Nos ahoga la cerrazón política y ahora quieren cerrar hasta las ventanas, cuando en La Habana podría estar formándose una tormenta tropical que nos exigirá lo contrario: abrir espacios, airear la casa, reorganizar la colocación de los muebles, vender unos viejos y adquirir nuevos para los tiempos que se avecinan. Pero no, lo que más se oye de todos lados es un cierren, cierren y que nada se mueva. Mal augurio para lo que viene, pues así arriesgamos a que la tormenta anunciada se transforme en huracán devastador, en un Katrina político.
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