domingo, 22 de abril de 2012

TLC: ¡Ave Cesar!

Amylkar D. Acosta M. 
Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas 
y ex presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas 
Tomado de Viva la Ciudadanía




Ave, Caesar, morituri te salutant!

Falacias y espejismos



Traemos a colación esta célebre frase latina exclamada por los gladiadores en el Coliseo romano ante la presencia del emperador cuando se disponían a luchar a sabiendas de que su vida estaba en vilo, a propósito de la algarabía que se ha armado con el anuncio de Obama en la frustanea Cumbre de Las Américas en el sentido que a partir del 15 de mayo entrará en vigencia el TLC suscrito entre EEUU y Colombia hace ya casi 6 años y ratificado por EEUU desde octubre pasado. Este, junto con el anuncio de ampliar las visas a los colombianos de 5 a 10 años fueron los únicos resultados tangibles y concretos de la “Cumbre de resultados” que esperaba el Gobierno.

En los día previos a la Cumbre el Congreso de la República aprobó en volandas las últimas leyes exprés, sin debatirlas, sin deglutirlas, antes de que arribara Obama a La Heroica y así allanarle el camino para su albricia. Aparte de la reacción en contra de la medida que coarta la libertad de los cibernautas, que revivió la malhadada Ley Lleras, poco se sabe del alcance de las otras leyes expedidas en tiempo record atinentes al sector agropecuario y a la cuota de pantalla en TV. De lo único que ya estamos advertidos con respecto a esta última es que de ahora en adelante nos tendremos que soportar los enlatados extranjeros en la pantalla chica en los horarios triple A (7 a 10 de la noche) y los fines de semana. De un 50% que teníamos ahora pasamos al insufrible 70%!

Rafael Mejía, Presidente de la SAC, quien al término de las negociaciones manifestó que “el sector del campo fue el gran damnificado con el cierre” de las mismas, ahora nos recuerda que con la entrada en vigor del TLC con EEUU “de todos modos habrá ganadores y perdedores”1. Vaya a saberse quienes serán los unos y los otros; como dijo el capitán del “insumergible” Titanic cuando su hundimiento era ineluctable, sálvese quien pueda! Apenas seis meses antes de este esperado anuncio manifestó el Ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo que “no estamos preparados, nos falta mucho”2 para enfrentar el reto del TLC con EEUU. Cabe preguntarse cómo es posible que estando advertidos de lo que se le venía a Colombia pierna arriba, desde el momento en que resolvió negociar este tratadobilateral con los EEUU haciendo trizas la Comunidad Andina de Naciones (CAN), eso hace más de 10 años, todavía estamos en pañales.

¿Qué celebran?

Este TLC has tenido defensores y críticos, pero si en algo están de acuerdo tirios y troyanos es que Colombia en las actuales condiciones no es competitiva y las leyes del mercado no tienen contemplaciones. No falta quien diga, para magnificar la significación de tener un TLC con EEUU, que por primera vez vamos a tener un acceso “privilegiado” con nuestras exportaciones a los EEUU. Estas son sólo falacias, llevamos décadas con ese acceso “privilegiado”, amparado primero por el ATPA y en los últimos años por el ATPDEA. O acaso es un privilegio que después de tener estos beneficios unilaterales, ahora los beneficios serán bilaterales, ya que si bien se le abre el mercado estadounidense a las exportaciones colombianas para que estas puedan ingresar sin el pago de aranceles, Colombia también tendrá que permitir que las exportaciones de EEUU entren sin trabas arancelarias.

“Este es un gran paso y una excelente noticia para el empleo y la lucha contra la pobreza en el país”3afirmó el Presidente Santos al conocer la noticia de la aprobación del TLC por parte de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de los EEUU. Pero, de dónde ha sacado que, como por ensalmo, por el sólo hecho de tener un TLC con EEUU ahora dizque la economía va a crecer un punto más del PIB, se van a generar más de 500 mil empleos y ello contribuiría a reducir los alarmantes índices de pobreza? De dónde lo sacaron? Desde el 1º de Enero de 1994 México mantiene un TLC con EEUU, sin embargo en la última década el crecimiento del PIB de México ha estado por debajo del promedio del crecimiento del PIB de Latinoamérica; es más, la economía colombiana ha crecido más sin TLC con los EEUU que México con TLC. Este es uno de esos espejismos que van haciendo carrera, que como las mentiras de Goebbels a fuerza de repetirlas se vuelven “verdades”. Bien dijo el pensador ibérico Ortega y Gasset que “la verdad oficial consiste en la administración prudente de la falsedad”.

