Un grupo de jóvenes de la localidad La Candelaria descubrió
en el arte urbano una herramienta para transformar su entorno y construir
memoria. Con pintura y mucha creatividad estos jóvenes han hecho de su barrio
un lienzo vivo de sana convivencia. Bogotá educa para la paz.
Unas cuantas latas de pintura en aerosol, un talento desbordante y una
sensibilidad aguda fueron suficientes para que Cristian Rodríguez y sus
compañeros de ‘Huella Inteligente’ le cambiaran la cara al barrio Egipto, que
además de ser su hogar es un lienzo vivo donde plasman su forma de ver el
mundo.
Convencidos de que la intervención del espacio a través del arte tiene que ser para aportar a la convivencia y al fortalecimiento de la
conciencia y la memoria, los muchachos de ‘Huella Inteligente’ se
propusieron transformar su entorno para convertirlo en un escenario para expresar
sus pensamientos, ideas y sentimientos.
Detrás de las obras que hoy engalanan las calles del barrio Egipto como
el muro de la Casa de Cultura, la Plaza de mercado Rumichaca, entre otras, está
Cristian Rodríguez, un joven de ropas holgadas y ritmo en sus palabras que se
cansó de hacer su arte en la clandestinidad, y decidió apostarle a su talento y convertirlo en una herramienta de cambio
social.
“El grafiti en realidad es un
pretexto para hacer construcciones colectivas en las que varios jóvenes
aportamos, discutimos, llegamos a consensos para terminar una obra. Pintando
murales con mensajes positivos, con imágenes agradables, lo que logramos es
acercarnos a la gente por el lado sensible, por el lado estético”, comenta
Cristian, un exalumno de la Escuela Nacional de Comercio que antes rayaba los
cuadernos de matemáticas y ahora le enseña a niños y a jóvenes a reconocer su
identidad y a maximizar sus capacidades a través del arte.
‘Si pudiera pintaría hasta
el cielo’
Andando por las calles adoquinadas de su querido barrio, el mismo que lo
vio nacer, Cristian, más conocido en el circuito artístico como ‘Emigrante 10’,
se dirige hacia el muro de la Virgen, una intervención artística que se ha convertido
en un experimento social por el grado de participación que ha tenido la
comunidad.
Mientras camina saluda a todo aquel que se cruza en su camino, conoce a
todos los miembros de su comunidad, incluso a aquellos de los que algunos
prefieren alejarse para evitar problemas, pues gracias a su trabajo por recuperar el sector y embellecerlo se ha
ganado su confianza y reconocimiento.
Junto a él, camina Martha León, una estudiante de grado 11º de la
Escuela Nacional de Comercio que se dejó tentar por el grafiti y las ganas de
Cristian de hacer arte para transformar su entorno.
“Hace dos años, cuando me uní al colectivo, yo solo pintaba cuervos,
muñecas tristes, cosas oscuras. Con el tiempo me he dado cuenta que con el
grafiti uno tiene la posibilidad de enviar mensajes a la gente, a los niños,
por eso tienen que ser cosas positivas”, cuenta Martha mientras trabaja en un
mural para su colegio que será un homenaje gráfico a un profesor que lleva 30
años en la institución y ha impactado positivamente a varias generaciones de
estudiantes que lo recuerdan con cariño.
“En este proceso he aprendido mucho más que a pintar. Me he vuelto mucho
más social, mucho más colaborativa con mis compañeros. Aunque sigo siendo tímida, cuando pinto me siento libre”, dice
Martha, quien aspira a convertirse en una diseñadora gráfica para seguir
replicando lo que ha aprendido.
Tras recorrer algunas cuadras, Cristian se detiene frente al Muro de la
Virgen, un antiguo lugar de peregrinación de la comunidad y frontera invisible
que divide a dos combos rivales que durante años se han enfrentado por el
territorio.
