jueves, 3 de mayo de 2012

Respaldo editorial de El Espectador al Plan de Desarrollo `Bogotá Humana`


En la editorial de hoy, el diario El Espectador hace un reconocimiento a la participación masiva con la que se elaboró el plan de desarrollo Bogotá Humana. El artículo resalta temas como el cambio climático,  la inversión en infraestructura, combustibles fósiles, agua y disposición de residuos sólidos entre otros.

A continuación la editorial completa:

Editorial
Discutir lo que está en juego

Pasa al Concejo de Bogotá el Plan de Desarrollo Bogotá Humana. Nunca antes un documento de este tipo había sido construido con una participación tan masiva como la que logró el equipo del alcalde Gustavo Petro. Hecho político que no se puede desconocer.

También estamos frente al primer plan centrado en el cambio climático. Iniciativa avanzada, que en medio de la incomprensión del tema tiene el riesgo de que la discusión se reduzca a opiniones y votos. La propuesta de Petro tiene un significado político que no ha sido suficientemente discutido, y no se ha hecho explícito que lo que realmente está en juego son al menos dos modelos de ciudad.

De un lado están las políticas nacionales y las tendencias de las fuerzas económicas, ya desplegadas, que apuntan hacia una ciudad en expansión, más allá de las fronteras administrativas de la capital. Soacha tiene casi medio millón de habitantes, Cota tiene una superficie considerable de su territorio en bodegas, Sopó pronto será el municipio dormitorio de condominios de alto estrato. Esta es la megaciudad del automóvil, con amplios espacios internos subutilizados y segregada socialmente. En este modelo la inversión en infraestructura, combustibles fósiles, agua y disposición de residuos sólidos estará en déficit frente a la demanda de la creciente conurbación. Los intereses inmobiliarios servidos y la gran actividad económica que implican, la hacen una verdadera locomotora del crecimiento económico, difícil de detener desde el gobierno de la ciudad.

El alcalde en cambio ha priorizado otro modelo de ciudad. Con problemas de comunicación y ciertamente con incomprensión del público, le apuesta a una ciudad compacta, más eficiente en el uso de le energía, con transporte público electrificado, menos emisiones de gases de efecto de invernadero, manejo eficiente de residuos sólidos, y la liberación de los espacios del agua como eje de la adaptación al cambio climático.

Sería una ciudad más integrada y habitable, en donde los indicadores de desarrollo humano mejorarían, así como las áreas verdes y la mortalidad infantil asociada con la contaminación.

Con todo, lo más probable es que, aun si a Petro le va bien, los dos modelos de ciudad seguirían conviviendo, en especial ante la imposibilidad de un cambio completo de trayectoria.

La ciudad compacta podría absorber parte de su crecimiento mejorando la calidad de vida. Pero también continuaría creciendo, no como una mancha de aceite sino, ojalá, como una red de espacios urbanos interconectados, con espacios de agricultura y conservación de la naturaleza.

Sería una región urbana con nodo principal en Bogotá, que integraría, a través de un espacio rural consolidado, a Fusagasugá, Facatativá, Zipaquirá, y hasta el eje Tunja-Sogamoso, con decenas de centros urbanos menores asociados.

Podría ser una región urbana muy atractiva, que se hace posible si cambia el modelo de ciudad de Bogotá. Importante sería, por eso, que tanto los ciudadanos como sus intereses directamente representados en el Concejo discutieran realmente lo que está en juego, para elevar el debate y la confianza del público en sus instituciones. Faltaría luego el liderazgo en el gobierno nacional, para hacerla, más bien, una locomotora del bienestar.

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