Centro de Estudios en Desarrollo y Territorio, Universidad de La Salle
Desde hace dos semanas he venido comentando los retos que con la economía continúan en el Gobierno Santos, la misma sobre la que en esta semana él ha planteado: “Estamos pasando por el mejor momento económico de nuestra historia. Este es un gobierno progresista y reformista” ¡Y vaya que como titular de prensa es grandioso!
Pero lo hemos dicho, a la economía le ha ido bien, incluso al país también, pero no es para hacer grandes festejos, sobre todo cuando han sido más las deudas, los temas que se han quedado en el tintero. En una sana balanza observemos algunos de los puntos neurálgicos para el país.
1. Sobre el crecimiento económico. El promedio año en el período 2010-2013 fue del 4.8%, un crecimiento que logra romper el 3% histórico, así que se trata de un resultado esperanzador. La economía colombiana necesita crecer para poder dinamizar sus pretensiones de formalización, tanto laboral como empresarial. Pero se debe decir también que los sectores generadores de empleo distan de aquellos que como la industria y lo rural se convierten en apalancadores de espirales virtuosas para la economía, por el contrario, el aumento del PIB ha estado soportado en el sistema financiero, en la minería o en las telecomunicaciones que distan de auspiciar la generación de empleo y el incentivo a distintos eslabones de las cadenas productivas.
Ahora, ante una débil estructura económica e incluso dependiente del comportamiento de las exportaciones primarias, no es de esperar que la economía, aunque lo requiera, pueda crecer mucho mas del promedio observado, es más debe esperarse una disminución en el ritmo de crecimiento solo como efecto cíclico. Aquí se requerirán cambios estructurales fuertes, es decir, la consolidación de un tejido productivo acompañado de medidas de productividad y competitividad que consoliden un mercado interno fuerte pero que proyecten la diversidad de la producción hacia los mercados externos.
2. Los sectores agrario e industrial. Si bien el comportamiento reciente del sector agropecuario ha sido de crecimiento, después de un período de caídas pronunciadas, el sector industrial, ha experimentado lo contrario. Sea con crecimiento o no, lo real de estos temas es que el país si bien ha realizado algunos esfuerzos en materia de subsidios y compensaciones necesarias a los productores, sean del campo o de la manufactura, también es cierto que estos sectores cada vez pierden importancia en la estructura económica, es decir en la generación de empleo y riqueza.
La política industrial es inexistente y aunque el ministro siga diciendo que es lo más valioso que se tiene lo extraño es que nadie habla de ella como un cuerpo normativo y de acción que posibilite pensar en generar desarrollo productivo; además, los instrumento, muchos por cierto, con los que se cuenta, han terminado en el desuso en prácticas poco recomendables para un tejido empresarial que se caracteriza por su informalidad. Ni que se diga del agro que se ha empujado a punta de paros y lo que pudo ser una ley de desarrollo rural fue solo eso, un tema planteado y dejado para el entretenimiento de los sectores sociales.
3. Las locomotoras: luces y sombras. Fuera de lo que ha acontecido en agricultura, hay logros importantes que bien merecen enunciarse como trascendentales. Este gobierno ha hecho de la construcción y las obras de infraestructura substanciales vínculos para posibilitar por un lado hechos sociales al facilitar el acceso a la vivienda a las familias más vulnerables y, de otro, desentrabar el tema de obras de infraestructura de transportes. Esto deberá profundizarse y los próximos cuatro años si que serán un reto para terminar lo comenzado y continuar proporcionándole al país la salida al atraso donde los gobiernos anteriores lo han postrado en cuanto a infraestructuras para la competitividad.
En cuanto a Ciencia y Tecnología lo que sucede en este país es una vergüenza no solo por la falta de recursos, la desastrosa institucionalidad representada en Colciencias o el trato indigno a investigadores, sino porque en realidad el asunto de la innovación parece no interesarle a nadie, es un discurso sin mayores alcances que termina por agotar. A esto se suma la falta de medidas claras frente a la educación superior y a la formación postgradual y de doctorados, sean en el país o en el exterior.
La minería sí que ha sido un problema, el gobierno la tiene como uno de sus estandartes pero no ha sido capaz de definir condiciones claras para su explotación en medio de las vulnerabilidades sociales y ambientales que este sector implica. Por fortuna en este país ya la gente ha tomado consciencia que con la movilización ciudadana es posible incidir sobre las decisiones públicas, evitando despropósitos como los que tienen que ver con la explotación del oro.
4. El empleo. Sin lugar a dudas el haber mantenido la tasa de desempleo en un dígito se constituye en un hecho importante para el país. Sin embargo es necesario colocar este dato a la luz de las condiciones del mercado laboral: primero, se ha generado una situación de generación de puestos de trabajo y junto a ellos una mejoría en los ingresos; segundo se ha generado una mayor demanda de trabajo a personas con algún grado de formación (técnico, tecnólogo, profesional); tercero, la población con un bajo nivel de formación para el trabajo, o con un título de secundaria, si bien ha experimentado mejoras en el mercado laboral, está cada vez más rezagada frente a la población calificada, expandiéndose una brecha que ya no sólo tiene que ver con salarios, sino con capacidades y oportunidades, dejando a esta población en condición de vulnerabilidad, en una situación que fácilmente conduce a la informalidad como alternativa de sustento.
