Bogotá, marzo 22 de 2017. Esta obra, que se adjudicó en el 2009 a una firma de Julio Gómez, condenado por el 'carrusel' de la contratación, se empezó a hablar realmente hace 12 años.
En el 2005, su financiación fue incluida en el acuerdo 180 de valorización, con un presupuesto aproximado a los 46.000 millones de pesos.
Sin embargo, los problemas de corrupción y la falta de planeación terminaron por disparar los precios del deprimido a aproximadamente 170.000 millones de pesos.
Este miércoles, Peñalosa lo entrega al servicio de los ciudadanos, con la expectativa de que contribuya a mejorar la movilidad en el norte de Bogotá.
La directora del IDU, Yaneth Mantilla, recuerda que recibió los trabajos con toda clase de problemas.
“Los permisos o las autorizaciones de los servicios públicos no estaban en el tiempo que se requerían. Las entidades no se hablaban entre sí”, aseguró Mantilla.
El vicepresidente técnico de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), Jorge Alberto Marín, criticó la falta de planeación cuando la obra se tramitó en el proyecto de valorización, en el 2005.
"El valor estimado era de cerca de 46.000 millones de pesos, pero en ese momento el valor era prácticamente sacado de la manga. No había prefactibilidad para determinar cuánto podría costar ese deprimido”, señaló Marín.
“Otro factor que incidió es que el proyecto cayó en manos del 'carrusel' de la contratación. Allí lo que sucedió era que se direccionaban los procesos para que llegaran a un único oferente que cumplía con ese tipo de condiciones”, indicó Marín.
Cuando llegó la Alcaldía de Enrique Peñalosa, el IDU se encontró con toda clase de problemas y retrasos en la obra. Por eso, se puso en marcha un plan sin precedentes que permitió tener lista la obra en 15 meses. “Le cumplimos a la ciudad", dijo la directora del IDU.
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