La obra es el resultado de los talleres de crónica implementados por el Instituto Distrital de las Artes
–IDARTES- desde hace tres años y está disponible en la librería del
Fondo de Cultura Económica, situada en el Centro Cultural Gabriel García
Márquez.
Sucedió en la Ciudad se convirtió en un
proyecto de tres de los escritores de los talleres de IDARTES -el
colectivo I-Letrados- quienes llevaron la idea al Ministerio de Cultura,
entidad que les otorgó una beca para antología de talleres literarios.
El lanzamiento de Sucedió en la Ciudad será el próximo jueves 6 de
marzo, a las 6 de la tarde, en el Restaurante A Seis Manos, ubicado en
la calle 22 No. 8-60.
Los integrantes de I-Letrados, Adriana
Puentes, Raúl Piamonte y Jaime Rivera, se dieron a la tarea de motivar a
los compañeros de los diferentes talleres de crónica de IDARTES que se
han dictado, recopilar, escoger y editar los textos para finalmente
imprimirlos con el respaldo del ministerio de Cultura y ponerlos a
circular, etapa en la que se encuentran actualmente.
El consagrado escritor y maestro del
taller de IDARTES de novela, Pedro Badrán dice en la contracarátula: "En
conjunto, los autores de este libro trazan el mapa de una ciudad opaca,
a medio camino entre
las nostalgias del pasado y las certezas de una modernidad incompleta.
Mujeres insaciables, fanáticos de las hamburguesas, glotones
compulsivos, bailarinas de tango, cantantes populares y malandros de
otra época. De alguna manera, ya nos hemos tropezado con los personajes
que habitan estas páginas y no nos resultan desconocidos los lugares y
los temas que aquí se narran".
Por su parte el prologuista de Sucedió
en la Ciudad y maestro de los talleres de crónica, el escritor Cristian
Valencia, señaló que "como facilitador me tocó la gracia de ver nacer
las crónicas de la incertidumbre unas, de pequeñas certezas otras, de la
curiosidad o del deseo de contar maravillosamente una historia que, a simple vista,
no lo parecía. Me ha tocado en suerte presenciar cómo cada uno de los
escritores ha buscado con ímpetu su propia manera de contar, sus deseos más íntimos con el lenguaje. Y las he visto emerger de las profundidades, de aquella zona de penumbra
donde reposan todas las historias de los seres humanos sobre la tierra.
Cada uno de los cronistas se metió en problemas serios a la hora de
escribir. Problemas hondos, de humana condición. Cada uno enfrentó el
espejo de otras vidas, o de la propia, desde su propio mundo. Entre
todos entendimos que una crónica no se trata de un espectáculo que
pretende un alto rating. Que tal vez se trate de contar un pedazo del
mundo para entenderlo mejor, para dar una versión más de nuestro paso
por la historia". Y luego añadió que al final de los talleres los
miembros de I-Letrados "se dieron a la tarea de juntar varios trabajos y
ponerlos a consideración de un jurado. Para probarse a sí mismos y a
los demás que tanto trabajo, tanta incertidumbre y tanta afugia no solo
habían valido la pena sino que eran dignas de más lectores".
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