A pesar de haber nacido al lado del mar, Julio Mario Santo Domingo ya se había metido en el corazón de Bogotá. Tanto, que al centro cultural que lleva su nombre, y que él mismo contribuyó a edificar, los habitantes de esta capital ya le decimos, en confianza, “el Julio Mario”.
Por eso, para quienes de una u otra manera tenemos la fortuna de estar en contacto permanente con ese hervidero de cultura, evocar ahora su nombre con la tristeza de su partida no deja de conmovernos y estremecernos. Se ha ido un amigo de la ciudad.
La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y sus entidades adscritas –el Instituto Distrital de las Artes, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño– desean asumir la voz de la mayoría de habitantes que hoy también se conmueve y estremece con el fallecimiento de este bogotano adoptivo, cuyo nombre y apellidos se ven hoy más grandes en las paredes del mencionado centro cultural. En las paredes del Julio Mario.
Catalina Ramírez Vallejo Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá.
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