sábado, 20 de febrero de 2016

El conejo a la paz

Héctor Alonso Moreno
 Profesor Universidad del Valle
 
  
 A 60 kilómetros de Valledupar se encuentra el municipio de Fonseca. Muy cerca de allí se localiza Barrancas, el municipio que vio nacer a Milton de Jesús Toncel Redondo, el guerrillero alias “Joaquín Gómez”, actual Comandante del Bloque sur, vocero y miembro del Secretariado de las FARC, quien participa activamente de los diálogos de paz en La Habana, Cuba.
Allí, en Fonseca, se encuentra el corregimiento de Conejo, una población perteneciente al departamento de La Guajira; en el que, como en muchos departamentos de Colombia, los niños se mueren de física hambre. Este corregimiento ha soportado por años la presencia de la guerrilla y la ausencia del Estado; pero la semana pasada pasó del anonimato a los primeros planos en Colombia. Hay que decir, que en este corregimiento las guerrillas llevan muchos años haciendo presencia y conviviendo con la población rural. Fue allí, en la plaza principal de Fonseca, uno de los lugares escogidos por Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Jesús Santrith y Joaquín Gómez, para socializar con las tropas guerrilleras los acuerdos de La Habana.
Los conejeros, como son llamados los nacidos en Conejo, tuvieron la oportunidad ese día de escuchar directamente los avances y obstáculos de la negociación del fin del conflicto armado que ellos sufren a diario, y de las posibilidades de que este acuerdo logre por fin que el Estado se acuerde ellos y permita mejorar sus difíciles condiciones de subsistencia.
Los conejeros son víctimas directas del conflicto armado, y como tal, tienen todo el derecho a conocer de primera mano lo que se discute en La Habana, sobre su futuro como pueblo y como sociedad. Así lo expreso el lugareño Javier Vanegas, quien aseguro que la reunión del grupo guerrillero “es algo positivo para nosotros”. Piensa que los jefes guerrilleros pudieron haber hecho este evento en otro lugar de Colombia, pero “afortunadamente vinieron aquí para que nos den la ayuda que necesitamos”. “Queremos que venga el beneficio, ya que este es un departamento muy sufrido, a pesar de que tiene muchas riquezas, como las minas que se están explotando”.
Al sitio concurrieron además, en peregrinación de paz, unos 20 buses con delegaciones del Magdalena, Cesar, Bolívar, Córdoba, Sucre y de otros municipios Guajiros, a fin de escuchar de boca de los comandantes insurgentes lo que a miles de colombianos nos es negado y ocultado sobre la paz; y que en muchas ocasiones es transmitido por los medios de comunicación privados y oficiales de manera distorsionada. Los conejeros expresaron que “estamos aquí apoyando al presidente Santos y el proceso de paz, porque todos anhelamos que esta llegue rápido y se acabe el derramamiento de sangre”.
No hay que ver nada de malo en el hecho de que los comandantes insurgentes le expliquen a sus bases militares y sociales de apoyo los alcances de los diálogos de La Habana. No hay que olvidar que las FARC llevan muchos años en más de trescientos municipios a lo largo de la geografía nacional haciendo presencia y dialogando diariamente con sus comunidades acerca de sus problemas. Esa presencia nunca se ha señalado como proselitismo armado, pero difundir la vocación de paz de la guerrilla e informar a su población de apoyo acerca de la proximidad de la paz, si se ha llamado ahora escandalosamente proselitismo armado.
El gobierno Colombiano debe ser más ecuánime y sensato, y no declarar precipitadamente que se prohíbe a las FARC informar a sus bases militares y políticas de apoyo los avances de La Habana. No puede hacerle conejo a los acuerdos sobre difusión de lo acordado. Esto es una clara concesión a la derecha y al militarismo armado y civil.
El éxito de la futura refrendación de los acuerdos está directamente relacionado con la información que de ello tengan los ciudadanos. Las FARC y el gobierno nacional tienen todo el derecho a socializar con sus comunidades los avances del tan anhelado, por todos los colombianos y la comunidad internacional, proceso de paz. Al difundir lo acordado no se trata de convencer solo a los guerrilleros de las bondades del fin del conflicto político armado; se trata también, de que el gobierno y las guerrillas logren convencer a las comunidades y al pueblo colombiano que la mejor forma de luchar por sus derechos es el marco de una democracia con paz y con justicia social. El gobierno nacional no puede desconocer que las guerrillas están ahí, entre la comunidad, y que por ello han logrado subsistir durante cincuenta años la arremetida de las autoridades.
Tomado de Edición 483 Viva la ciudadanía– Semana del 19 al 25 de Febrero de 2016

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