No es un secreto: la historia del fútbol en Colombia está atravesada por pequeños éxitos y grandes tristezas que han llegado a tener tinte de tragedias. La lista es larga y pocos recuerdan que en la época conocida como El Dorado del fútbol colombiano la liga profesional fue vetada por la Fifa. Dicho veto fue concertado después del Mundial de 1950 en Brasil. Hoy, 64 años después y ad portas de un nuevo mundial en Brasil, recordamos esta historia a través de las fotografías del Archivo Manuel H. Rodríguez.
En 1959, Carlos “Cacho” Aldabe, entrenador del Club Deportivo Los Millonarios, viajó a Buenos Aires con el objetivo de contratar a Adolfo “El Maestro” Pedernera. Para ese momento, la liga argentina atravesaba una crisis. En noviembre de 1948, la Asociación de Futbolistas Argentinos organizó una huelga en la que se protestó contra algunas políticas del gobierno de Juan Domingo Perón, que había implementado topes salariales para futbolistas cercanos a los $175 dólares. Las máximas estrellas del torneo, lideradas por Pedernera, Alfredo di Stéfano y Julio Cozzi, se negaron a jugar.
Tal situación, sumada a que entonces el peso colombiano estaba casi a la par del dólar, hacía que jugar en Colombia fuera atractivo para los gauchos. Para los directivos locales, la perspectiva era prometedora. La idea de traer a grandes figuras de una de las ligas más reputadas del continente suponía la posibilidad de tener mayores recaudos en boletería y publicidad.
Durante su primer acercamiento con “Cacho” Aldabe, Pedernera no estaba en su mejor momento. Pasaba los 30 años y acaba de salir dos temporadas en las que no brilló en la primera división argentina: junto al club bonaerense Atalanta, en 1947, y junto al club Huracán, en 1948. Con todo, el argentino exigió una prima de $5.000 dólares y un salario de $500 dólares como condición para pisar las canchas colombianas (entonces, el salario mínimo en zonas urbanas del país no pasaba de los $60 pesos mensuales).
Pese a todo, la junta directiva azul tomó el riesgo. El argentino desembarcó en Bogotá el 10 de junio de 1949 y su llegada conllevó un éxito económico sin precedentes. Su primera aparición en público, en un partido oficial entre Millonarios y el Atlético Municipal, significó una taquilla cercana a los $17.000 pesos (aunque otras fuentes afirman que fue poco más de $30.000 pesos).
Según los registros de prensa de la época, para el 26 de junio, fecha de su debut, Pedernera se encontraba físicamente a punto tras perder cerca de nueve kilos. El partido, jugado frente al equipo manizaleño Deportes Caldas, culminó con resultado de 3-0 a favor del equipo bogotano. Los periodistas capitalinos se rendían ante los pies del argentino usando frases como “un maestro del pase”.
Debido al éxito logrado, la junta directiva de Millonarios le encargó Pedernera la tarea de viajar a Argentina para adelantar negociaciones con otras estrellas locales: Néstor Raúl “Pipo” Rossi y Alfredo di Stéfano del River Plate fueron los elegidos. Ambos llegarían a principios de agosto de 1949. Así comenzaba el periodo más brillante del fútbol local: El Dorado. Las canchas se llenaban domingo a domingo de arte futbolero y la asistencia a los pequeños estadios creció de manera inusitada.
Pero mientras el fútbol colombiano pasaba por uno de sus mejores momentos, los clubes del sur del continente se quejaban del éxodo masivo de sus estrellas e interpusieron quejas ante la Fifa argumentando que las contrataciones colombianas eran piratas. Tales demandas fueron escuchadas en el Congreso Mundial de Fútbol celebrado en Brasil, en 1950. Allí se resolvió que los clubes colombianos dejarían de fichar a jugadores extranjeros y que no se omitiría la intermediación de los clubes legítimamente propietarios de los jugadores en todo proceso de compra o venta de jugadores adquiridos a partir del 23 de marzo de 1951.
Sin embargo, no fue sino hasta la Cumbre Latinoamericana de Fútbol, celebrada en octubre 1951 en Lima, que se resolvió que los clubes colombianos debían regresar a los jugadores extranjeros que habían contratado irregularmente a los equipos de origen a más tardar en el mes de octubre 1954. Hasta que eso no ocurriera, la Fifa suspendería el reconocimiento de la Federación Colombiana de Fútbol, con el fin de garantizar el derecho de propiedad de los clubes que alegaban traspasos ilegales.
Así, sin nuevas estrellas, sin fondos por la salida de los jugadores más reconocidos, sin tener el poder para negociar con ellos y sin aval para realizar nuevos traspasos, el negocio decayó y las taquillas mermaron de forma considerable hacia 1953. El resto es historia patria.
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