Por Nicolás Rodríguez Chaparro - Fotos Juan Pablo Duarte
En el observatorio del colegio distrital Cundinamarca, el profesor Jaime Cabarcas entrena a 25 niñas y niños con discapacidad física y cognitiva que sueñan con viajar al espacio.
Una historia que confirma que ni el cielo es el límite para soñar.
‘Las limitaciones solo están en la mente’, es la consigna del profesor
Jaime Cabarcas, un docente de astronomía que se le midió a la tarea de entrenar
a la primera generación de estudiantes en condición de discapacidad que
participan en el programa: ‘Misión
X: Entrena como astronauta’ de la Nasa y la Agencia Espacial Europea.
Son 25 niños con diferentes discapacidades físicas
y cognitivas, del colegio Distrital Cundinamarca de Ciudad Bolívar, y entrenan sus mentes y sus cuerpos con la
ilusión de viajar al espacio sideral, visitar la luna y los planetas y ver de
cerca las estrellas y constelaciones de las que tanto les ha hablado su
maestro.
Jaime es licenciado en filosofía y un apasionado por la astronomía,
lleva varios años participando en el programa ‘Misión X’ y es uno de los dos
instructores certificados en Colombia. En 2013 su grupo de astronomía ‘Luna Llena
I’ ocupó el tercer puesto en el ámbito mundial.
Este año, en ‘Misión X’ participan más de 40 mil estudiantes y maestros de 29 países del globo, que deberán cumplir 26 pruebas (física,
mentales y de conocimientos) y el que tenga el mejor puntaje será el ganador.
El profe Cabarcas postuló a su nuevo grupo ‘Luna Llena II’, conformado
por las 25 niñas y niños en condición de discapacidad. El comité organizador avaló
su participación, convirtiéndose así en la primera generación de estudiantes
con discapacidad en ‘Misión X’.
Para este maestro de la educación pública la verdadera inclusión es aquella en donde todos participan de todo,
por eso se dio a la misión de adaptar las pruebas para que las niñas y niños con
discapacidad también pudieran participar.
“Mirando las pruebas del entrenamiento para astronautas noté que estos
ejercicios podían ayudarles a las niñas y niños en varios niveles, tanto físico
como cognitivo. Y ha sido un éxito total.
Uno se da cuenta de eso al ver sus caritas cuando vamos al observatorio a mirar
las estrellas. Eso no tiene precio”, comenta el profe Jaime, quien en octubre
de este año viajará a Estados Unidos al centro de entrenamiento de Astronautas
de Houston para capacitarse como instructor.
Una sesión de entrenamiento
Con ayuda de la maestra de inclusión, Andrea Robayo, los 25 estudiantes se disponen para iniciar el entrenamiento de
astronautas. Con la ilusión en los
ojos y la emoción a flor de piel, poco a poco van entrando al observatorio del colegio, un lugar consagrado a la ciencia y a la
contemplación del universo que cuenta con un potente telescopio para
explorar el firmamento.
Cada rincón está adornado con modelos de cohetes a escala, de los
planetas del Sistema Solar, todo construido por los estudiantes.
La prueba que realizarán el día de hoy es de destreza, trabajo en equipo
y colaboración. De a parejas se organizan para realizar la prueba. Uno de los
dos se pone unos guantes de construcción y, con la ayuda y guía de su
compañero, debe situar las fichas en orden hasta completar un rompecabezas.
Esta prueba simula las difíciles
condiciones en las que trabajan los astronautas cuando tienen que salir al
espacio para arreglar componentes de la nave. Con guantes y equipo pesado, y
contra el viento gélido del espacio, deben realizar tareas que requieren de
mucha precisión como remplazar alguna pieza o hacer alguna reparación.
“Esta prueba sirve para que los estudiantes adquieran la habilidad de
hacer maniobras de alta precisión con los guantes puestos. También es una
actividad colaborativa porque el compañero que no tiene los guantes, es el
encargado de orientar al que está trabajando, como si estuviera en la cabina de
mando de la nave”, indica el profe
Cabarcas que ya dejó su bata de maestro para ponerse la gorra de la Nasa que lo
identifica como el instructor de este pelotón.
Joel Sánchez, un niño alegre y vivaz con discapacidad física y
discapacidad cognitiva moderada, se ofrece como voluntario para la prueba. En
su mente él es un cadete que se está entrenando para ser astronauta y su silla
de ruedas es un cohete que lo ayuda a propulsarse de un lado a otro.