En ese momento, un hombre joven de aspecto desprolijo se acerca para
saludar a Cristian, quien lejos de intimidarse por su presencia lo saluda con
amabilidad y cruza con él algunas palabras.
“Me estaba preguntando cuándo vamos a terminar el mural, que está
quedando muy bacano”, explica Cristian mientras relata la evolución que ha
tenido aquel punto de tránsito de los barrios Egipto, Parejo, Los Laches.
“Primero hicimos la Virgen de Fátima y en consenso con la gente la
cambiamos por la Virgen de Guadalupe porque es más icónica para la comunidad.
Quisimos poner el nombre Egipto abajo para, simbólicamente, unir a los combos que están enfrentados.
Por decirlo de alguna manera, los pusimos a dialogar en la imagen, les mandamos
un mensaje de que todos somos habitantes del barrio, que debe haber paz, y no existen las fronteras”, señala Cristian,
quien desde que tiene uso de razón ha vivido por y para el arte.
“Yo pinto desde el útero de mi mamá, cuando era niño mis pinturas eran
los esmaltes y ahora, si pudiera, pintaría hasta el cielo”, comenta ‘Emigrante
10’.
Más muros coloridos, menos
fronteras invisibles
‘Huella Inteligente’, un proyecto que empezó como el intento de un joven
estudiante por cambiarle la cara a su colegio y a su barrio, hoy es un ambicioso proyecto que hace parte de
las Iniciativas Ciudadanas de Transformación de
Realidades (Incitar), estrategia del proyecto de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia de educación pública de Bogotá.
“Esta iniciativa lo que busca es, por
medio del grafiti y el muralismo, brindarle a los jóvenes capacidades
ciudadanas. Que aprendan a cuidar su espacio, a apropiarse de él porque el
grafiti no es vandalismo, es una expresión del pensamiento crítico,
político que promueve la participación y la convivencia”, comenta Juan Castelblanco,
gestor territorial de Incitar, quien ha acompañado el proceso de ‘Huella
Inteligente’.
Ya son cerca de 10 los jóvenes que hacen parte de ‘Huella Inteligente’,
y el parche sigue creciendo pues no solo jóvenes de la Escuela Nacional de
Comercio se han interesado por este proceso, también lo han hecho estudiantes
del colegio La Concordia y habitantes del sector que confirman lo que piensa
Cristian: “el arte es una construcción colectiva”.
El grafiti, contrario al imaginario popular que lo condena como un acto
criminal y vandálico, puede ser una
herramienta pedagógica para formar conciencia social, incentivar capacidades
ciudadanas y también puede ser una oportunidad para jóvenes que como
Cristian y Martha, tienen un talento especial y desean ponerlo al servicio de
la comunidad.
El enorme pájaro multicolor que adorna la Casa de la Juventud, los
retratos de las paredes de la Plaza de Mercado Rumichaca, el mural del Belén y
el muro de la Virgen son obra de Cristian y su combo. Son lugares que pasaron de ser calles oscuras y peligrosas a espacios
coloridos y estéticos donde hacen homenajes a personajes del barrio, se
rescatan raíces y se envían mensajes positivos a la comunidad.
A punta de ganas, de creatividad y de mucho trabajo, ‘Huella Inteligente’ ha involucrado el arte
y las expresiones urbanas en los procesos de formación. Este colectivo
artístico le apuesta a que desde el colegio se puede aportar al territorio y a
la comunidad. Están convencidos de que el arte, más que un acto estético y
contemplativo, puede ser una fuente inagotable de aprendizaje y oportunidades.
El próximo reto que tiene ‘en la mira’ este parche es pintar las bases
del puente vehicular de Egipto, un lugar azotado por la inseguridad y el
consumo de drogas. Están a la espera de las respectivas autorizaciones para
ponerse manos a la obra y empezar a recuperar con trazos, color y mucha
imaginación otro espacio de su querido barrio.
Por Nicolás Rodríguez
Chaparro
Fotos Juan Pablo Duarte
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