Alejo Vargas Velásquez
Profesor titular Universidad Nacional,
Coordinador Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
No hay duda de la importancia de acordar, lo más pronto que se pueda, la Mesa de Diálogo con el ELN, porque de esta manera se podría garantizar que los acuerdos a que se llegue incluyan a las guerrillas en su conjunto. Es más, quizá habría que hacer el esfuerzo también de sumar a los sectores del EPL que se mantienen alzados.
Sin embargo, la mejor solución no parece ser, por lo menos inicialmente, una Mesa única de diálogo por varias razones, independiente de que sería deseable la conclusión de la negociación en una Mesa única.
Algunas de las razones de por qué se justifican Mesas separadas inicialmente serían las siguientes: 1) las dos guerrillas tienen historias y subculturas políticas diferentes, en el caso de las FARC se trata de una organización de origen agrarista y con una alta influencia en sus dirigentes de una cultura comunista, con un peso de la influencia marxista ortodoxa, adicionalmente, es una organización que tiende a funcionar con la lógica de un ejército (hay una estructura jerárquico-piramidal muy marcada y opera como un ‘ejército haciendo política’); el ELN, tiene un origen más urbano, influido por los vientos de las llamadas guerras de liberación nacional que recorrieron a los países tercermundista en los años 60s, desde su nacimiento estuvo muy ligado a las luchas nacionalistas de los trabajadores del petróleo que habían dado origen a ECOPETROL y a las luchas de movimientos sociales como el estudiantil en los 60s, en su interior coexiste la influencia del pensamiento del sacerdote Camilo Torres Restrepo y por supuesto también de un marxismo heterodoxo, es una organización con influencias sociales más importantes que el propio aparato militar y tiene una estructura de carácter más confederado, que se parece más a un ‘partido político en armas’.
2) Los temas de preocupación ligados a sus históricas demandas igualmente tienen prioridades centrales, independiente de que coincidan en algunos de sus puntos. En el caso de las FARC, como lo refleja el primer punto de la agenda acordada con el gobierno nacional es el tema agrario; en el caso del ELN, podríamos decir, sin pretenden definirle la agenda a las partes, que muy seguramente sus énfasis estarán en los aspectos minero-energéticos y lo relacionado con el desarrollo regional, porque no hay duda que la lucha porque el petróleo sea un recurso al servicio de la nación ha sido parte de la historia del ELN y en los últimos tiempos esto se expande a la defensa de la explotación minera, una minería que según el discurso del ELN debe contribuir al buen vivir de las regiones y comunidades, esto se contrapone a lo que el Gobierno del Presidente Santos ha llamado una de sus ‘locomotoras del desarrollo’ y por supuesto a lo anterior se suma todo lo relacionado con el desarrollo regional, que históricamente también ha sido una de las demandas del ELN; ahora bien, este punto se vuelve relevante, especialmente cuando se da un retroceso en lo relativo a la descentralización en el Gobierno Uribe y cuando a través de la nueva Ley de Regalías se plantea la posibilidad de transferir recursos provenientes de regalías no sólo a las regiones generadoras de las mismas, sino a todas las regiones del país.
Y claro, hay un tema que siempre ha colocado el ELN en sus iniciativas hacia la búsqueda de una paz negociada y es la participación de la sociedad dentro del mismo que en su momento se expresó en la propuesta de Convención Nacional, donde el ELN consideraba se deberían discutir los temas relevantes del país con una participación de la diversidad nacional.
Ahora bien, hay temas que serían comunes a las dos Mesas, como sería lo relacionado con la participación política en un escenario de postconflicto armado no sólo para los movimientos políticos que pudieran originarse como producto de la negociación, sino para las fuerzas políticas, especialmente las de izquierda que tradicionalmente han sido marginalizadas, el tema de Víctimas del conflicto armado y las salidas jurídicas, lo relativo con la terminación propiamente del conflicto y lo relacionado con el destino futuro de las estructuras armadas.
Lo anterior nos muestra cómo la existencia de Mesas separadas inicialmente podría ser un elemento necesario y conveniente, pero igualmente como deberían converger ambas Mesas alrededor de temas comunes.
Yo quisiera terminar este escrito diciendo que, sin cancelar el necesario debate que enriquece la democracia y que habrá necesidad y oportunidad de seguirlo dando, lo importante a resaltar de la comunicación pública que me dirigió el comandante general del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, respondiendo a una columna mía en El Colombiano, es la reiteración de la voluntad de empezar a transitar el camino hacia una paz negociada con el gobierno nacional: “El ELN tiene toda la disponibilidad de acudir a una mesa de diálogo con el gobierno del presidente Santos, a buscar puntos de encuentro para iniciar y avanzar en el camino de la paz, siendo realistas en que existen visiones contrapuestas de cómo hacerlo. Partimos de la tozuda realidad de que ni la lucha armada y popular ha alcanzado la victoria, ni la clase en el poder ha podido derrotar las guerrillas en medio siglo de brutal confrontación y que es urgente buscarle a este grave y desbordado conflicto, una salida política donde aceptándonos como partes contendientes, lleguemos a un acuerdo serio y respetuoso que abra el camino de la reconstrucción del país en un proceso de paz real, estable y duradero que ponga fin al conflicto y le ofrezca a las futuras generaciones una patria en justicia y equidad social, democracia y soberanía.
El ELN tiene toda la voluntad de sentarse a dialogar con el Gobierno, considerando que podrá más la sensatez, que la vieja aspiración de imponer la paz romana, de vencedores y vencidos, que es uno de los errores cometidos en los pasados diálogos y que fracasado en estos últimos 50 años.”
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