jueves, 5 de abril de 2012

Asesinos en serie de la naturaleza

Bolsas plasticas. 


La bolsa de basura finalmente llego al vertedero o relleno sanitario y los niños que allí trabajan, salen corriendo para atraparla y jugar un poco con ella, pateándola como si fuera una pelota de futbol, hasta que finalmente la rompen y ahí como si fuera una piñata de una fiesta infantil se abalanzan sobre ella y la escudriñan buscando algún tesoro oculto.
Rota la bolsa, el viento la arrastra y ya en pedazos es atrapada por la rama de uno de los pocos árboles que quedan alrededor del basurero. La fuerza del viento la va rajando hasta que se transforman en pequeñas tiras desprendiéndose y èstas van a parar a los terrenos adyacentes.
La lagartija muerta de hambre por la poca vegetación del área, ve la tira de plástico que desprende cierto resplandor cuando los rayos solares en ellas se reflejan y con cautela se acerca y en microsegundos la engulle. Al cabo de unos minutos siente las dolorosas convulsiones estomacales que le produce el plástico dentro de su cuerpo y moribunda comienza a temblar involuntariamente.
A lo lejos la descubre el gavilán Cari Cari y de un zarpazo la captura y como un gran plato gastronómico la degusta en la copa de un árbol cercano. Una hora después el gavilán, estremecido por el dolor estomacal se derrumba agonizante, la misma tira plástica que comió la lagartija le producía el daño.
Estrellado en la tierra, lo ronda el zamuro negro hasta que comienza su trabajo limpiador, con tan mala suerte para él que vuelve a su trato digestivo la tira de plástico que horas después también lo mata.
El zamuro es desintegrado por los bachacos rojos de la zona (hormigas grandes carnívoras) y al pulverizar a esta noble ave, liberan la tira del plástico, que nuevamente empujada por los vientos vuelve al terraplén o a algún rio, lago o mar, para continuar sus crímenes durante 100 años más.

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