miércoles, 22 de abril de 2015

Los idiomas unen mundos

Tres historias de vida que prueban que el idioma y la educación cambian realidades
Tímida, sentada en la última fila de uno de los salones del Colegio Distrital La Arabia en Ciudad Bolívar, la pequeña Isigra le da los últimos retoques a un colorido dibujo en el que cada árbol y animal selvático tiene su nombre en dos idiomas. Está en clase de español, pero no en la típica clase que tomaría una niña de diez años como ella. Aunque Isigra es tan colombiana como cualquiera, el español no es su primera lengua. De hecho, hasta hace algunos meses no lo hablaba. Al fin y al cabo en su hogar, del que tuvo que salir desterrada por la violencia antes de llegar a Bogotá, todos se comunican en wounaan meu, una de las lenguas indígenas que subsisten en el Chocó.  Ahora, aunque todavía añora su casa a orillas del imponente río San Juan, no sólo está feliz aprendiendo español en el colegio sino que además se ha convertido en una especie de maestra para algunos de sus compañeros mestizos que ven con interés su cultura indígena y quieren aprender más de ella y de su idioma.

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