Fue cuidado por una mamá canguro por más de dos meses
Desde hace 15 días, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) empezó el proceso de acercamiento con sus nuevos padres, quienes se están adaptando a su olor y a su presencia. El pequeño primate, que ingresó el Centro de Recepción de Fauna de la entidad de 15 días de nacido y 14 centímetros de longitud, ya mide 40 centímetros y come frutas por sí mismo.
SDA, mayo 8/2013.- El 4 febrero de este año, Martha Silva, una de las cuidadoras del Centro de Fauna de la Secretaría de Ambiente, se convirtió en la mamá canguro de un mono nocturno “bebé” proveniente del municipio de Guamal Meta.
Mientras crecía, Martha lo cargó día y noche en una pequeña bolsa cerca a su pecho, y le dio su alimento, una papilla especial, a través de una jeringa cada tres horas. El ideal era darle calor al pequeño mono, que ingresó a Bogotá con hipotermia.
Con el pasar de los días, el pequeño mono empezó a mejorar. Pasó de medir escasos 14 centímetros a 40, y de pesar 100 gramos a 280. Además, empezó a comportarse arisco con su mamá adoptiva.
Por esta razón, hace 15 días, Martha se separó de su “mono adoptivo”, y empezó una etapa de adaptación con otros monos de su misma especie: una familia conformada por un padre y una madre.
El pequeño fue dispuesto en un guacal, y sus dos padres adoptivos en otro. Ambos guacales están a escasos centímetros, de frente, con el fin de que los padres se familiaricen y se acostumbren al olor de su nuevo hijo.
"Ahora se encuentra en un proceso de acercamiento e impronta biológica con los de su especie para identificar comportamientos y actitudes con los suyos. Cada ocho días se intercambian sustratos de unos y otro para que se vayan familiarizando cada uno con su olor, situación que favorece a la aceptación al nuevo grupo", apuntó Yudy Cárdenas, bióloga del Centro de Fauna de la SDA.
La pequeña bolsa donde durmió el mono en el pecho de Martha fue introducida en el guacal de sus padres, quienes en las dos semanas de adaptación no lo han rechazado. Todo lo contrario, cuando llora se intranquilizan, y siempre tratan de tocar sus manos cuando él las saca por las rejas.
Este proceso durará aproximadamente dos meses. Luego, el bebé primate ingresará a una jaula más amplia con sus dos padres, para culminar su adaptación. Si el resultado es satisfactorio, lo más probable es que sean trasladados a alguna reserva en el Amazonas.
Sin embargo, Martha aún sigue pendiente de su hijo primate. Aunque ya no lo carga todo el día, es la encargada de ponerle en su guacal los pedazos de fruta y la papilla, y le ayuda a la bióloga y a la zootecnista cuando lo van a valorar.
“Lo manipulamos con guantes, para que no le quede el olor del humano. Ya tiene un comportamiento típico de un primate, ya que nos muerde y llora cuando lo tenemos que coger. Es muy satisfactorio ver la evolución de otro de mis hijos adoptivos, y saber que lo más probable es que vuelva a la selva, de donde nunca debió salir”, dice con nostalgia y orgullo Martha, que con este mono ya lleva cuatro hijos adoptivos a su cargo.
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