Estamos en pañales

La verdad sea dicha, Colombia, como lo advirtió el Ministro Restrepo, no está preparada para enfrentar con éxito el desafío que le significa la entrada en vigencia de este y otros tratados comerciales que ha venido negociando a tontas y a locas, sin reparar sus consecuencias. Como lo dijo recientemente el periodista Andrés Oppenheimer, “Colombia está demasiado obsesionada con el TLC y poco obsesionada con la productividad”. Y esta, como lo sostiene el Nobel de Economía Paul Krugman, “no lo es todo para la competitividad, pero a largo plazo lo es casi todo”. Y no le falta razón a Oppenheimer, pues Colombia lleva muchos años estancada en el ranking de competitividad establecido por el Foro Económico Mundial. Y en lo que peor le va al país, constituyéndose en el principal freno a la competitividad es en materia de infraestructura, rajándose con una mediocre nota de 3.7 sobre 7. Según la CEPAL, “Colombia, después de Perú y Bolivia es el país más atrasado en Latinoamérica en infraestructura”.

De 164 mil kilómetros de carreteras con los que cuenta la red vial en Colombia, sólo 900 son de doble calzada y únicamente el 8.5% de las vías están pavimentadas. De allí que para traer un contenedor de productos desde Shanghai a Cartagena, que distan la una de la otra 15.593 kilómetros, cuesta US $1.100, mientras que transportar ese mismo contenedor desde La Heroica a Bogotá, con sólo 1.206 kilómetros de distancia, cuesta US $3.200, casi el doble (¡!). Según The Economist, “para que la infraestructura de un país esté al día y se ajuste a los requisitos del mundo globalizado, es necesario que invierta al menos el 4% del PIB en este renglón. El promedio en Colombia en los últimos años ha sido 0.7% y, por lo tanto, será necesario multiplicar esta cifra por casi 6”.

El Director de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) Luis Fernando Andrade coincide con esta apreciación cuando sostiene: “para que un país como Colombia pueda mantener su ritmo de crecimiento y cerrar las brechas en infraestructuras que tiene, hemos calculado que necesita mantener un nivel de inversiones anual del 3% del PIB por lo menos por una década”. Hace rato sabemos qué es lo que hay que hacer y no se hace; el Ministro de Hacienda está más preocupado por la inflación y la tasa de cambio que por la competitividad y por ello mientras el país pide a gritos más inversión en infraestructura el Ministro Echeverri clama por un mayor ahorro. Ello es absurdo. Lo dijo recientemente ANIF, hay que “sembrar” los mayores recursos que está recibiendo el país a resultas del boom minero-energético “bajo la forma de una rápida modernización del país”4.

Podemos resumir nuestro planteamiento a propósito del alborozo de unos y el desconcierto de otros ante el anuncio de Obama, que fue posteriormente apabullado por el affaire de sus agentes secretos con las putas tristes de Cartagena, en los siguientes términos. No hay que caer en el falso dilema que quien se oponga o critique este tratado es “mamerto”, pre moderno, contrario al “libre” comercio. Los tratados comerciales per se no son ni buenos ni malos, todo depende de sus cláusulas. Pues bien, aunque tenemos claro que este tratado fue mal negociado, que prácticamente es un tratado de adhesión, más ventajoso para EEUU que para Colombia, asumamos en gracia de discusión que no fue así y que la cancha está nivelada. Ni aun así será beneficioso para Colombia, si es que no pensamos con el deseo. Por qué razón?

Primero, porque no tenemos una oferta exportadora. La más clara demostración de ello es que llevamos años con el mercado de EEUU abierto a nuestras exportaciones libre del pago de aranceles y el máximo aprovechamiento que ha hecho Colombia de los beneficios del ATPDEA es del 54% contra un 84% por parte del Perú. Pese al espectacular crecimiento de nuestras exportaciones en los dos últimos años, Colombia está todavía muy lejos de equipararse con sus pares5. Como lo señaló el ex ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluága, “la exportación por habitante de Colombia es menor que la de Ecuador, la suma de las exportaciones e importaciones como proporción de todo lo que produce la economía es menor que en Perú, Argentina y Chile, con 60% menos de población que Colombia, exporta 40% más”6.

Pero, si tuviéramos la oferta exportadora que no tenemos, sobre todo ahora que están tan afectadas por el creciente proceso de reprimarización de la economía bajo el peso de la revaluación del peso frente al dólar, no somos competitivos. Basta con señalar que, de acuerdo con un estudio del Cámara Colombiana de la Construcción, un exportador colombiano incurre en un sobrecosto de sus exportaciones del orden del 18% por cuenta del rezago de la infraestructura y las falencias en logística. Nos preguntamos de qué le sirve al exportador colombiano dejar de pagar el 4%, que es el arancel promedio en los EEUU, si aquí le toca “pagar” un sobrecosto de casi 5 veces el arancel que va a dejar de pagar. Camino al matadero nuestros exportadores y también nuestros productores nacionales que tendrán que vérselas para competir con las importaciones favorecidas por la tasa de cambio y entonces exclamarán como los gladiadores de la antigua Roma: Ave, cesar, los que vamos a morir te saludamos!

www.amylkaracosta.net

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