Se faja los guantes de astronauta y se dispone a cumplir la misión. Con
ayuda de su compañero que desde la cabina le da instrucciones, empieza a
acomodar las fichas en el tablero. Le cuesta trabajo ubicar la pieza en el
espacio, falla, lo intenta de nuevo hasta que lo logra. “¡Misión cumplida,
profe!”, grita para que el maestro revise la prueba.
“Esta misión está difícil porque los guantes son bien incómodos, pero
pues toca así porque en el espacio es todavía más difícil”, cuenta alegre este
niño de 8 años que sueña con viajar a las estrellas.
“Cuando sea grande quiero comprar
una nave para poder ir a la luna. Sé que allá hace mucho frío, pero me
gustaría conocerla. Se ve muy bonita, parece un pedazo de queso”, comenta entre
risas.
En otra esquina del salón, la pequeña Valery Chivará batalla para
acomodar las fichas del rompecabezas. Su compañera le dice que tiene que
voltear la pieza para que se ajuste y Valery le da vueltas hasta que lo logra.
“Ser astronauta no es fácil porque uno tiene que ser fuerte para manejar todas
las herramientas”, asegura.
“Me gustaría viajar al espacio y conocer los planetas. Me gusta Plutón
porque tiene unos anillitos muy lindos”, comenta Valery, causando controversia
entre sus compañeritos.
“¡El de los anillitos es Saturno!”, la corrige uno de los niños. Su
nombre es Dany Sierra y a sus 8 años ya tiene claro que quiere ser un
astronauta.
“Me gustaría ver cómo se vive en el espacio. Comer comida de astronauta
e ir al baño en el espacio (risas). Además de pronto la tierra se daña porque
la contaminamos mucho y nos toca ir a vivir a otro planeta”, reflexiona Dany.
Todos terminan la prueba y el instructor los felicita por su gran
desempeño y dedicación. “Este ejercicio que hicimos es para que vean lo difícil
que es maniobrar en el espacio. Hay que ser diestros, rápidos y utilizar bien
las manos porque de eso depende el éxito de la misión y la vida de los
astronautas que están en la nave”, explica el instructor.
Los beneficios de ‘entrenar como astronauta’
El programa ‘Misión X:
Entrena como astronauta’ es una iniciativa de la Nasa y la Agencia Espacial
Europea para promover el buen estado físico y la nutrición sana
entre estudiantes de primaria de todo el planeta a través del ‘Entrenamiento
para astronautas’.
Son 26 pruebas físicas y académicas, que incluyen escalda en roca
marciana, caminata espacial, prueba de reflejos y velocidad de la luz,
entrenamiento de fuerza de la tripulación, entre otros y se miden los
conocimientos del espacio, el universo y los procedimientos para los viajes
interestelares.
“Este entrenamiento ha sido
maravilloso para nuestros niños en condición de discapacidad. Los
ejercicios que hace el profe nos sirven
para trabajarle a los niños la atención, la concentración, la memoria y otras
habilidades básicas. Muchos de estos niños tienen discapacidades motrices
graves que les impiden el movimiento y les deterioran los músculos, y los
ejercicios de astronauta les han ayudado mucho a soltar la motricidad fina y a
ejercitar muchos músculos que permanecen en reposo”, apunta Andrea Robayo,
docente de apoyo de inclusión de la institución.
Además de los beneficios físicos, ‘Misión X’ tiene un fuerte componente
motivacional y actitudinal. “Es increíble ver como estos chicos se emocionan
cuando les toca astronomía. Para ellos es sumamente atractivo la idea de viajar
al espacio y ser astronautas. Haciendo
las actividades ellos son como cualquier otro estudiante, hasta se les olvida
que tienen sillas de ruedas y problemas para desplazarse. Además, les estimula
la imaginación y les da una motivación muy grande”, recalca la profe Andrea.
Termina la prueba y la misión se cumplió con éxito, sin embargo, queda
mucho trabajo porque el entrenamiento apenas está empezando. Quedan varias
pruebas por completar, pero para el profe Cabarcas la misión principal ya se
cumplió: ‘que los niños se vayan a sus
casas pensando en el espacio y en las estrellas, y alimentando su sueño de
algún día convertirse en astronautas’.
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