Pedro Santana Rodríguez
Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
Finalmente el Gobierno Nacional presentó su proyecto de Reforma Tributaria que busca según la exposición de motivos la generación de empleo y disminuir la desigualdad, para lo cual se proponen dos medidas sobre los impuestos que recaen sobre las empresas (1) reducir el impuesto sobre la renta del 35 al 25% y (2) sustituir los aportes parafiscales y las cotizaciones a la salud a cargo de los empleadores para sus trabajadores que devenguen menos de 10 salarios mínimos, por un impuesto a las utilidades de las empresas del 8 por ciento, que en el proyecto se denomina impuesto sobre la renta para la equidad (CREE).
El proyecto estima que para el año 2013 el efecto de estas medidas arrojaría una pérdida de recaudo por 3,6 billones de pesos, pero a partir de 2014 se generaría un recaudo positivo de 2 billones de pesos. Esto ha sido puesto en duda por diversos analistas que han señalado que las cuentas no están del todo claras y que medidas como la reducción de los costos empresariales en materia de impuestos no necesariamente generarán nuevos empleos. Hoy los gravámenes sobre las empresas son menores que lo que éstas tenían que tributar hace 25 años y sin embargo, la tasa de informalidad se mantiene cercana al 65% de todos los trabajadores.
El segundo gran contenido del proyecto, establece que para alcanzar la reducción de la desigualdad se debe aumentar la progresividad del impuesto de renta sobre las personas naturales mediante el nuevo impuesto mínimo alternativo (IMAN). Los salarios mensuales iguales o menores de 2.3 millones de pesos no pagarán este impuesto, la tarifa va aumentando en la medida en que crece el salario hasta llegar al 15% que se aplicara a los salarios mensuales iguales o superiores a 25 millones de pesos. El Gobierno estima que este impuesto así liquidado representará un ingreso adicional al fisco de 4,7 billones de pesos en el año 2013.
Como lo ha señalado en un excelente texto Luis Hernando Barreto Nieto el tema central sobre este punto es que las personas naturales sólo aportan como ingresos brutos apenas el 10% del total de los ingresos mientras que los ingresos brutos provenientes de las personas jurídicas y los grandes contribuyentes aportan el 90%. 1 O como lo señala Jorge Enrique Espitia en su artículo que se publica en este número del Semanario “En suma, el proyecto de reforma tributaria vende una verdad a medias para emprender, luego, medidas que resultan poco relevantes desde el punto de vista del recaudo como de la equidad manteniendo y profundizando los beneficios a las rentas de capital. Hacer una reforma buscando hacer más progresiva la estructura tributaria, dejando por fuera los ingresos que generan el 87% del impuesto sobre la renta resulta falaz, con lo cual es relativamente fácil de calificarla como regresiva, pues incrementa la carga fiscal a las rentas del trabajo y mantiene los privilegios e, incluso, los profundiza al reducirles las tarifas efectivas a las empresas (rentas de capital).2 En concreto quienes soportarán el mayor peso de las cargas tributarias serán los trabajadores de la clase media, aquellos que tienen salarios superiores a los 2,3 millones de pesos mensuales mientras que se bajan las cargas a las grandes empresas tanto en sus aportes al sistema de salud como por los parafiscales que ahora tienen que pagar para mantener al Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA y al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF. Las cuentas no cuadran del todo cuando se dice que un impuesto del 8% sobre las utilidades de las empresas sea suficiente para remplazar los aportes del impuesto a la nómina que se paga actualmente.
En realidad la reforma podría poner en riesgo las finanzas del SENA y del ICBF, dos entidades que se encargan de desarrollar una parte de la política social más importante del país. Tampoco están asegurados los recursos para la salud pública en medio de la mayor crisis que se haya presentado en el sector durante los últimos años. Todo ello para favorecer a los grandes empresarios y todo se hace con una argumentación neoclásica según la cual si se rebajan los costos laborales y se reducen los impuestos a las empresas, estás generarán automáticamente puestos de trabajo lo cual no está demostrado. Hace unos meses el presidente Santos, señaló que la reforma tributaria que su Gobierno presentaría a consideración del Congreso haría “chillar a los ricos”, pero no nos dijo que su llanto sería de felicidad. Hay que señalar que sin una reforma estructural que grave las rentas del capital para que por la vía del Estado y de la inversión social se redistribuya el ingreso no se superará las grandes inequidades que hacen de Colombia uno de los países con mayor nivel de desigualdad en el planeta. Sin nuevos recursos no será posible una vigorosa inversión social en educación, salud y vivienda para las clases menos favorecidas. Los que van a chillar con esta reforma, parafraseando la metáfora de Santos, serán los sectores de la clase media a quienes se les aumenta en el proyecto de reforma las cargas tributarias para bajar las tasas impositivas a los más ricos. Hay que cambiar el modelo tributario, pero ése no es el pensamiento económico del Gobierno.
Tomado de Caja de Herramientas
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