Seguramente recordarán la famosa
frase… y quizás también vendrán a su mente comentarios sobre los chistes
gráficos, y escritos que circularon profusamente en todos los medios de nuestro
amado país Colombia…
Recordando el caso famoso, y para
no volver a decir nombres ni cargos,
solo me remitiré al hecho como hecho: Un reconocido empleado público pregunta a
otro no tan reconocido empleado público sobre su identidad. Vaya que el asunto
tiene muchos aspectos que a simple vista quizás a muchos escapan y sin
pretender ser mejor que los demás, presento ante ustedes mi humilde opinión
sobre el asunto:
Protagonistas:
Dos personas, léase bien PERSONAS. Es decir que en
calidad de personas ya son exactamente iguales. Con idénticos derechos, con
necesidades básicas idénticas, con deberes que cumplir, con familia a quien
educar, y con todo, todo, todo, lo que cualquier persona ES.
Hechos:
1.El personaje famoso incurre en una falta grave que atentaba
contra su propia vida y la de otras personas, pues estaba en estado de
embriaguez conduciendo un vehículo.
2. El otro personaje en
cumplimiento de su deber solicita los documentos al personaje 1 y este le responde la tan
mentada frase…
Mi visión y análisis:
Hemos crecido con una inversión tal
de los valores que:
- Ya no se ve como algo malo decir “una mentira piadosa”.
- Ya no se ve como malo tomar algo que alguien olvidó y no devolverlo.
- Ya no se ve como malo que un joven responda de mala manera a un adulto.
- Ya no se ve como malo callar ante una injusticia…
- Ya no se ve como malo conducir después de haber ingerido licor…
Y podría seguir nombrado toda la podredumbre que este
espantoso fenómeno de inversión de valores, ha generado en nuestra sociedad.
¿Desde cuando es “normal”
humillar al otro, o hacerle bouling?
¿Desde cuándo es que el acoso en todos los
escenarios es algo frecuente?
Yo creo que la respuesta es obvia:
- Desde que en los centros educativos públicos y privados se eliminó la educación de valores con las asignaturas de cívica y ética.
- Desde que las familias comenzaron a ser algo distinto de padre madre e hijos,
- Desde que las madres tuvimos que sacrificar tiempo sagrado que era para la familia, para venderlo en otro lado a fin de ayudar y que no falte el pan en la mesa.
- Desde que la tecnología dolorosamente hace las veces de mamá, papá y maestros… para nuestros niños.
- Desde que el silencio cómplice no denuncia los atropellos a que somos frecuentemente sometidos por autoridades y obvio, por los bandidos de la calle.
- Desde que el egoísmo de pensar que “como no es conmigo no es mi asunto” nos aleja de ser generoso y acudir en ayuda de quien me necesita.
- Desde que ni siquiera sé cómo se llama mi vecino.
En resumen desde que ser persona
se echó al cajón del olvido y la necesidad de ser mejores, de confiar, de amar,
de respetar, de ser buen amigo, de ser fieles esposos y esposas, ya parecen
recuerdos demasiado lejanos.
No es aún demasiado tarde,
siempre existe la esperanza de recuperar lo que dejamos ir…
Sea esta pues, mi invitación,
para que conscientemente y en silencio cada uno haga su íntimo examen de
conciencia y comience a dejar la práctica de todo aquello que parece inofensivo
pero que sabemos que no lo es.
Por ejemplo:
1. Si no quiere hablar con
alguien que le llama, sea honesto y dígale que sucede. A mí me enseñaron que la
verdad prevalece y nos hace libres.
2. No prometa cosas que no podrá
cumplir y si se compromete cumpla en el momento justo que dijo que lo haría.
3. Ame y cuide a su familia por
encima de todo y de todos… ningún trabajo puede ser más importante, y aunque es
la fuente de ingresos que le permite dar bienestar a sus seres queridos,
organice su tiempo para que sus hijos nunca sean niños huérfanos de padres
vivos.
4. Sea congruente entre lo que
piensa, dice y hace… nada daña tanto la inocencia de un niño como darse cuenta
que su padre o madre no practican esto.
¿Qué puede esperar de su hijo, si usted
le dice: no digas mentiras, y El lo ve a usted mintiendo?
Si todos somos parte del
problema, necesariamente tenemos que ser parte de la solución, basta con querer
hacerlo y entre todos haremos de
Colombia, el mejor lugar del mundo para vivir.
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