la Biblioteca Nacional de Colombia.
Diana Collazos
Maestra en Artes Musicales
Investigadora Centro de Documentación Musical
Biblioteca Nacional de Colombia
Maestra en Artes Musicales
Investigadora Centro de Documentación Musical
Biblioteca Nacional de Colombia
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