Maureén Maya Sierra
Periodista e investigadora social
Cambia la estrategia de defensa, pero en lo sustancial todo sigue igual.
Periodista e investigadora social
Cambia la estrategia de defensa, pero en lo sustancial todo sigue igual.
“La memoria es sobre todo, una poderosa vacuna contra la muerte y alimento indispensable para la vida. Por eso, quien cuida y guarda la memoria, cuida y guarda la vida, y quien no tiene memoria está muerto”.
Rafael Guillén Vicente ‘Subcomandante Marcos’ Frente Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). México
La semana pasada, Adriana Guillen Arango, directora de la Agencia Nacional para la Defensa Jurídica del Estado, declaró ante los medios de comunicación que la condena del Estado por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el caso por los desaparecidos del Palacio de Justicia, (Caso No. 10.738),1 es inminente. Esta afirmación no sorprendió; difícilmente se podía prever un desenlace distinto; sin embargo, lo que si resultó llamativo, incluso preocupante pero no por ello sorpresivo, fue la persistente negación de responsabilidades plenas por parte del Estado en el desenlace de los hechos, en el reconocimiento de la totalidad de los desaparecidos y de víctimas de otros crímenes perpetrados por la fuerza pública. Una vez más, la falta de voluntad política para avanzar en la construcción de un genuino Estado social de Derecho, que realice plenamente los mandatos constitucionales y acoja las normas internacionales, quedó demostrada.
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