jueves, 4 de febrero de 2016

Así fue el viaje de Peñalosa con los empresarios en TransMilenio


Bogotá, febrero 04 de 2016. Antes de que amaneciera, el alcalde Enrique Peñalosa estaba listo para esperar TransMilenio en la calle 88 con Séptima. En la ruta K86 conoció a Laura, una psicóloga de Avianca que tiene horarios madrugadores como los suyos. Después del viaje de 45 minutos, lo primero que hizo al entrar a la central operativa del masivo, fue tomarse una selfie con la señora Estrellita, la mujer encargada del café en el edificio. Pero la cita no era con ella: Peñalosa tenía a varios empresarios esperándolo para que les mostrara el Centro de Control de buses y, además, les enseñara a montar en los articulados.
Tienen carro y no necesitan usar TransMilenio, eso es claro. Pero en la ciudad ideal que espera construir el Alcalde serían usuarios por decisión. “Tenemos claro que la única manera como se van a solucionar los problemas de movilidad es que quienes tengan carro prefieran el transporte público”, les dijo Peñalosa a los empresarios. Ellos, que no usan a diario el masivo, hacen parte de los 15 de cada 100 bogotanos que se movilizan en carro. “Imagínense que fueran 30 de cada 100, ¡cómo serían los trancones!”. Ellos sueltan una carcajada horrorizada.
Entrar al Centro de Control es como prender varias licuadoras al tiempo. Muchas personas hablan, algunos solucionan bloqueos, mandan buses a estaciones llenas, conversan con conductores que reportan alguna crisis. Es como ‘el gran hermano’ de toda la ciudad. Es posible ver casi cualquier rincón que cubre el sistema en cámaras. Fiorella Papa, de Compensar, señala varias pantallas con su dedo y le dice a Alejandro Cortés, del Grupo Bolívar, “¡qué machera!”.
Les explica cómo funciona, quién soluciona qué y les muestra la estación Salitre Greco en una cámara, porque para allá van. “Ese bus K86 lo he tomado en muchas ocasiones. Esta mañana los ciudadanos me decían que el SITP no llega a muchos sitios o que llega muy lleno. Eso lo tenemos que solucionar”, les reveló Peñalosa y les prometió que su propósito es usar él mismo los articulados al menos una o dos veces por semana. Era una confesión con tintes de indirectazo, a ver cuántos de ellos se animan a usarlo con frecuencia. Cortés confesó que la última vez que estuvo en un bus rojo fue hace cinco años.
Camino a montarse a los buses les soltó una posible propuesta: qué tal si se plantea cada día una hora sin carro, para que los niños no se demoren dos horas camino al colegio. “Pero son cosas que estamos estudiando apenas, es una posibilidad”, les aclaró.
El Alcalde sacó su tarjeta de TransMilenio y pagó él mismo su pasaje y de un par de empresarios que no tenían la propia. Se subieron al M86, camino al Museo Nacional. El bus lleno, casi todos de pie. Los pasajeros se extrañaron de ver al Alcalde subido en un bus cualquiera, pero él no es ajeno al transporte público, tampoco lo es a la bicicleta.
El articulado va sin trancones, para en algunas estaciones y llega rápidamente al Museo. Eso le muestra el Alcalde, entre otros, a Luis Guillermo Plata, Presidente de ProBogotá. Aunque él mismo no es ajeno a TransMilenio: confiesa que se fue hasta Soacha, hace una semana, a ver cómo funcionaba el servicio. “Se necesitan cambios pronto”, le dice Plata. Peñalosa está de acuerdo.
Cuando llegan a la estación un señor grita “¡Alcalde, haga algo que no llega el bus!”, y el articulado llegó al instante. “¡Ve que sí se podía!” se respondió el mismo hombre, mientas era arrastrado por la masa al interior del bus. Peñalosa se despide de los empresarios –con la promesa de que le darán la oportunidad al transporte público- y se niega a subirse a un carro, quiere aprovechar para caminar por la Séptima. Al fin de
cuentas, es el Día sin Carro.
Un par de ciudadanos se acercan a preguntarle por qué subió los pasajes de TransMilenio; están en desacuerdo. Él les explica que fue una medida que tuvo que hacerse porque en la administración pasada no subieron cuando tocaba. Sigue caminando, mientras algunos le piden fotos, otros le gritan de lejos que haga algo para aumentar las rutas del SITP y otros más le dicen que toca hacer el metro. ¡Cuente con eso! Les dice, mientras se acerca al Palacio del Liévano, en este, su primer Día Sin Carro como Alcalde de Bogotá.

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