Los
herederos de la parapolítica y los aliados de poderosas fuerzas ilegales han
contaminado toda la política colombiana.
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León Valencia: La Maldición de
Mancuso |
La cifra es
espantosa. 131 candidatos de 23 departamentos herederos de la parapolítica o
con nexos con fuerzas ilegales están compitiendo para llegar al Congreso de la República. 48 aspiran
al Senado y 83 a
la Cámara de
representantes. Muchos de ellos tienen una gran probabilidad de salir elegidos.
En Bolívar, Santander, Guajira, Sucre, Cesar, Casanare, Magdalena y Norte de
Santander las casas de la parapolítica se van a quedar con el mayor número de
parlamentarios.
Llevo 12
años investigando los nexos de fuerzas ilegales con líderes políticos. En cada
elección tengo la ilusión de que el fenómeno va a ceder, la justicia va a
lograr el desmantelamiento de los agrupamientos electorales mafiosos o los
directores de los partidos van a expulsar a estas organizaciones de sus filas o
por lo menos le van a negar el aval a los candidatos que surgen de allí. Pero
al culminar las indagaciones mi desengaño es total.
Cambian los
nombres de los candidatos pero los apellidos son los mismos, hay relevo en
algunas candidaturas pero las fuerzas que lo respaldan y controlan son las
mismas. La maldición de Salvatore Mancuso sigue viva. Dijo: “Tenemos el 35 por
ciento del Congreso”. Se fueron los jefes paramilitares extraditados, pero los
jefes políticos ligados a ellos se quedaron y han mantenido su influencia.
Nuevos capos de bandas criminales, del contrabando y de la minería ilegal han
surgido y están metiendo la mano en la política.
Hay cosas
realmente impresionantes. Ahora se llama Opción Ciudadana. Primero fue
Convergencia Ciudadana. Luego fue PIN. En cada elección cambia de nombre. Los
mentores van a la cárcel, algunos son investigados y condenados, cuando salen
vuelven a la plaza pública a acompañar a sus candidatos, otros escapan a la
acción de la justicia. Es posible que en esta oportunidad superen el umbral y
vuelvan con una bancada a Cámara y a Senado. Es un partido de la parapolítica
de pies a cabeza.
Pero los
grandes partidos, los tradicionales, los que han gobernado al país en dos
siglos de historia republicana, no han querido romper los vínculos con la
parapolítica. El Partido Liberal tiene 28 candidatos vinculados a este
fenómeno. El Partido Conservador y el Partido de la Unidad Nacional
tienen 27 cada uno. Cambio Radical 19. Uribe Centro Democrático 8. Ahí está la
clave de todo. Ahí reside el grave problema. La Corte Suprema de
Justicia ha realizado una gran tarea. Condenó a 61 parlamentarios y les abrió
investigaciones a 67 más. Es un hecho sin precedentes en el mundo. Pero ni los
partidos, ni el poder ejecutivo, ni la justicia regional han hecho la tarea.
La labor de
los directores de los grandes partidos y de los altos funcionarios del gobierno
se ha limitado a separar de sus filas o a cerrarles las puertas del gobierno a
quienes han sido condenados por la justicia. Pero mantienen los lazos y les
confieren todo el protagonismo a los hijos, a los hermanos, a los sobrinos, a
las esposas o a sus más fieles operadores políticos. Justifican esta actitud
con un argumento falaz y descarado. Dicen que no hay delitos de sangre. Pero
les hemos demostrado hasta la saciedad que nunca hemos denunciado a nadie por
consanguinidad. En las investigaciones salta a la vista que los allegados hacen
política con base en el poder económico y en las redes sociales y políticas
acumuladas por su mentor en las andanzas con los ilegales. Montados en esa
herencia llegan al Congreso, a las alcaldías y a las gobernaciones. Es una
herencia ilegítima.
Los herederos de la parapolítica y los aliados de poderosas fuerzas ilegales han contaminado toda la política colombiana. Con sus ríos de dinero elevaron el costo de las campañas de manera tal que los competidores tienen que apelar a la corrupción simple y llana, a la captura de cuantiosos contratos del Estado, para ganar elecciones. Se dice ahora que para asegurar una elección al Senado son necesarios 3.000 millones de pesos y para la Cámara se necesitan 900 millones. Eso sobrepasa con creces el salario de cuatro años de un congresista. – León Valencia: Semana.com – 02 – 03 - 2014
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