Por: Horacio Duque.
En el Acuerdo especial para la superación del conflicto que sirve de soporte a la Mesa de diálogos de La Habana, se establece de manera universal la refrendación como mecanismo que confirmaría los acuerdos finales de paz a que llegue el gobierno de Santos y las Farc una vez se evacuen todos los puntos de la Agenda de temas consensuados. Sin embargo, hasta el momento no hay coincidencia en las interpretaciones de la misma. El gobierno promovió una ley estatutaria sobre el tema, y el pronunciamiento de la Corte Constitucional señala que un referendo sobre los pactos puede adelantarse el día de las elecciones de autoridades locales.
Pero la delegación de las Farc ha expresado repetidas veces su predilección por una Asamblea Constituyente como escenario de refrendación de los consensos. En ese sentido ha expuesto argumentos que articulan el poder constituyente y su potencia política con las reformas que lleven a la consolidación de la paz democrática. Una Asamblea Constituyente encarnaría dicho poder.
Esta propuesta ha sido descartada y estigmatizada porque se le interpreta como un salto al vacío. Como un triunfo de fuerzas extremistas que quieren implantar el castrochavismo y el socialismo del siglo XXI.
No obstante la historia está llena de sorpresas. El acontecimiento del General en el Choco ha significado un vuelco de las cosas. No se hundió La Mesa. Tampoco Santos se salió con las suyas y la perplejidad, por no decir la fractura, carcome a los generales, que oscilan entre su amor al innombrable y su “obediencia” al Comandante constitucional.
También las Farc anuncian su intención de revisar las reglas y principios que regulan los diálogos por causa de las ligerezas e incongruencias del oficialismo que caprichosamente omite lo establecido según sus conveniencias políticas y electorales.
Lo curioso de las mutaciones registradas viene por el lado del giro de la ultraderecha opositora que apostaba a ultranza por la destrucción del proceso. Ahora aboga por ceses unilaterales, concentraciones de la guerrilla en zona protegida por las Fuerzas Militares en una hipotética desmovilización y pactos de paz según la fórmula del Procurador en Valledupar. Vaya Usted a saber si esta es la respuesta a la reciente invitación de los líderes guerrilleros a Uribe para que se vincule al proceso de conversaciones en Cuba.
Al percibir a Santos como un Zombi, a consecuencia del vértigo de los acontecimientos, aceleran -los de la derecha- el paso y muy orondos nos anuncian, como lo hace el señorial Lafaurie, que a “a mi empieza a gustarme la Constituyente” (http://bit.ly/1z0rple). Lo que no es mala cosa. Dice el latifundista ganadero que “las Farc insisten en la Constituyente, a mi juicio, un escenario más pluralista, por lo cual le apostarán a exigir una conformación a su favor, al estilo del Foro Agrario de 2012. Pero en condiciones normales, así la izquierda destape sus afectos y logre alianzas con sectores liberales de centro-izquierda y conservadores progresistas, las demás corrientes políticas harán lo suyo y propiciarán debates con resultados inciertos pero democráticos.
Limitada temáticamente, una Constituyente garantiza una participación más diversa y con menor injerencia gubernamental, máxime si se complementa con la iniciativa del Procurador, de generar un espacio de debate ciudadano para llegar a consensos mínimos sobre los acuerdos.
En fin. A mí empieza a gustarme la Constituyente, sermonea Lafaurie. (http://bit.ly/1z0rple)”.
A mí, por supuesto, también me gusta la Constituyente por la paz. La misma se define por la Carta magna en dos versiones: 1) aquella que solo puede tratar ciertos temas; y 2) una soberana, que tiene capacidad de adoptar una nueva Constitución.
El artículo 376 de la Constitución establece que una Asamblea constituyente requiere que el Congreso defina en una ley su “competencia, periodo y composición” y que su convocación debe ser aprobada por la ciudadanía. La ley convocante puede, por tanto, conformar o una asamblea con competencia muy limitada o una con capacidad de adoptar una nueva Constitución. Esta última es la que demanda el país para construir la paz.
Ojo, Santos. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Si a Usted se le acabo el oxigeno a los demás no. Todo indica que hasta los militares les gusta la Constituyente. Vaya Usted a saber hacia dónde apuntan. Es cosa de hilar bien delgado. Sienten pasos de animal grande por los lados judiciales y quieren jugar en la redefinición del Estado y el régimen político.
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