La apuesta debe de ser por empleos decentes, sin embargo la formalidad sigue imperando y aunque las cifras del DANE muestran una mejora en el primer periodo Santos (38%), el propio Ministerio de Trabajo empleando otras formas de medición presenta datos que doblan esta cifra. La calidad del empleo dependerá de su formalidad, que a la vez representa cotizar a la seguridad social, es decir es el soporte financiero que requiere la protección social.
5. Aspectos monetarios y cambiarios. Si bien esto es política monetaria que está a discreción de Banco de la República, el Ministro de Haciendo es quien preside la Junta Directiva y obviamente se generan (es un deber) consensos con las políticas fiscales. Pues bien aunque la inflación está controlada, la política cambiaria ha sido un fracaso, los exportadores han tenido que sucumbir ante la revaluación y las autoridades poco han hecho al respecto. El Banco de la República mantiene sus intereses en otras instancias, ya es menester que se comience a exigirle, como lo ha planteado en varias veces la Corte Constitucional, responsabilidad con el crecimiento y la generación de empleo. Pero parece que al Banco no hay quien lo ronde, ni siquiera el mismo gobierno y sigue con bastante disciplina las recomendaciones de organismos como el Fondo Monetario Internacional.
6. Comercio Exterior. Aunque se muestre como un logro, los TLC no han servido para generar los mercados prometidos, esta política comercial cuando no se cuenta con políticas productivas, es un fracaso, de hecho nuestras exportaciones se siguen soportando en bienes primarios e incluso las exportaciones a los EEUU han descendido. Se tendrán que repensar nuevas formas, como por ejemplo retomar Unasur y la Alianza del Pacífico como instancias de integración regional, con el fin de generar nuevos y mejores espacios de desarrollo comercial, pero planteados desde la cooperación y la complementariedad.
7. Pobreza y equidad, no engañarnos sería un buen comienzo. El país ha experimentado cambios en las formas de medición de la pobreza que ha conducido a su reducción, es decir si bien es cierto que este gobierno ha realizado programas de lucha contra las pobrezas, también es cierto que los cambios metodológicos en su medición han contribuido a los resultados. Hoy el país tiene una pobreza del 32.2%, seis puntos porcentuales menos que al comienzo del período. Esto, cuando se cuenta en personas no debe de causar otra cosa distinta a la alegría. Sin embargo, de 168 países Colombia ocupa el puesto 12 en desigualdad (con datos del PNUD para 2014).Así mientas la economía crece y la pobreza disminuye el índice de Gini, con el que se mide la desigualdad, parece inamovible (0.539).
Así que el asunto de la equidad es serio y debe de convertirse en un propósito del nuevo período, como lo ha dicho el presidente en su discurso de posesión, pero que debe de ir más allá de los slogans, se trata de educación, pero también de formalización laboral y empresarial, de un estatuto tributario que dé cuenta de las desigualdades existentes y se convierta en un instrumento para la justicia tributaria, de políticas concretas en materia productiva que realcen el propósito de la tercera vía y la ponga al servicio de la sociedad, porque de los contrario naufragará en la dictadura del libre mercado.
Es cierto que en el discurso de instalación del Congreso el Presidente sólo trazó líneas generales, donde en materia económica no dijo mayor cosa. En el discurso de posesión, se dedicó a explicarle al país los pilares de la paz, la equidad y la educación; temas acertados de acuerdo con el mandato popular y que le viene bien al país asumir compromisos de mandato e incluso perspectivas de futuro sólidas. Se puede decir que han sido dos discursos inteligentes con mensajes claros al país en términos de paz y posconflicto.
Sin embargo, al considerarse a la economía como “en su mejor momento de la historia” las probabilidades de que mantengamos la gestión económica tal y como hasta ahora se ha venido haciendo son tan altas que se le sigue confiando su dirección al mismo Ministro y se le hace eco a “los logros” del Banco de la República. No es de personas inteligentes cegarse a la realidad para reemprender la marcha y en este período la economía necesitará un vuelco, se trata ya de agenciar la economía no para el usufructo de las elites sino para la inclusión y para el Buen Vivir.
Y ante las pocas referencias presidenciales al respecto no queda mucho espacio para el optimismo, por el contrario, tendrá que volver a actuar la sociedad civil, la presión social, como la mejor manera de hacerle entender al Gobierno que los caminos del libre mercado solo le han generado al país mantener altos niveles de pobreza, atraso productivo y desigualdad, contradictoriamente, lo que desde el discurso presidencial se quiere contrarrestar.Edición N° 00411 – Caja de Herramientas, Semana del 8 al 14 de Agosto – 2014
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