miércoles, 26 de octubre de 2011

Campaña por la Alcaldía de Bogotá


Alpher Rojas Carvajal (especial para ARGENPRESS.info)

Juzgar de monótona la actual campaña por la Alcaldía de Bogotá, es una afirmación políticamente inapropiada si se tiene en cuenta que en la historia electoral capitalina, este es el proceso que mayores sorpresas está brindando y que, por tanto, exige una capacidad de análisis superior, lejana de prejuicios y subjetividades interesadas. Veamos.

Por la vía del descarte y el reacomodamiento de los pesos livianos, la política que en Bogotá aparecía monopolizada por el juego excluyente de tres partidos -dos tradicionales y uno alternativo-, se ha abierto a nuevos espacios de representación. Ha sobrevenido una dinámica inédita de reconfiguraciones y saltos acompañada de puntuales intervenciones de los grupos de presión y del nerviosismo de los candidatos que, hasta última hora, juegan cambiantes estrategias y tácticas para el posicionamiento electoral. Todo ello indica que los “grandes electores” no han concluido la movilización de capitales y destrezas hacia las expectativas menos inciertas para su tasa de retorno

La incursión, en esta campaña (“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”, J.L.Borges), de personajes con poderosos intereses en provincia (tierra y minería, p.ej), sugiere que hay algo más en juego que la propia alcaldía. El poder tradicional va a recurrir a estrategias no convencionales, en una versión light de la guerra (sucia) de cuarta generación. Se trata de la conquista de Bogotá empresa en que el uribismo en cuerpo ajeno (Peñalosa-Gina), intentará apropiarse y reconstruir liderazgos tradicionales en virtud del lánguido desplome de los partidos liberal, conservador y de la “U” que, paradójicamente, terminaron sin candidatos oficiales ante la diáspora de sus bases y dirigentes. Es probable que estos actores no coincidan en los escenarios del actual proceso y que incluso expresen pública desconfianza y mutua animadversión por sus formas de hacer política, pero es a todas luces evidente que en la confección tecnocrática del plan de desarrollo y en aquellos proyectos de grandes inversiones, tienen fuertes afinidades, tanto como en su proyecto homogeneizador.
Por otra parte, el deshielo del Polo democrático Alternativo dejó en el aire a la militancia de la izquierda democrática y al electorado perteneciente a esa franja independiente sin adscripción partidista, ya frustrados por las administraciones del Polo. La primera de las cuales convirtió su política social en un proyecto asistencialista e improductivo para la construcción de ciudadanía y la segunda, produjo el desastre del llamado “carrusel de la contratación” que le ha determinado a su candidato Aurelio Suarez un vaciamiento electoral de magnitudes insospechadas.

El beneficiario de esta hecatombe es el candidato Progresista Gustavo Petro, dirigente carismático con un discurso moderno, centrado en la lucha contra la corrupción, la delincuencia organizada y la impunidad y una constructiva propuesta social que, dicho sea de paso, le acaba de ganar el apoyo de las bases sociales del partido Liberal, al tiempo que las encuestas le predicen la solidaridad del 70% por ciento de la militancia polista, del 45 % del liberalismo, del 30 % de los verdes, del 25 % de Cambio Radical y hasta del 12% del Partido conservador. Es el candidato pluralista que recoge más colores en su paleta electoral.

Petro -de mano fuerte y justa-, se ha convertido en la voz mayor de las clases medias y populares tanto por su elocuente dominio de los escenarios en donde ha presentado su propuesta progresista, cuanto por estar rodeado del mejor equipo humano y científico que campaña alguna pueda contar. Al frente de su comité programático están los profesores Ricardo Bonilla y Jorge Iván González, tal vez los más notables investigadores en ciencias económicas de la Universidad Nacional de Colombia, laureados por la comunidad académica internacional. En otros espacios de su campaña desarrollan proyectos Guillermo Asprilla, Consuelo Ahumada y Daniel García-Peña, cuyas trayectorias como “anfibios culturales” son bien conocidas en la política social y la paz del país.

El resultado de este torneo electoral por la alcaldía de Bogotá, prefigurará los nuevos escenarios en donde se definirá la presidencia de la república para el 2014. Los sufragios por Peñalosa reivindicarán a Álvaro Uribe y a su judicializado combo de exfuncionarios. Los votos por Gustavo Petro reconfigurarán el espacio participativo de los sectores sensibles a la ética democrática, social y progresista.

Alpher Rojas Carvajal es Director de la Corporación de Estudios Sociopolíticos y Culturales de Colombia. Investigador social y analista político.




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