Según la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), este material es equivalente al sacrificio de aproximadamente 35 tortugas. El año pasado se incautaron en la capital del país 20 kilogramos.
SDA, abril 11/2014.- Para las tortugas icotea, que habitan en gran parte de la Costa Atlántica colombiana, la Semana Santa no es sinónimo de reflexión o acogimiento espiritual.
Esta época del año es una pesadilla para esta especie de reptil, ya que tradicionalmente son cazadas para consumir su carne blanca y huevos, y así sustituir la carne roja.
Son consumidas principalmente por la comunidad costeña, que para esta época, ingresa carne de tortuga a la capital del país para venderla o simplemente repartirla entre sus familiares.
En Bogotá ya se decomisó el primer cargamento de carne de tortuga icotea. Tuvo lugar en la calle 13, cerca al almacén Zenú, donde las autoridades le incautaron a un ciudadano cerca de un kilo.
Expertos de la Secretaría de Ambiente informaron que un kilo de carne equivale a la muerte de aproximadamente 35 tortugas icoteas, ya que a cada individuo solo se le aprovecha su cabeza y extremidades; la caparazón y las vísceras son desechadas.
Según el Código Penal, aquellos que comercialicen o tengan animales silvestres, incluida la carne de tortuga incotea, podrían estar en prisión entre 4 y 9 años (48 y 108 meses), y pagar multas de hasta 35 mil salarios mínimos mensuales legales vigentes.
El año pasado, las autoridades ambientales y policivas lograron decomisar cerca de 20 kilos de carne de tortuga en esta época del año, que representaron la muerte de 700 tortugas.
“No estamos en contra de la tradición católica, por la cual, en Semana Santa, los fieles se abstienen de comer carne roja. Pero si nos oponemos rotundamente en que se utilicen especies de nuestra fauna silvestre como alimento, sometiéndolas a crueles sacrificios y poniéndolas en peligro de extinguirse”, manifestó Néstor García, Secretario Distrital de Ambiente.
La matanza de las tortugas es un acto de crueldad animal. Primero los cazadores las ponen vivas en agua caliente, y luego, con una segueta, las abren y les extraen la poca carne que tienen.
Una icotea adulta, que pesa aproximadamente 1.500 gramos, sólo tiene 20 por ciento de carne en su cuerpo.
La icotea solo habita en la Costa Atlántica colombiana, y fue declarada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una especie amenazada.
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