Por José Dario Salazar Ramos – El Ecologista*
Colombia posee
una estructura ecológica mega diversa. Su geología y geografía nos provee
ecosistemas como La Amazonia, los Llanos Orientales, la Región Andina y las
costas sobre el Atlántico y el Pacífico. Estos ecosistemas los hemos
visto con admiración y en una relación
ex- tractivista, es decir, como mercancía.
El avance
de la relación sociedad-naturaleza ha promovido que estos ecosistemas en el marco jurídico hayan adquirido
derechos como los tiene la especie humana para vivir en el planeta y su
conservación y protección contribuye de manera integral
a mitigar el cambio
climático y prevenir los riesgos que producirán
desastres locales, regionales o nacionales, por la relación inadecuada que
tenemos con ellos.
Paralelamente,
Colombia en su proceso de formalización legal y cultural, ha construido una Ley 1523 de Gestión del riesgo de desastres, que se debe coordinar
con el Plan Nacional de Desarrollo y su aplicación territorial para construir con las comunidades una versión
de protección, prevención y mitigación del
cambio climático,
camino hacia el desarrollo
sostenible, la cual se debe basar, en la materialización de los planes que
estructuran las entidades y las comunidades hacia la ecuación de estar en
el territorio, de aprovechar y disfrutar sus posibilidades, combinando el conocimiento técnico,
su capacidad de acción y el manejo democrático de las instancias sociopolíticas que las
administran.
Desde
el proyecto de Ecosociedad hemos venido proponiendo el menor
desplazamiento a la ciudad por la alta concentración actual y la que se prevé
y, en cambio, estimular el poblamiento rural en perspectiva no solo productiva
sino de mejoramiento de la calidad de vida.
Con ello desviamos la tendencia a que en el 2050 el 80% de la población
se concentre en territorio urbano,
y también disminuimos los diferentes escenarios de riesgo en zonas no
planificadas urbanísticamente y que se afectan con inundaciones y deslizamientos, en temporada de lluvias y de sequías,
incendios en temporadas de
verano, e igualmente reducimos la vulnerabilidad del fenómeno
sísmico al cual la región andina y el pacífico están propensas.
La economía
desvinculada de las dinámicas educativas y sociales nos muestra
un escenario de pobreza y miseria que contribuye a la vulnerabilidad de la población, frente al cambio
climático y los riesgos naturales que ello conlleva. Hoy en Colombia los cinturones de miseria
urbanos y rurales se mantienen
y las reformas que se han iniciado
para cambiar estas condiciones
requieren un tiempo de aplicación que reduzcan la inequidad
económica, por la concentración de la riqueza,
la corrupción y la dictadura del mercado.
Entonces,
justicia social, climática y económica
es lo que requerimos entendida como la capacidad de una práctica
política que demanda
la articulación del conocimiento
académico, científico y social
para que se pueda dar en esa perspectiva, pero sobre todo con el sentido
de solucionar por lo menos las necesidades
básicas de la población. Para ello se han
montado cada cuatro años planes nacionales, pero la posibilidad de que esos planes
se ejecuten se queda en la burocracia que no resuelve, en la lentitud de la
ejecución y en la corrupción ya probada que transita
por los procesos y proyectos
que no alcanzan acabar con la miseria continua, dado también que no
existen modelos de gobierno horizontal, en las dinámicas regionales y locales.
Al aumentar la población se incrementa la demanda de alimentos, energía, producción de bienes básicos y también aumenta el consumo de servicios y productos no necesarios y muchos no aprovechados por la economía circular. Al aumentar los gases de efectos invernadero la capa de ozono se reduce con las consecuencias de alteración del clima, lo que contribuye a que fenómenos como el Niño (sequía) La Niña (lluvias) alteren el clima y ya no tengamos los ciclos de verano o invierno, sumado a lo anterior el uso inadecuado de la tierra dedicada más a la ganadería, más gases a la atmósfera, o la producción de alimentos con venenos, que reducen las plagas pero aumentan el consumo alimentos con altos contenidos tóxicos nocivos, no solo para la salud humana, sino para la tierra.
Los fenómenos naturales son de la naturaleza peros somos los humanos quienes hemos desafiado la dinámica del planeta. Preparémonos para estudiar, reconocer lo que hemos hecho, resarcir y actuar de manera contundente en la preservación de la Tierra y en nuestra protección, que redunda en el mantenimiento de la vida como ecopersonas, ecofamilias, ecocomunidades y ecopais, esa es la mejor acción política.
* Publicado en Sxxi.net Revista impresa # 101 - https://sxxi.net/2023/08/29/sxxi-net-impresa-101/
Candidato a la Consulta Popular del 26 de octubre de 2025 por
Ecosociedad avalado por Colombia Humana y Pacto Histórico
https://sxxi.net/2025/08/12/ecosociedad-es-el-sendero/
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