
Se puede considerar bienestar familiar, cuando los miembros de la familia están seguros, sanos y tienen oportunidades de progreso en educación, recreación, salud y disponibilidad económica.
Los servicios de apoyo tales como el cuidado y la educación de la primera infancia, la asistencia con la alimentación y para la vivienda y el cuidado de la salud física y mental contribuyen positivamente al bienestar de las familias y los niños. Por ello la administración local focaliza esfuerzos para llevar esa seguridad y estabilidad familiar a los hogares de la localidad, en especial a aquellos que presentan vulnerabilidad en sus derechos y seguridad social.
Cuando las familias enfrentan desafíos que causan estrés, incluidos la violencia, la pobreza y la carencia de hogar; su salud emocional y bienestar general pueden resultar altamente perjudicados.
Involucrar a las familias como participantes activos en la resolución de problemas y la fijación de metas por parte de la administración permite ayudarles a identificar y utilizar sus propias fortalezas para encarar los desafíos que enfrentan.
La carencia de hogar es un estado de vulnerabilidad para los niños y las familias y puede exponer a las familias a riesgos físicos, mentales y de desarrollo.
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