En un país donde la
diversidad cultural es tan vasta como su geografía, el
gobierno del presidente Gustavo Petro ha emprendido una misión sin precedentes:
transformar la educación hacia una formación integral y fortalecer el tejido
social a través del arte. Con el programa presidencial Sonidos para la
Construcción de Paz se ha puesto en marcha la consagración de la formación
artística de niños, niñas, adolescentes y jóvenes como un derecho fundamental.
Con una inversión de 100 mil
millones en 2023 y 360 mil millones en 2024, con la participación de ocho
universidades públicas (Universidad del Atlántico, Universidad Industrial de
Santander, Universidad Nacional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Universidad de Antioquia, Universidad de Caldas, Universidad de Cauca y
Universidad Pedagógica Nacional), como aliadas del programa en los 32
departamentos del país, llegamos hoy a 687 municipios y 1.808 instituciones
educativas, empezando por los municipios PDET (con Programas de Desarrollo con
Enfoque Territorial) y ZOMAC (las Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado),
con 358.500 beneficiados.
Un hito que permitió la vinculación laboral de 3.417 artistas
formadores, quienes fueron seleccionados y distribuidos en los establecimientos
educativos de 687 municipios (en especial los más afectados por el conflicto
armado), gracias a la alianza entre las universidades de Caldas, Industrial de
Santander, Nacional de Colombia, Pedagógica y Tecnológica de Colombia, del
Atlántico, del Cauca, de Antioquia y la Pedagógica Nacional.
Sonidos para la inclusión
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en alianza con el Ministerio de Justicia y del Derecho y el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario INPEC, llevó formación artística y fortaleció procesos musicales en 58 centros penitenciarios, integrando una población de 5 mil personas privadas de la libertad en todo el territorio nacional.
Vale destacar, también, que el programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz entregó 550 dotaciones musicales para igual número de establecimientos educativos, y apoyó a más de 50 proyectos comunitarios y sociales en alianza con la Fundación Nacional Batuta, con el objetivo de robustecer los procesos de formación musical informal desarrollados por organizaciones culturales.
Músculo para el ecosistema sinfónico
Sonidos para la Construcción de Paz fortaleció la música sinfónica nacional por medio de la reactivación de la Banda Sinfónica Nacional de Colombia, el apoyo a la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y creando, por primera vez, el Coro Nacional de Colombia. Las tres agrupaciones ofrecieron una diversa agenda musical en este 2024, llegando a 131.818 asistentes a conciertos y actividades artísticas.
Los asistentes disfrutaron de nueve temporadas sinfónico-corales, bajo la coordinación de la Asociación Nacional de Música Sinfónica, las cuales tuvieron como epicentro dieciséis departamentos del país. Así mismo, se beneficiaron 13.277 niños, niñas, adolescentes y jóvenes con procesos de formación sinfónica en todo el territorio nacional y se crearon 220 empleos para músicos de plantas artísticas y 46 profesionales.
Por su parte, desplegando el valor de las músicas tradicionales y acercándolas a las nuevas generaciones, la Red Nacional de Música Sinfónica, con el apoyo del programa presidencial, coordinó cuatro residencias artísticas en los departamentos de Cundinamarca, Casanare, Putumayo y Bolívar, en las que se capacitaron más de 600 jóvenes talentos.
Con la mayor apuesta cultural del Gobierno del Cambio se mejoraron los procesos de acceso y disfrute de derechos culturales y formación de ciudadanías para la paz, impactando este año a 1’155.000 personas en actividades artísticas y culturales.
Te invitamos a seguir el canal oficial del programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz 🕊️Entérate de cómo el Gobierno del Cambio transforma territorios a través de las artes y las culturas.
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Bogotá, 30 de noviembre de 2024.
“Va subiendo la corriente, con chinchorro y atarraya, la
canoa de bahareque para llegar a la playa”. Esa estrofa de la composición del
maestro José Barros “El pescador alegre”, que consolida una cumbia que en la
voz de “Toto” La Momposina es parte del corazón del folclor colombiano, la
interpreta Henry Gaudensio Méndez Solano, privado de la libertad del
Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de
Leticia.
Henry ha sido parte de los talleres de formación artística
del programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz, que hace
presencia en 58 centros penitenciarios de todo el país, en una alianza con el
Ministerio de Justicia y el INPEC, y que beneficia a 5 mil personas que están
detrás de las rejas.
“En la cultura no hay límites, la cultura puede llegar a
muchas partes donde la gente menos cree. La resocialización no solamente, como
mucha gente cree, es una palabra. Si uno quiere verdaderamente la
resocialización, uno debe buscarla desde uno mismo”, dice
Henry.
La pasión de este privado de libertad, que hace parte de los
más de 200 que conviven entre los muros del establecimiento penitenciario de
Leticia, es el canto y, gracias a Sonidos para la Construcción de Paz, ha
podido aprender lo que siempre quiso afuera: cantar con mayor técnica y mejores
herramientas.
Sus clases son los miércoles y los jueves de ocho a once de la mañana, con la artista formadora Carolina Manchola, con quien ha trabajado, según afirma ella, “la parte de lecto escritura, figuras básicas de la música y de asociación con las palabras. También hicimos versos, poemas y tuvimos momentos de creación”.
Para la jefe de Atención y Tratamiento del INPEC y del Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Leticia, Adriana Prieto Arbeláez, espacios como los que abre Sonidos para la Construcción de Paz permiten que las personas privadas de la libertad tengan escenarios para avanzar cultural y socialmente en su proceso hacia una nueva concepción del valor de la libertad y del respeto por la vida.
“Con ellos arrancamos desde cero, no habían tenido acceso a formación musical. Y entonces, hicieron un ensamble, y les enseñé el sentido rítmico a través del cuerpo, conocieron el folclor colombiano, la cumbia, y también, el vals, y se iniciaron en técnica vocal, con ejercicios, y construyeron sonajeros con tapas de botellas”, afirma la artista formadora.
La indígena ticuna y mujer privada de la libertad Tulia Musumbite, quien se encuentran recluidas en este centro penitenciario junto con otras cinco mujeres, reconoce que lo que más disfruta es que, mediante el arte, se siente orgullosa de sus raíces ancestrales, sus tradiciones, sonidos y de la mística de la Amazonía.
De esta manera, así como en Leticia, el programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz está llevando oferta artística al interior de los muros que separan de la libertad a las personas que tienen una deuda con la sociedad, quienes encuentran en sus talentos y en su amor por la música alas de esperanza.
El programa presidencial Sonidos para la Construcción de Paz es la mayor apuesta cultural del Gobierno del Cambio.
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